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Giambattista Vico (1668-1744)
 


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1. Vico ocupa, hoy, un lugar prominente y a la vez controvertido en la historia de la filosofía como ha puesto de manifiesto la definitiva institucionalización de los “estudios viquianos”. Caracterizada por su “profundo sistematismo”, su obra ha sido objeto de diversas interpretaciones según corrientes y perspectivas, diferentes y contrapuestas. Actualmente, una visión globalizadora de Vico habría de cumplir el trámite de recorrer los diferentes planos gnoseológicos y ontológicos que la constituyen, acaso no para ofrecer una visión “inaudita” sino para, partiendo del núcleo de sus reflexiones, extenderse al cuerpo de los estudios viquianos (Secundino Fernández, pág. 15).

Giambattista Vico nació en Napoles en 1668, misma ciudad donde murió en 1744. Hijo de Cándida Masulto y del librero Antonio Vico, desarrolló una carrera que tuvo mucho de autodidacta. Superados los avatares de los primeros años de vida, emprendió sus estudios en la Escuela de Gramática (1678) y, entre 1681 y 1689, estudia filosofía, lógica, retórica y humanística. En 1684, inicia la lectura de las Disputaciones de Francisco Suárez a la vez que estudiaba Derecho romano y canónico. Entre 1688 y 1695, mientras fungía como preceptor de los sobrinos del obispo de Ischia, Gerónimo Roca, se entregó al estudio de filósofos como Platón, Aristóteles, Cicerón y Lucrecio; estudio que simultaneaba con el de otros renacentistas como Ficino, Pico, Nifo, Steucho yPatrizi. En 1689, Vico comienza sus estudios universitarios en Salerno, llegando a licenciarse in utroque iure en 1693. Entre 1699 y 1741, ocupó la cátedra de retórica de la Universidad de Nápoles, toda vez que, a lo largo de estos años y hasta su fallecimiento, redactó numerosos escritos y ensayos, que, hoy, podemos clasificar principalmente como literarios, históricos y jurídicos, entre los que, si alguno hay que destacar especialmente, sobresale su obra Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones (1725, 1743), más comúnmente conocida como Ciencia Nueva.

2. Aunque la producción de Vico no es muy profusa, es de gran complejidad, toda vez que está constituida como se ha dicho por un conjunto de escritos de diversa índole (poéticos, literarios jurídicos filosóficos y humanísticos en general) referidos a diversos ámbitos y planos filosóficos. Destaquemos las siguientes obras: Vida de Giambattista Vico escrita por él mismo (1725-1731), Sobre la sabiduría más antigua de los italianos excavada en los orígenes de la lengua latina (1710), Primera respuesta, (1711) (respuesta a las objeciones de la Liber metaphysicus), Segunda respuesta (1712), Las hazañas de Antonio Carafa (1716), Sobre la ley universal de un principio y un fin (1720), Principios de ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones, en esta tercera edición corregida, aclarada y notablemente por el mismo autor (1743).

A lo largo de su vida, Vico sufrió la indiferencia pública hacia su obra tanto como la traición de algunos preceptores. Pero si tuviéramos que señalar su mayor enemigo intelectual habría que citar a Descartes. Vico se opuso a las tesis cartesianas inspirándose tanto en Platón y Tácito como en Crocio y Bacon. Desde la divulgación de su obra por Michelet en el siglo XIX muchos han sido los autores en los que ha dejado su impronta. Citemos, entre todos, a Goethe, Mazzini, Coleridge, Taine, Marx y Engels, aquellos que reconocen su deuda con Vico; pero también a escritores como Croce, Gentile, Collingwood y Gustavo Bueno en filosofía de la historia; Joyce, Yeats en literatura; Toynbee y Trotsky en historia; Pareto, Sorel y Sorokin en sociología.

3. Resumiendo acaso de forma demasiado compacta, podríamos establecer una serie de líneas características de la filosofía viquiana y en especial de su Ciencia Nueva. En primer lugar, habría que destacar la pluralidad y heterogeneidad de interpretaciones de la obra de Vico. Las distintas visiones se han ido determinando en el contexto polémico de diversas disciplinas filosóficas (Filosofía de la historia, Filosofía del espíritu, Filosofía de la cultura y Antropología filosófica), paralelamente al proceso de institucionalización, desarrollado a su vez en un ámbito histórico-filológico bien en el plano científico (Ciencias humanas), bien en el plano filosófico. En general esta línea se caracteriza por su contenido dialéctico, polémico, cuyos elementos de arranque ya estarían en la propia obra de Vico. Desde nuestras coordenadas, suponemos que la única manera de salir al paso de estas anomalías y contradicciones sería tomando partido por un sistema filosófico cuyos criterios gnoseológicos y ontológicos nos permitan abordar las ideas filosóficas que están cruzando por la obra de Vico. En nuestro caso se trataría de un sistema que nos pone a salvo del idealismo y del mentalismo y capaz de ofrecer un planteamiento metodológico competente para el análisis de aquella pluralidad de perspectivas y puntos de vista.

En segundo lugar, y teniendo en cuenta el planteamiento metodológico al que nos hemos referido cabría una interpretación hermenéutico-sistemática de la obra de Vico. Consiguientemente, entenderemos que el esquema constitutivo de Vico despega de la consideración de la naturaleza común de las “naciones” a partir de los fenómenos jurídicos, políticos, religiosos, morales, lingüísticos, &c. En este sentido Vico estaría ejerciendo distintas perspectivas de análisis, tanto a nivel científico como filosófico. Todo este planteamiento cristalizaría ya tempranamente en el proyecto de una fundamentación del Derecho, orientado hacia una idea de derecho Universal amparada en un punto de vista que presupondría una antropología cristiana de raíz agustiniana.

En tercer lugar, las exigencias de esta fundamentación del Derecho acabarían llevando a la necesidad de escribir la Ciencia Nueva, que se ejecuta a través de varias redacciones y que involucra los criterios de una Filosofía de la Humanidad sobre los que edificará su Historia Universal de las Naciones. En este contexto, Vico ejercerá una filosofía donde la Tabla cronológica de la Ciencia Nueva supone una matriz sistemática que da cuenta del curso y cuerpo de las naciones tanto fenoménicamente como esencialmente. La Ciencia Nueva aparece así mismo como el desarrollo ejercido de una Antropología filosófica reductora de la perspectiva histórica. Se trata como hemos dicho de una antropología filosófica de naturaleza agustiniana

En cuarto lugar, es necesario destacar el aspecto constructivista según el cual los planes divinos (Providencia) se entenderán a través de procesos operatorios humanos. La norma que estaría marcando esta interpretación sería la norma verum factum. El principio verum factum se convierte así en el principio regulativo de toda construcción racional. Se trata de un principio gnoseológico que nos remite a las prácticas humanas, a la aproximación y separación operatorias, claro que siempre desde presupuestos creacionistas cristianos.

Finalmente, hay que situar la obra de Vico en el contexto de la inversión teológica. Particularmente, Vico a diferencia de Descartes, Leibniz y Malebranche, estaría recorriendo los campos de lo que más tarde serían las “ciencias humanas y etológicas”. Las ciencias del hombre, consecuentemente, serían vistas ahora –en la perspectiva de Vico– no como ciencias de simple inteligencia sino desde la perspectiva de la ciencia media.

Marcelino Javier Suárez Ardura

→ Gustavo Bueno, «En torno al concepto de “ciencias humanas”. La distinción entre metodologías α-operatorias y β-operatorias», El Basilisco (primera época), número 2, 1978, págs. 12-46.

→ Gustavo Bueno, «Gnoseología de las ciencias humanas», Actas I Congreso de Teoría y Metodología de las Ciencias, Pentalfa Ediciones, Oviedo 1982, págs. 315-347.

Secundino Fernández García, Análisis filosófico de la Scienza Nuova de Giambattista Vico (1668-1744), Pentalfa, Oviedo 2013, 395 págs.