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Predicables
 


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Los predicables (Quinque Voces) constituyen el contenido de la Isagoge, obra en la que Porfirio de Tiro (233- 310?) introducía al amigo y senador Crisauro en las Categorías de Aristóteles. Las traducciones de Mario Victorino (300?-382?), y de Boecio (480-524?) hicieron de la Isagoge, durante el Medievo, una pieza imprescindible –principalmente las Categorías y De Interpretatione–. Al rematar la introducción a los predicables, Porfirio aclara que no tiene la pretensión de entrar en las cuestiones de la realidad y existencia o no de los géneros y las especies así como tampoco en la de si son objetos o meros nombres, lo que ha llevado a muchos interpretes a considerar el párrafo en cuestión como el origen del llamado “problema de los universales”. Para Porfirio la correcta comprensión de la doctrina de las categorías aristotélicas entrañaba la necesidad de entender qué es el género, la diferencia, la especie, el propio y el accidente (quinto predicable); así, el estudio de estas “voces” habría de ser útil para las definiciones, la división y la demostración. Sin duda, cabe interpretar los predicables de Porfirio como los cinco modos en que unas ideas universales se identifican con otras  bien de un modo necesario o no necesario. Así, por ejemplo, cuando se aplica la idea de “animal” a “hombre” estaríamos estableciendo un predicado de suerte que “hombre” sería identificado con el género “animal” de un modo necesario.

esquema

Porfirio comienza definiendo qué es el género y señala, en primer lugar, que se dice de la colección de individuos que están relacionados entre sí según el linaje –como cuando se habla del género de los Heráclidas–; en segundo lugar, según la fuente a la que debe su origen –como cuando decimos que Píndaro es del género de los tebanos y Platón de los atenienses–; y, en tercer lugar, cuando nos referimos a aquello a lo que está subordinada la especie. Este tercer modo –aclara– es el que atañe a los filósofos en virtud de que es el que responde a la pregunta “¿qué es?”. El género, por tanto, se predica de muchas cosas que difieren en especie. Esto es lo que ocurre, como hemos visto, cuando predicamos “animal” de “hombre”. En todo caso, no cabría confundir género con especie, porque mientras el género se predica de las especies (de muchas), las especies no se diferencian en especie sino en número. Y, pese a que el género tiene cosas en común con el resto de los predicables, no cabe confundirlo con ellos: como ejemplo de género tenemos “animal”, de especie “hombre”,  de diferencia “racional”, de propio “ser capaz de reír”, de accidente “blanco”, “negro” o “estar sentado”. Porfirio distingue varios sentidos de diferencia: un sentido común, un sentido propio y, finalmente, el que denomina sentido más propio de todos. Este último sentido más propio es el que se dice de una cosa que difiere de otra por la diferencia específica. Así, por ejemplo, entre “hombre” y “caballo” la diferencia específica es “racional”. Es interesante observar que por la diferencia en general las cosas son diferentes entre sí, y que, mientras los dos primeros sentidos de la diferencia, común y propio, hacen a las cosas diversas, por el más propio las cosas son otras, completamente distintas. Son las diferencias específicas las que hacen a las cosas ser otras, realmente distintas entre sí como “racional” hace de “hombre” otra cosa que “caballo”. La especie, entonces, se dirá de aquello que cae bajo un género determinado. Consecuentemente, diremos que el hombre es una especie del animal, toda vez que “animal” desempeña las funciones de género. Sin embargo, puede interpretarse cierta confusión entre el género y las especies en la medida en que estas pueden tener por debajo otras especies, sin que de esto se siga que sean géneros en sentido absoluto. Habrá que distinguir, pues, entre un género superior o género generalísimo, por encima del cual no hay otro género, y una especie última o especie especialísima por debajo de la cual ya no hay especies sino individuos, de manera que las que se encuentran entre el género generalísimo y la especie especialísima son todas especies. Así pues, podremos ir descendiendo desde un género superior, como la substancia, a una especie como el cuerpo y así sucesivamente a otras hasta llegar al individuo (Sócrates): esto es lo que tradicionalmente se ha conocido como el “árbol de Porfirio”. El propio, a su vez, se divide en cuatro tipos, a saber: lo que se da en una especie aunque no en toda ella, como en el hombre practicar la geometría; lo que se da en una especie pero no solo en ella, como en el hombre ser bípedo; lo que se da en toda especie, solo en ella pero en un tiempo, como en el hombre la vejez; y lo que se da en toda especie, solo en ella y siempre, como en el hombre la capacidad de reír. A esta cuarta acepción del propio, se la considera como el propio en sentido estricto por su convertibilidad. Finalmente, el “quinto predicable” es el accidente. El accidente se definirá como lo que aparece y desaparece sin que ello suponga la destrucción del sujeto. Hay un accidente separable, como dormir,  y otro accidente inseparable, como negro en el caso del etíope. Para más precisión diremos que accidente es lo que no es ni género, ni diferencia, ni especie, ni propio. Por último, Porfirio establece las distintas relaciones de lo común y lo diferente entre los cinco predicables de forma sistemática: lo común y la diferencia entre el género y el resto de predicables; entre la diferencia y el resto de predicables, y así, hasta agotar todas las combinaciones.

Desde las coordenadas del materialismo filosófico, cabe señalar la rigidez de la doctrina de los cinco predicables. Se trata de una doctrina que se ajusta a predicados distributivos y unívocos, pero que hoy día ha sido rebasada, como ocurre en algunos campos gnoseológicos, tales como los de la Geometría Proyectiva y los de la Teoría de la Evolución, por lo que requeriría un tratamiento más amplio. En efecto, la Geometría Proyectiva dio lugar a situaciones en las que las especies (las elipses) se transforman en otras (las circunferencias); así mismo, la Teoría de la Evolución demostró cómo unas especies se transforman para dar lugar a otras especies distintas rompiendo de esta manera ese carácter rígido y unívoco de las mismas ejercido en las taxonomías Linneo. En este sentido, se podría decir que la revolución darviniana fue tanto una revolución biológica como una revolución lógica. Con todo, aunque carecería de sentido querer recuperar la teoría porfiriana de los predicables, habría que reconocer que “el caudal de sus conceptos no ha sido agotado por la llamada Lógica formal” (Gustavo Bueno).

Marcelino Javier Suárez Ardura

Isagoge
Categorías / Predicación / Clasificación / Ciencias (Diccionario filosófico)
→ Gustavo Bueno, Estado e historia (El Basilisco 1992, 11:3-27)
→ Gustavo Bueno, Predicables de la identidad (El Basilisco 1999, 25:3-30)



“Predicable” según los diccionarios de la Academia de la Lengua Española


1737 «Predicable. En la Lógica es una de las clases a que se reducen todas las cosas, que se pueden decir o predicar del sujeto. Divídenlas en cinco, que son género, especie, diferencia, individuo y proprio, que se explican en sus lugares. Lat. Prædicabile. Unus ex quinque prædicabilibus.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid 1737 [autoridades], tomo 5, pag. 351.)

1780 «Predicable. Lóg. Una de las clases a que se reducen todas las cosas, que se pueden decir, o predicar del sujeto. Divídenlas en cinco, que son género, especie, diferencia, individuo y propio, que se explican en sus lugares. Prædicabile, unus ex quinque prædicabilibus.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid 1780 [primera], pag. 744. = Madrid 1803 [cuarta], pág. 678.)

1817 «Predicable. Lóg. Una de las clases a que se reducen todas las cosas que se pueden decir o predicar del sujeto. Divídense en cinco, que son género, especie, diferencia, individuo y propio, que se explican en sus lugares. Prædicabile.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid 1817 [quinta], pág. 697. = Madrid 1852 [décima], pag. 558.)

1869 «Predicable. Lóg. Una de las clases a que se reducen todas las cosas que se pueden decir o predicar del sujeto. Divídense en cinco, que son: género, especie, diferencia, individuo y propio, que se explican en sus lugares.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid 1869 [undécima], pág. 626.)

1884 «Predicable. Lóg. Cada una de las clases a que se reducen todas las cosas que se pueden decir o predicar del sujeto. Divídense en cinco, que son: género, especie, diferencia, individuo y propio.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid 1884 [duodécima], pág. 858. = Madrid 1992 [vigésima primera], pág. 1173.)

2022 «Predicable. Fil. Cada una de las clases a que se reducen todas las cosas que se pueden decir o predicar del sujeto. Divídense en cinco, que son género, especie, diferencia, individuo y propio.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, actualización 2022: dle.rae.es/predicable)


1911 “Categorema” en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (José Espasa e Hijos, Barcelona 1911, tomo 12, pág. 526-527.)


Categorema. F. Catégoreme.– In., P. y C. Categorema.– A. Kategorem, Urbegriff. (Etim.– Del gr. kategórema, predicado, atributo, deriv. de kategorein, acusar, especificar.) m. Lóg. Cualidad que permite clasificar a un objeto en una u otra categoría.

Categorema. Filos. En dialéctica vale tanto como predicable o universal lógico: adjetivamente significa todo lo que se conceptúa afirmable de muchos o puede atribuírseles, verbigracia, ser hombre, vivir, tener entendimiento, correr; sin embargo, suele tomarse como substantivo, y, en tal concepto, son los categoremas o predicables “los cinco órdenes de universales o grados distintos de universalidad, según los cuales se atribuye a un ser una nota o predicado universal”. Son el género, la diferencia, la especie, lo propio y el accidente. Aunque Aristóteles hace de ellos frecuente mención en sus libros dialécticos, débese a Porfirio (223-304, p. X), filósofo platónico y peripatético a un tiempo, la Isagoge o Introducción a los predicamentos o Categorías de Aristóteles, en que de propósito se trata de los cinco categoremas. Conforme a su doctrina, aceptada por todos los escolásticos y muchos otros filósofos, todo pronunciado de carácter universal, cuales son todos los científicos, pertenece a uno de los categoremas: será por tanto genérico, específico, diferencial, propio o accidental; igual denominación dase también al atributo de dicha proposición, tomado aisladamente, pues al fin todo pronunciado es por méritos del atributo. En abstracto los categoremas son nociones universales a través de los cuales la intuición científica contempla agrupados los seres, facilitando así la claridad y comprensión de su conocimiento; el género es la noción común determinable; la diferencia la determinante; la especie presenta entrambos en un todo, que no cobija sino individuos; lo propio se extiende a todos ellos, como que mana por necesidad de la especie; el accidente les sobreviene y puede faltarles sin mengua de su naturaleza. Definidos en concreto: género es el atributo o conjunto de atributos que pertenece a la esencia de varias clase de seres o individuos, que a su vez difieren entre sí por otros atributos: verbigracia, la vida, la vida sensitiva. Hay géneros distintos según la extensión relativa de su alcance: supremo, medio, próximo. La especie está formada por el conjunto de todos los atributos que constituyen la esencia de un individuo; verbigracia, hombre, león. La diferencia es la parte de los atributos esenciales, que distinguen las especies dentro de un mismo género, o bien, la porción de atributos que, afirmados o negados de un género, lo fijan en una especie determinada, verbigracia, la racionalidad afirmada del viviente sensitivo da el hombre; negada da el bruto. Hay diferencias, como las indicadas, que son especificas, las hay genéricas y aun accidentales, que se llaman notas individuantes; convienen todos en el carácter de concretar y determinar, mas estas últimas no forman parte de la esencia, como se verá en el último categorema. Porfirio dio un ejemplo notable, en el árbol que lleva su nombre, de la gradación que hay entre las ideas o atributos universales genéricos, diferenciales y específicos y de sus mutuos enlaces, comienza por la substancia y llega hasta el hombre, especie ínfima. V. Árbol de Porfirio, t. V, pág. 1262.

Lo propio es un atributo que cuadra a toda una especie, de cuya esencia, ya perfectamente constituida emana real o lógicamente, verbigracia, para el hombre la facultad de raciocinar, de admirarse. El accidente expresa un atributo que conviene a un ser sin que lo exija su esencia o naturaleza; de tal suerte que ésta nada sufre, ya le sobrevenga, ya desaparezca el accidente: es, por ejemplo, para el hombre, tener tal talla, el acto de pensar en esto o aquello, la ciencia. No deja de ser justificada esta clasificación de todos los predicables en cinco antonomásticos, pues es fácil probar cómo todo cuanto pueda decirse de un individuo con carácter universal, o en general, todo atributo científico está en uno de los dichos categoremas. En efecto: o son esenciales al sujeto de quien se dicen los tales atributos, designando por ende algo que constituye la misma esencia o no es así; en el primer supuesto, o manifestará toda la esencia, y será específico, como cuando decimos, el hombre es animal racional, o tan sólo parte de la esencia; si esta parte es común a varias especies y determinable, será genérico el atributo, como la vida sensitiva respecto al hombre y al bruto; si es peculiar a una y la determinante del género, será diferencial, como la organización respecto del cuerpo, la racionalidad respecto al animal o viviente sensitivo. Ya que no sea esencial el atributo, o señalará algo que, suponiendo constituida la esencia, mane de ella necesaria e inseparablemente, o algo que le sobrevenga y pueda acompañarla o faltarle; en el primer caso será propio; en el segundo accidental; así, verbigracia, es propio del hombre la aptitud de abstraer, de amar, de aprender. Es accidental el ejercicio de cualquiera de estas aptitudes, un movimiento, el dolor.

Bibliografía. Aristóteles-Mauro, Porphyrii Introductio (París, 1885); J. Mauro S. J., Quaestiones phylos. (París, 1876); C. González, Filosofía elemental (Madrid, 1880); Castelein, Logigue (Bruselas, 1901); A. Mayr S. J., Philos. peripatetica (Ingolstadii, 1739); T. Pesch S. J., Instituciones logicales (Nerder, 1888); Lossada, Cursus philosoph. (Barcelona, 1883); P. M. López y Martínez, Lógica fundamental (Valencia, 1901); Urráburu, Lógica (Valladolid); Mercier, Logique (Louvain, 1910); Mendive, Elementos de Lógica (Valladolid, 1883); Goudin O. P., Philos. Logica (París, 1869); Sanseverino, Philosophia christ. Logica (Nápoles, 1862); Conimbricenses (ed. veneciana de 1606); Ed. Hugon O. P., Cursus philos. thomisticae. Logica (París, 1904).



1922 “Predicable” en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Hijos de J. Espasa, Barcelona 1922, tomo 46, pág. 1390.)


Predicable. (Etim.- Del latín praedicabilis, predicable.) adj. Digno de ser predicado. Aplícase a los asuntos propios de los sermones. || m. Lóg. Cada una de las clases a que se reducen todas las cosas que se pueden decir o predicar del sujeto. Divídense en cinco, que son: género, especie, diferencia, individuo y propio.

Predicable. Filos. La doctrina de los categoremas a predicables de Porfirio se ha expuesto en el artículo Categorema. Aquí sólo añadiremos algunas notas históricas. El profesor Joseph [Introduction to Logic (c. 4, Oxford, l906)] ha estudiado los antecedentes de la doctrina de Porfirio en Aristóteles. En los Tópicos (I, 4) reduce todo lo que se puede decir de un sujeto a tres grupos: génos (género), idion (propio) y symbebekós (accidente). En el grupo idion se ha de distinguir el tó ti en einai (esencia, especie), expresado por la definición (óros) y el idion propiamente dicho. La diaforá (diferencia) ha de ser clasificada con el género, porque es genérica. Apuleyo perfeccionó algo esta teoría; mas quédale a Porfirio el mérito de haber hecho en su Isagogé “una de las piezas maestras de la exposición lógica, superior a varios tratados del Organon aristotélico” (Peirce, en Baldwin, Dictionary of Philosophy and Psychology). En las traducciones latinas se le llamó comúnmente el tratado De quinque vocibus, De modis praedicandi. El primer empleo de la palabra praedicabile en sentido lógico, como equivalente a las griegas kategoroúmenenon y kategórema, se halla en las versiones latinas de los autores árabes. Según Prantl (Geschichte del Logik, 3, 28), el primero que la usó fue Lamberte de Auxerre. Alberto Magno contribuyó a vulgarizarlo con sus tratados In praedicabilibus (Obras, t. I, París, 1890).

Kant llamó Praedicabilien der reinen Verstandes (predicables del entendimiento puro), los conceptos a priori derivados de las categorías; por ejemplo, la fuerza, acción y pasión, derivadas de la causalidad: la destrucción y cambio, derivados de la modalidad (Kritik der reinen Vernunft, A, 82; B. 108).

Schopenhauer denomina Praedicabilia a priori las proposiciones a priori que se pueden afirmar sobre el espacio, tiempo y materia (Die Welt, suppl, l. 1, c. 6).



1926 “Prédicable” en el Vocabulaire technique et critique de la philosophie de André Lalande (1867-1963) (Librairie Félix Alcan, Paris 1926, vol. 2, págs. 616-617.)


Prédicable. G. κατηγορούμενον, Praedicabile; D. Prædicabile, E. Predicable; E. Prédicable; I. Predicabile. (Employé le plus souvent au pluriel).

Les prédicables sont les cinq classes de prédicats distingués par Porphyre, et d'après lui par tous les scolastiques: le genre, l'espèce, la différence, le prope et l'accident (Isagoge, I). On les appelle aussi quinque voces et modi prædicandi

Remarques

1. La classification de Porphyre repose sur une classification plus ancienne d'Aristote (Topiques, I, ch. 4, 101b17-25), où celui-ci, se proposant de réunir sous certaines rubriques très générales tout ce qu'il est possible de dire d'un sujet quelconque, en distingue trois: le genre (γένος); le propre (ἴδιον); l'accident (συμβεβηκός). Puis il ajoute que dans propre, il faut distinguer deux sens: d'une part le τὸ τί ἦν εἶναι, qui constitue la définition (ὄρος); de l'autre le propre aux autres sens de de mot, pour lesquels on doit le conserver. Restent donc en définitive quatre clases qu'il énumère ainsi: “ἤ ἴδιον, ἤ ὄρος, ἤ γένος, ἤ συμβεβηκός”. Quant à la différence (διαφορά) il n'est pas nécessaire, dit-il, de la mentionner à part, car elle est de la nature du genre: “την διαφορὰν, ώς οὖσαν γενικὴν, ὁμοῦ τῷ γένει τακτέον”. – Il semblerait plutôt qu'elle dùt étre comprise dans l'ὄρος.

2. Kant nomme Prädicabilien des reinen Verstandes tous les concepts a priori, mais dérivés, qui peuvent être tirés des prédicaments ou catégories. Il en donne pour exemple la force, l'action, la passion, dans la catégorie de la causalité; la présence (die Gegenwart), la résistance, dans la catégorie de la communauté; – l'origine (das Entstehen), la destruction, le changement, dans celle de la modalité. Krit. der reinen Vern., A. 82; B. 108. (Remarques sur la table des Catégories).

Schopenhauer, s'écartant plus encore du sens primitif de ce mot, a dressé sous le titre Prædicabilia a priori un tableau de toutes les propositions générales qui peuvent ètre affirmées a priori relativement à l'espace, au temps et à la matière. (Die Welt, suppl., livre I, ch. VI).

Rad. int.: Predikebl.


Sur Prédicable. – Critique complétée d'après les indications de MM. L. Robin et C. C. J. Webb. Celui-ci mentionne de plus qu'on trouve dans H. W. B. Joseph, Introduction to Logic, ch. IV (Oxford, 1906), une bonne exposition du rapport qui existe entre la clasification d'Aristote et celle de Porphyre.



1941 “Predicables” en el Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora (1912-1991) (Atlante, México 1941, pág. 432. = Atlante, México 1944, 2ª edición, págs. 560-561.)


Predicables se llaman en general los caracteres que pueden atribuirse a un sujeto. En la lógica clásica los predicables eran las clases de predicados que pueden intervenir en la definición. Basándose en la determinación aristotélica de lo que puede predicarse en general de un sujeto –el género (γένος), lo propio (ἴδιον), el accidente (συμβεβηκὸς) y la definición o limitación (όρος)–, Porfirio señala como predicables (κατηγορούμενα, praedicabilia) el género, la especie, la diferencia (διαφορά), lo propio y el accidente. El problema lógico de los predicables incitó en el curso de la Edad Media la disputa de los universales, que trascendió del campo formal para desenvolverse en las esferas ontológica y teológica. Entendidos sólo lógicamente, los predicables son los modos de efectuar una predicación o atribución y pueden dividirse en esenciales (género, especie, diferencia) y accidentales (propio, accidente). Para Kant, en cambio, los predicables son, en cuanto predicables del entendimiento puro, las categorías derivadas, en oposición a las originarias, llamadas por él predicamentos. Los predicables son, según Kant, fácilmente derivables ateniéndose a los principios ontológicos; así, a la categoría de causalidad se añaden los predicables de fuerza, acción y pasión; a la de comunidad, los de presencia y oposición; a la de modalidad, los de nacimiento, muerte y cambio.



1946 “Predicables y predicamentos” en el Diccionario manual de filosofía de José María Rubert Candau (1901-1979) (Madrid 1946, págs. 483-787.)


Predicables y predicamentos.– 1. Su noción.– 2. Clasificación aristotélica de los predicamentos.– 3. Clasificación de los predicables.– 4. Subalteración de los predicables.– 5. Comprensión y extensión de los conceptos.– 6. Oposición de los conceptos.

1. Su noción.– Todo concepto abstracto es universal, ya sea potencial o actualmente. Por ser abstracto, es siempre un aspecto de lo real que fundamentalmente ha sido intuido en un objeto concreto. La universalidad del concepto abstracto puede ser ya con relación a los objetos reales, ya también con relación a los objetos irreales, o sea, reproducidos mentalmente. La inteligencia intuye o se da inmediatamente cuenta de que el objeto abstracto existe o se da en un objeto real concreto, o en un objeto irreal. Este hecho de intuición lo expresamos mediante un acto mental ulterior llamado juicio; por él se expresa que lo abstracto se da o existe en otro objeto. El juicio es llamado también enunciación o predicación. De la misma naturaleza del objeto abstracto surge su característica de ser enunciable o predicable mediante un juicio mental. El mismo aspecto en sí, esto es, el propio objeto abstracto, es lo que se enuncia o predica; es, en otras palabras, el predicamento.

Por consiguiente, llamaremos predicamentos a los mismos objetos abstractos considerados en sí, y llamaremos predicables a los mismos objetos abstractos en cuanto son o pueden ser el elemento enunciado en un acto mental llamado juicio. El predicamento se confunde con el mismo objeto abstracto, y para darse como tal no es necesario que intervenga el acto mental del juicio, sino el simple acto de aprehensión o concepto; mientras que el predicable es el mismo predicamento considerado ya como elemento de un juicio, siendo lo que se enuncia o predica de un objeto. Los predicamentos serán los aspectos comunes de los seres, y los predicables dichos aspectos comunes, enunciados e enunciables, de los seres.

2. Clasificación aristotélica de los predicamentos.– Es más propio de la Ontología hacer una clasificación de los seres según sus modos de ser más comunes, como es más propio de la Lógica investigar una división de los predicables. Aunque sea escuetamente, consignamos la división de los predicamentos o categorías establecida por Aristóteles, que en sus miembros fundamentales es objeto de estudio en el tratado de la Ontología. El aspecto común a todos los seres es el concepto de ente o el concepto de lo que es o existe. Es común a todos los seres, y en eso se distingue de los predicamentos propiamente dichos, porque, aunque sean los aspectos más comunes, cada uno de los predicamentos no es aplicable a todos los seres. El ente y todo concepto que reúna la misma universalidad es llamado propiamente trascendental, para diferenciarle de los predicamentos propiamente dichos. Los predicamentos son diez, divididos en dos grandes miembros: la sustancia o el ser existente en sí, y el accidente, o el ser existente en otro. El accidente se subdivide en cantidad, cualidad, relación, acción, pasión, tiempo, lugar, posición (estar de pie) y hábito (encontrarse bien o mal).

3. Clasificación de los predicables.– Los predicables se pueden clasificar atendiendo a su relación con el objeto del cual se enuncian. Lo enunciado del objeto puede tener en el mismo objeto un diferente valor. Se puede enunciar del objeto algo esencial al mismo, o algo que no le pertenece esencialmente, y así tenemos predicables esenciales y no esenciales. Lo esencial del objeto puede ser la esencia íntegra, y en dicho caso el predicable se llamará especie; o bien lo esencial enunciado puede ser una parte de la esencia bajo dos aspectos. Si es la parte de la esencia común a otras esencias, es decir, aquel aspecto común en que convienen las esencias de varios objetos, el predicable se llama género; y si es la parte de la esencia propia y exclusiva de dicho objeto, esto es, aquel aspecto peculiar por el que se distingue este objeto de todos los demás, el predicable se llama diferencia.

Tenemos, por consiguiente, tres predicables esenciales: la especie, que enuncia la esencia total de un objeto; el género, que enuncia la parte de la esencia común a otros objetos, y la diferencia, que enuncia la parte de la esencia peculiar por la que se distingue un objeto de otro. Si el objeto es individual, las esencias serán individuales, y si el objeto es genérico, es decir, que expresamos mediante el concepto el modo de ser propio de un grupo de objetos individuales, la esencia se llamará específica.

El predicable no esencial puede subdividirse en dos grupos: lo enunciado del objeto puede expresar una característica del mismo que no forme parte de la esencia pero que se derive necesariamente de la misma acompañando al objeto necesariamente, y dicho predicable se denomina entonces propio. O bien lo enunciado no forma parte de la esencia del objeto, ni surge necesariamente de ello, pudiendo darse unido a la esencia o no, no acompañándole, por consiguiente, necesariamente. Este predicable se llama accidente, aunque frecuentemente se confunden ambos predicables no esenciales con el nombre común de accidente o predicables accidentales.

4. Subalternación de los predicables.– Si de la esencia del objeto abstracto surge su característica de ser enunciable, también del modo de ser del concepto abstracto surge la subalternación de los predicables, es decir, el hallarse unos predicables contenidos en otros. Si el predicable es el mismo objeto abstracto en cuanto enunciable, todo objeto abstracto que contenga una pluralidad objetiva será la base de una pluralidad de predicables contenidos dentro de él. Todo concepto compuesto contiene una pluralidad de elementos objetivos que pueden desenvolverse explícitamente al distinguir la inteligencia estos ulteriores aspectos dentro de un mismo objeto. Pero estos ulteriores aspectos pueden formar el objeto de un nuevo concepto, y así el objeto de un concepto puede ir contenido o implicado en el objeto de otro concepto más rico o amplio en elementos objetivos. Así, en el objeto «hombre» va implicado el objeto «sensible», y, por lo tanto, si formo el concepto de ser sensible o animal, el objeto animal va implicado en el objeto «hombre». Lo que equivale a decir que en el predicable «hombre» va implicado el predicable «animal».

De la implicación de unos predicables en otros se sigue el cambio de naturaleza de los mismos con relación a distintos objetos concebidos: un predicable especie puede pasar a ser un predicable género. Es decir, que lo que formaba la esencia total de un objeto, al hallarse implicado en otro objeto de mayor contenido objetivo pasa a formar en este otro objeto tan sólo una parte de la esencia. En el concepto «animal», forma el objeto «animal» un predicable especie; pero en el concepto «hombre», el objeto «animal», forma un predicable género. Teniendo presente esta implicación de unos predicables en otros y que el objeto abstracto, del que se sirve de base el predicable, existe o se da en un objeto concreto, se ve que los predicables forman una pirámide de conceptos cuya base es el concepto concreto, del que se derivan una serie de conceptos implicados unos dentro de otros, procediendo de más a menos amplitud objetiva, hasta llegar al vértice, formado por un concepto enteramente simple. Así, del concepto concreto «este hombre», arranca el concepto abstracto «hombre»; de hombre, «animal»; de animal, «ser vivo»; de ser vivo, «ser corpóreo», y de ser corpóreo, «ser sustancial», hasta llegar al vértice común de todos los conceptos, que es el concepto trascendental de «ser». Cada uno de estos conceptos contiene sucesivamente el objeto del concepto siguiente. Por eso, en la escala o serie de predicables encadenados unos con otros, podemos distinguir los predicables extremos de la serie, esto es, el predicable inferior de mayor contenido objetivo, que arranca siempre del concepto concreto, y el predicable superior, o sea, el último implicado de menor contenido objetivo, que tiene sobre sí tan sólo un concepto trascendental, quedando como predicables intermedios todos los restantes incluidos entre ambos extremos.

5. Comprensión y extensión de los conceptos.– Los predicables nos han descubierto que un objeto abstracto puede ser enunciado de uno o varios objetos según que en el contenido objetivo de cada uno de ellos se halle dicho objeto abstracto. Este hecho funda las características llamadas comprensión y extensión del concepto. La comprensión es el conjunto de elementos objetivos que constituyen el objeto formal del concepto. Y la extensión es el conjunto de objetos en que se da implicado dicho objeto formal. Lo mismo da que dichos objetos que forman la extensión del concepto, sean objetos abstractos que objetos concretos, pues el objeto formal de un concepto, por ser un objeto abstracto, igual puede existir implicado en un objeto abstracto que en un objeto concreto.

Comúnmente se establece entre la comprensión y la extensión del concepto una ley de relación inversa: a mayor comprensión, menor extensión, y viceversa. Esta ley, para establecer una relación fija e invariable, solamente puede referirse a los objetos abstractos, pues el número de los objetos concretos es siempre variable, por la mutabilidad de los seres contingentes. El número de plantas concretas o de animales concretos varía en el tiempo. Además, esta ley solamente es válida dentro de una serie de objetos abstractos implicados entre sí mutuamente, formando una pirámide o serie, como se ha visto en los predicables. En dicho caso, evidentemente el predicable superior es el de menor comprensión o menor pluralidad objetiva, pero asimismo es enunciable de todos los restantes predicables que forman la pirámide, por hallarse contenido en cada uno de ellos. A la inversa, el predicable inferior es el predicable de mayor comprensión o de mayor pluralidad objetiva; pero, por lo mismo, su extensión es mínima, por no hallarse contenido más que en los objetos concretos contingentes que de hecho existan, pero no en ningún otro objeto abstracto.

6. Oposición de los conceptos.– Al comparar los conceptos, esto es, sus elementos o contenidos objetivos, hemos visto su implicación, creando con ellos los predicables. Pero puede ocurrir un hecho diametralmente opuesto. Ya no solamente que no se halle implicado el uno en el otro, sino que el uno sea rechazado por el otro. Se trata de contenidos objetivos opuestos, es decir, que no pueden coexistir simultáneamente. La oposición de los conceptos, o sea, la incompatibilidad de coexistir simultáneamente sus elementos objetivos en un todo, admite una mayor o menor gradación, que funda su clasificación. Tenemos:

a) En primer lugar, la máxima oposición o la oposición contradictoria: es la oposición dada entre dos elementos objetivos por ser el uno la pura negación del otro, por ejemplo: «ser» y «no ser». La incompatibilidad contradictoria entre dos elementos existe siempre en cualquier objeto. Nunca pueden coexistir simultáneamente formando una sola realidad.

b) En segundo lugar, tenemos la oposición privativa, que se da entre dos elementos objetivos cuando el uno es una perfección exigida por el sujeto, y el otro la negación de esa misma perfección en el mismo sujeto que la reclama: «vista» y «ceguera» son dos conceptos opuestos privativamente, porque se refieren a la afirmación y negación de una perfección exigida por un sujeto. Se puede hablar de ceguera con relación al hombre, pero no con relación a un mineral.

c) En tercer lugar se halla la oposición contraria, que se da entre dos elementos objetivos que dentro de un grado positivo del ser se hallan situados en los dos extremos, de tal manera que no pueden coexistir simultáneamente en un mismo sujeto; por ejemplo: «el valor» y «la timidez», «blanco» y «negro».

d) Finalmente, existe la oposición relativa, que se da entre dos elementos objetivos que se implican mutuamente, pero en sentido opuesto, como «padre» e «hijo», no pudiendo, por consiguiente, coexistir ambos elementos en un mismo sujeto.

Predicamentos.– (Véase Predicables.)



1951 “Predicables” en el Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora (1912-1991) (Sudamericana, Buenos Aires 1941, 3ª edición, pág. 757.)


Predicables se llaman en general los caracteres que pueden atribuirse a un sujeto. En la lógica clásica los predicables eran las clases de predicados que pueden intervenir en la definición. Basándose en la determinación aristotélica de lo que puede predicarse en general de un sujeto –el género (γένος), lo propio (ἴδιον), el accidente (συμβεβηκὸς) y la definición o limitación (όρος)–, Porfirio señala como predicables (κατηγορούμενα, praedicabilia) el género, la especie, la diferencia (διαφορά), lo propio y el accidente. El problema lógico de los predicables incitó en el curso de la Edad Media la disputa de los universales, que trascendió del campo formal para desenvolverse en las esferas ontológica y teológica. Entendidos sólo lógicamente, los predicables son los modos de efectuar una predicación o atribución y pueden dividirse en esenciales (género, especie, diferencia) y accidentales (propio, accidente). Para Kant, en cambio, los predicables son, en cuanto predicables del entendimiento puro, las categorías derivadas, en oposición a las originarias, llamadas por él predicamentos. Los predicables son, según Kant, fácilmente derivables ateniéndose a los principios ontológicos; así, a la categoría de causalidad se añaden los predicables de fuerza, acción y pasión; a la de comunidad, los de presencia y oposición; a la de modalidad, los de nacimiento, muerte y cambio.

Lincoln Reis, The predicables and predicaments in the Totius Summa Logicae Aristotelis, 1936.– Véase también la bibliografía del artículo Categoría.



1953 “Predicable” en el Vocabulario técnico y crítico de la filosofía de André Lalande (1867-1963) (Edición en español sobre la quinta edición francesa de 1947: Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1953, pág. 791. = Edición en español sobre la novena edición francesa de 1962: Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1967, tomo 2, págs. 1008-1009.)


Predicable. G. κατηγορούμενον, Praedicabile; D. Prædicabile, E. Predicable; E. Prédicable; I. Predicabile. (Empleado comúnmente en plural).

Los predicables son las cinco clases de predicados distinguidas por Porfirio, y, a imitación de él, por todos los escolásticos: el género, la especie, la diferencia, el propio y el accidente (Isagoge, I). También se los llama quinque voces [las cinco palabras] y modi prædicandi [los modos del predicado (los modos de predicar)].

Advertencias

1. La clasificación de Porfirio se apoya en una clasificación más antigua de Aristóteles (Tópicos, I, cap. 4, 101b17-25), en la que éste, proponiéndose reunir, bajo ciertas denominaciones muy generales, todo lo que es posible decir de un sujeto cualquiera, distingue tres: el género (γένος); el propio (ἴδιον); el accidente (συμβεβηκός). Después añade que, en propio, hay que distinguir dos sentidos: por una parte, el τὸ τί ἦν εἶναι{1}, que constituye la definición (ὄρος); por otra, el propio en los demás sentidos de esta palabra, para los cuales debe conservársela. En definitiva, quedan, pues, cuatro clases que enumera así: “ἤ ἴδιον, ἤ ὄρος, ἤ γένος, ἤ συμβεβηκός”{2}. En cuanto a la diferencia (διαφορά), no es necesario, dice, mencionarla aparte, pues es de la misma naturaleza que el género: “την διαφορὰν, ώς οὖσαν γενικὴν, ὁμοῦ τῷ γένει τακτέον”{3}. – Parecería más bien que debiera estar comprendida en el ὄρος [la definición].

2. Kant llama Prädicabilien des reinen Verstandes{4} a todos los conceptos a priori, pero derivados, que pueden ser sacados de los predicamentos o categorías. Da como ejemplo la fuerza, la acción, la pasión, en la categoría de la causalidad; la presencia (die Gegenwart), la resistencia, en la categoría de la comunidad; – el origen (das Entstehen), la destrucción, el cambio, en la de la modalidad. Krit. der reinen Vern., A. 82; B. 108. (Observaciones sobre la tabla de las Categorías).

Schopenhauer, apartándose más todavía del sentido primitivo de este vocablo, trazó con el título de Prædicabilia a priori un cuadro de todas las proposiciones generales que pueden ser afirmadas a priori relativas al espacio, al tiempo y a la materia. (Die Welt, supl., lib. I, cap. VI).

Rad. int.: Predikebl.

{1} 1. La quididad *. {2} “O propio, o definición, o género, o accidente”. {3} “La diferencia, en cuanto es genérica, debe ser colocada en la misma clase que el género.” {4} “Predicables del entendimiento puro.”


Sobre Predicable. – Crítica completada de acuerdo con las indicaciones de L. Robin y C. C. J. Webb. Éste menciona, además, que se encuentra en H. W. B. Joseph, Introduction to Logic, cap. IV (Oxford, 1906), una buena exposición de la relación que existe entre la clasificación de Aristóteles y la de Porfirio.



1955 “Los Predicables” en Filosofía. Primer curso de Magisterio, de Gustavo Bueno, Leoncio Martínez y Carmen S. Revilla (Anaya, Salamanca 1955, págs. 114-115.)


4. Los Predicables. Las ideas, por ser universales, se pueden aplicar las unas a las otras, identificándose entre sí. Por ejemplo, la idea de animal puede aplicarse a la idea de hombre, identificándose con ella, y, por tanto, predicándose de ella; es decir, que “animal” es un predicado de “hombre”, algo que yo puedo decir de hombre.

Ahora bien: esta identificación de unas ideas con otras puede tener lugar de diversos modos; por ejemplo, puede cumplirse de un modo necesario y de un modo no necesario. Pues bien: según PORFIRIO (siglo III d. C.), existen cinco formas de identificarse unas ideas universales con otras, y, por lo tanto, cinco modos de predicarse unas ideas de otras: como género, como especie, como diferencia, como propio y como accidente (quinto predicable).

Predicables son los conceptos universales, en cuanto que se pueden predicar o identificar con los inferiores. Hay cinco formas distintas de identificarse un concepto con sus inferiores y, por tanto, cinco clases de predicables.

Una idea puede identificarse con otra de un modo necesario y de un modo no necesario. Así, la idea de esfera se la aplico a un trozo de cera de un modo no necesario, pues puedo cambiar la figura identificada al trozo de cera. Si le he dado forma esférica puedo decir: mi trozo de cera es esférico, está identificado con la forma esférica, pero de un modo no necesario, es decir, accidental (según el quinto predicable). En cambio, la idea de extensión está identificada a la idea de cera de un modo necesario: no puedo concebir el trozo de cera sin la idea de extensión.

Por otra parte, las ideas, unidas necesariamente a otras, pueden fundar la identidad en distintos motivos. Así, puede suceder que la identidad sea necesaria, pero no esencial, ya que entendemos por esencia aquello por lo cual un objeto es una cosa y no otra. Pero de la esencia pueden derivarse propiedades que son necesarias a ella, pero no esenciales, en el sentido dicho. Pueden, por último, las ideas ligarse o identificarse a otras de un modo esencial, bien sea con toda la esencia, bien sea con parte de la misma. Así, la idea de animal se identifica esencialmente con la idea de hombre, pero sólo con parte de la esencia, pues la animalidad no es toda la esencia del hombre, sino una parte; además, una parte que es común con otras esencias (con los leones o las aves, por ejemplo). A los predicables que son esenciales y a la vez comunes con otras esencias se les llama géneros.

He aquí, en un cuadro, las cinco clases de identificación de las ideas (universales) con sus inferiores:

esquema

Ejemplos: Por respecto de hombre: el género es animal; la diferencia es racional; la especie, animal racional; propio, ser libre o hablar; accidente, ser griego, rubio, &c.

Es preciso no confundir el accidente como categoría y el accidente como predicable (o como categorema, que también se llaman los predicables). Como categoría, el accidente es una idea que afecta a otra como sujeto de inhesión; se diferencia de las ideas sustanciales que residen en sí mismas. Pero una idea sustancial puede estar unida a otra de un modo no necesario (como accidente, quinto predicable). Así, la idea de existencia es sustancial, y sin embargo se une accidentalmente (quinto predicable) a las esencias finitas, que sólo a la esencia divina se le une necesariamente (y por eso Dios es Ser necesario). Por otra parte, entre los accidentes caben relaciones necesarias; así, la figura es un accidente (categoría) necesariamente unido a la extensión.



1957 “Predicables” en el Diccionario de filosofía [1957] de Walter Brugger, S. I. (1904-1990) (Herder, Barcelona 1967, 5ª ed. en español, pág. 375.)


Predicables. Los conceptos universales pueden considerarse ya según su contenido ya según el modo como se predican de los objetos comprendidos bajo ellos. Así, v. gr., los conceptos «casa» y «máquina» difieren desde el punto de vista del contenido, pero ambos se predican de la misma manera de los objetos por ellos significados: se predican como género bajo el cual existen varias especies. Mientras que los conceptos dispuestos conforme a su contenido constituyen las ↗ categorías, agrupados, atendiendo a su modo de predicarlos, forman cinco clases llamadas predicables, a saber: género, especie, diferencia específica, propio o propiedad y accidente lógico o cualidad accidental, clasificación en la cual las relaciones se tratan como cualidades. Como consecuencia, los conceptos mismos reciben también el nombre de predicables en cuanto entran en una de estas clases. Puesto que el pensar atiende primero al contenido y sólo después de reflexionar (↗ Reflexión) al modo de predicación, las categorías se denominan también primeras intenciones y los predicables segundas intenciones universales reflejos. Las categorías pertenecen a la ↗ ontología; los predicables, a la ↗ lógica.– De los cinco modos de predicación resultan cinco predicables. En efecto, un concepto se predica de los objetos o como concepto correspondiente a la totalidad o como concepto de una parte. El concepto de la totalidad denota o la esencia enteramente determinada: la ↗ especie, v. gr., hombre, o la esencia ulteriormente determinable de manera conceptual: el género v. gr., animal; el género abraza siempre varias especies. El concepto que corresponde a una parte expresa o bien el determinante radicado en el concepto específico: diferencia especifica, v. gr., racional con respecto a hombre, o bien un determinante situado fuera del concepto de la especie. Este determinante puede estar unido necesariamente o per se con el concepto específico: propio, v. gr., la facultad de reír, o ser meramente accidental (per accidens):accidente lógico, v. gr., la risa. La tabla de predicables elaborada por Aristóteles aparece en su deducción como necesaria y completa.– [Josef SANTELER].

a) ARISTÓTELES, Tópicos I, 4-5; PORFIRIO, Introducción a las categorías; b) J. GEYSER, Grundlagen der Logik und Erkenntnislehre, 1909, n.° 120; J. DE VRIES, Lógica, 1950, nos. 166-173; [A. GÓMEZ IZQUIERDO, Análisis del pensamiento lógico, 2 vols., 1928-1943; MERCIER, Lógica, 2 vols., 1942].



1958 “Predicables” en el Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora (1912-1991) (Sudamericana, Buenos Aires 1958, 4ª edición, págs. 1092-1093. = Sudamericana, Buenos Aires 1965, 5ª edición, tomo 2, págs. 468-469. = Alianza, Madrid 1979, 6ª edición, tomo 3, págs. 2664-2665.)


Predicables. En Top. I, 4, 101 b 11 sigs. Aristóteles presentó una clasificación de los diversos modos de relación entre el sujeto y el predicado: se trata de los llamados predicables (praedicabilia, κατηγορούμενα). La base de la clasificación la constituyen las nociones de convertibilidad y no convertibilidad del sujeto con el predicado, y de esencialidad y no esencialidad del predicado con respecto al sujeto. La relación de sujeto con predicado que es convertible y esencial se llama definición, ὄρος. La relación de sujeto con predicado que es convertible y no esencial se llama propiedad, ἴδιον. La relación de sujeto con predicado que es esencial y no convertible se llama género, γένος, o diferencia, διαφορά. La relación de sujeto y predicado que es no esencial y no convertible se llama accidente, συμβεβηκὸς.

Porfirio recogió esta doctrina aristotélica en su Isagoge, pero presentó cinco predicables: el género, la especie, εἶδος, la diferencia, la propiedad o lo propio y el accidente (son las llamadas cinco voces, quinque voces, πέντε φωναί). Según Porfirio, lo que hay de común en todas estas nociones es el hecho de ser atribuidas a una pluralidad de sujetos (bien que, como va indicó David en su comentario a las Categorías, dichas nociones, no sean homólogas). Así, dice Porfirio, “el género es afirmado de las especies y de los individuos, lo mismo que la diferencia; la especie es afirmada de los individuos que contiene; lo propio es afirmado de la especie de la cual es lo propio y de los individuos colocados bajo esta especie; el accidente es afirmado a la vez de las especies y de los individuos. En efecto, el animal es atribuido a los caballos y a los bueyes, que son individuos; la diferencia es atribuida a los caballos y también a los bueyes y a los individuos de estas especies. Pero la especie, por ejemplo el hombre, no es atribuida más que a los hombres particulares. Lo propio, por ejemplo la facultad de reír, es atribuida a la vez al hombre y a los hombres particulares. Lo negro, que es un accidente separable, es atribuido a la vez a la especie de los cuervos y a los cuervos particulares. Y moverse, que es un accidente separable, es atribuido al hombre y al caballo, pero es atribuido primordialmente a los individuos, y también, aunque secundariamente, a las especies que contienen los individuos”. Porfirio examina, además, ciertos caracteres comunes al género y a la diferencia, la diferencia entre el género y la diferencia, los caracteres comunes al género y a la especie, la diferencia entre el género y la especie, la diferencia entre el género y la especie, los caracteres comunes al género y a lo propio, la diferencia entre el género y lo propio, los caracteres comunes al género y al accidente, la diferencia entre el género y el accidente, los caracteres comunes a la diferencia y a la especie, la diferencia entre la especie y la diferencia, los caracteres comunes a la diferencia y a lo propio, la diferencia entre lo propio y la diferencia, los caracteres comunes a la diferencia y al accidente, los caracteres propios de la diferencia y del accidente, los caracteres comunes a la especie y a lo propio, la diferencia entre la especie y lo propio, los caracteres comunes a la especie y al accidente, la diferencia entre la especie y el accidente, los caracteres comunes a lo propio y al accidente inseparable y finalmente, la diferencia entre lo propio y el accidente. Algunos de estos predicables tienen varios sentidos. Así, lo propio puede entenderse o como lo que pertenece accidentalmente a una sola especie, o como lo que pertenece accidentalmente a la especie entera, o como lo que pertenece a una sola especie solamente en un momento, o como el concurso de todas estas condiciones.

La investigación de Porfirio ejerció gran influencia sobre la filosofía medieval y, en general, sobre la escolástica de todas las épocas. Los predicables fueron entendidos por la Escuela no solamente en el sentido lógico, sino también ontológico. Entendidos lógicamente son definidos como los diversos modos de efectuar una predicación y se dividen en esenciales (género, especie, diferencia) y accidentales (propio, accidente). Es usual, siguiendo a Aristóteles, distinguir entre el predicable como forma de efectuar la predicación en una relación sujeto-predicado, y la categoría (véase) como determinación de un término en sí mismo, o término independiente y “absoluto”. Hay que advertir que la doctrina de los predicables fue expuesta por algunos autores árabes medievales, entre los cuales destaca Avicena. Según este autor (Cf. Metafísica, trad. M. Cruz Hernández, 1950, p. 85) hay cinco predicables o “expresiones universales que coinciden en poder ser predicados de las cosas particulares que son inferiores a ellos”: son el género, la especie, la diferencia, lo propio y el accidente común. Los predicables según Avicena pueden, como indica Cruz Hernández (op. cit., p. 209), ser clasificados en dos grupos: predicables con caracteres constitutivos (como género, especie, diferencia) y predicables con caracteres derivativos (propio y accidente común) –la misma división escolástica, pues, entre predicables esenciales y accidentales–. A su vez Avicena indica (op. cit., 86-87) que el predicado accidente común puede ser de cuatro clases: el concomitante, que pertenece a la cosa completa y a otras; el concomitante que pertenece a algunas cosas y a veces a otras; lo que es accidental para toda cosa y a veces para otras, y lo que es accidental para algunos y a veces pertenece a otros. En cuanto a lo propio (op. cit., p. 87), puede ser de tres clases: lo que es concomitante para todos y siempre; lo que es concomitante para algunos y siempre; lo que no es concomitante, pero no pertenece sino a la cosa sola. Como esta clasificación está basada en la noción de concomitante, conviene dar la definición de Avicena: “Concomitante es lo que cualifica necesariamente a la cosa después de la verificación de su esencia, en tanto que ésta sigue a su esencia, no en tanto que ésta es intrínseca a la verdad de su esencia” (op. cit., p. 84).

Edición de la Isagoge en A. Busse, Commentaria in Aristotelem Graeca, IV, 1, 1887, pp. 1-22. Traducción latina de Boecio en íd., pp. 25-51. Los tres comentarios griegos a la Isagoge que poseemos son los de Ammonio (Commentaria, IV, 3, 1891, ed. A. Busse); de Elías (ibídem, XVIII, 1, 1900), ed. A. Busse, y David (ibídem, XVIII, 2, 1904, ed. A. Busse). Entre los muchos comentarios latinos figuran los de Boecio (Migne, PL. LXIV, 71-158), los de J. Pacius (1605) y los de Sylvester Maurus (1688). Estos comentarios han sido usados en la versión francesa, con notas, por J. Tricot (París, 1947), que hemos tomado por base para nuestro artículo.– Véase la bibliografía del artículo Categoría..



1961 “Predicables” en el Diccionario de filosofía [1961] de Nicola Abbagnano (1901-1990) (FCE, México 1974, 2ª ed. en español, pág. 943.)


Predicables (gr. κατηγορούμενα; lat. praedicabilia; ingl. predicables; franc. prédicables; alem. Prädicabilien; ital. predicabili). Los universales, en cuanto resultan adecuados por naturaleza para ser predicados de pluralidad de cosas. Porfirio enumeró por primera vez los cinco universales simples o primitivos, a saber: el género, la especie, la diferencia, lo propio y el accidente (Isag., 1). Aristóteles enumeró como elementos de toda proposición o problema cuatro elementos, o sea la definición, lo propio, el género y el accidente (Top., I, 4, 101 b 24), pero esta enumeración, que incluye la definición (compuesta de género y de especie), no toma en consideración la simplicidad de los elementos. La enumeración de Porfirio se convirtió en clásica y entró a formar parte integrante de la lógica tradicional.

En cambio no ha tenido seguidores la propuesta kantiana de denominar Predicables a los conceptos del entendimiento que resultan de las categorías, como serían, para Kant, los conceptos de fuerza, acción, pasión, que resultan de la categoría de la causalidad; de presencia y resistencia, que resultan de la categoría de la reciprocidad; del surgir, del perecer, del cambiar, que resultan de las categorías de la modalidad, &c. (Crít. R. Pura, § 10).

La noción ha desaparecido en la lógica contemporánea (véanse los artículos pertinentes).



1965 “Predicables” en el Diccionario soviético de filosofía


Predicables (del latín “praedicabilia”.) Clases de predicado en la lógica aristotélica. Aristóteles, en los Tópicos, enumera cuatro predicados: género, especie, carácter propio y carácter accidental. Porfirio, comentador de Aristóteles, añade a esta enumeración la diferencia específica. Los predicables se contraponen a los nombres singulares, dado que estos últimos, a diferencia de los primeros, no pueden ser predicados. En Aristóteles, la teoría de los predicables está ligada a la teoría sobre los géneros de “enunciado” - categorías (praedicamenta). (Diccionario filosófico · 1965:372)

Predicables (del latín “praedicabilia”.) Géneros del predicado en la lógica aristotélica. Aristóteles cuenta cuatro predicables: género, especie, carácter propio y carácter casual. Los predicables se contraponen a los nombres singulares, ya que estos últimos, a diferencia de los predicables, no pueden ser predicados. (Diccionario de filosofía · 1984:345)