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Árbol de Porfirio


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Árbol de Porfirio

Cuando, en Isagoge, Porfirio de Tiro (233-310?) está tratando de caracterizar a la especie, distinguiendo entre los géneros generalísimos o supremos y las especies especialísimas, advierte que el género supremo es aquel por encima del cual no puede haber un género superior; así mismo, la especie especialísima deberá entenderse como aquella por debajo de la cual no existe ninguna especie subordinada. Pero, entre el género supremo y la especie especialísima, admite la existencia de otros subalternos que pueden ser género y especie al mismo tiempo, claro, que siempre con relación a cosas distintas. Así, si tomamos las categorías como géneros supremos cabría decir, por ejemplo, que la “substancia” constituye un género que acoge bajo ella al cuerpo; bajo el “cuerpo”, al “cuerpo animado”; bajo este, estaría el “animal” y, por debajo del animal, el “animal racional”, bajo el cual, a su vez, están “Sócrates”, “Platón” o cualquier “hombre particular”. Como vemos, Porfirio estaba estableciendo, a través de una metodología dicotómica, lo que tradicionalmente se denominó “árbol de Porfirio”. Mediante el ingenio de este sistema lógico se ordenaban las ideas concebidas unívocamente según las leyes de la intensión y la extensión. En efecto, mientras los géneros y las especies subalternas iban ganando en intensión, a medida que descendíamos del árbol, perdían extensión. Y, al revés, el género supremo tenía una amplia extensión a costa de una intensión más débil. Como se sabe, por otra parte, podemos encontrar antecedentes de este procedimiento en el método de las divisiones de Platón (428/427–347 a. C.), en los Tópicos de Aristóteles (384/383–322 a. C.) y en Las Eneadas de Plotino (203/204-270).

El sistema lógico de los predicables y, por tanto, el árbol de Porfirio han estado a la base de numerosos sistemas de definición y clasificación, en distintos ámbitos gnoseológicos, desde la Edad Media hasta nuestros días; y aún se podrían citar algunos ejemplos recientes de ejercicio de la lógica univocista porfiriana. Ofrezcamos aquí, sin embargo, dos ejemplos clásicos de cómo esta metodología ha sido ejercida.

En primer lugar, la definición de Historia de Jerónimo Ezquerra Blancas (1587-1654); en segundo lugar, el sistema taxonómico de Carlos Linneo (1707-1778).

En su obra, Genio de la Historia, Jerónimo Ezquerra Blancas trata de la “naturaleza y ser” de la Historia en toda su amplitud, incluso teniendo en cuenta lo que “menos propiamente se puede llamar con ese nombre”. Así, con este propósito, establece su método; un procedimiento que no era otro que el árbol de Porfirio: “De la cual amplitud nos iremos recogiendo por la división de varios nombres y especies a la que más particular y propiamente goza con el nombre, la naturaleza y ser de la Historia”. Efectivamente Ezquerra Blancas establece la definición de la Historia mediante las divisiones partiendo del género (“narración”) y, teniendo en cuenta la diferencia, descendiendo por el género subalterno y la  especie (“significada”, “escrita”, “hablada”, “humana”, “divina”) hasta llegar a la Historia propiamente humana de la que dirá: “la que fuere narración humana y de cosas humanas, será Historia humana con todo rigor y propiedad”.

Igualmente, el sistema de clasificación de Linneo constituye uno de los ejemplos más genuinos de ejercicio de la lógica porfiriana. Se trataba de una clasificación de los seres vivos basada en un sistema según el cual se utilizaba un nombre para designar el género y un segundo para la especie. Este sistema no era otro, pues, que el de la aplicación del género y la diferencia según el cual se suponía que se estaba dando la definición de la esencia de lo que se definía, siguiendo así la más estricta lógica porfiriana aristotélica. Un sistema arborescente que partía de géneros supremos y descendía hasta las especies inferiores. Desde esta perspectiva, cualquier ser vivo (vegetal o animal) podría ser clasificado trepando por el árbol taxonómico hasta llegar al género generalísimo superior más extenso. El sistema de Linneo tuvo un éxito indeleble durante mucho tiempo, hasta que la teoría de la evolución rompió con la concepción fijista de las especies demoliendo así la cimentación porfiriana.

El sistema del árbol de Porfirio concibe los géneros como géneros anteriores, lo que de algún modo significa que el género contiene en sí todo lo que viene después. De ahí, que el género tenga que pensarse como anterior a la especie. La especie consecuentemente se definirá por la diferencia específica y se incluye en los géneros próximos, a su vez definidos por diferencias genéricas. Y, como hemos visto, estos en géneros subalternos hasta llegar a la categoría que es el género generalísimo o supremo. Se entiende que este sistema está diseñado según la lógica de clases en la que la relación definitoria es la relación de inclusión. En el fondo, se trata del sistema silogístico aristotélico. Este es el mecanismo que explica el funcionamiento del sistema linneano, claro, que mientras se mantuvo la concepción creacionista en la que se apoyaba el fijismo de las especies. A este respecto, el ingenio de Porfirio funcionaba como un mecanismo perfecto. Sin embargo, el darwinismo al socavar las bases creacionistas tumbó el fijismo. Ahora las especies proceden unas de otras según las transformaciones que se operen. La revolución darwinista era, a la vez y tanto más que una revolución biológica, una revolución lógica. Consecuentemente, se pusieron en entredicho los supuestos del árbol de Porfirio. El género, en cuanto que género anterior, no será suficiente y reclama una nueva concepción del mismo que permita incorporar la transformación de unas especies en otras. En otras palabras, es necesario tener en cuenta las particularidades dialécticas de la transformación de las especies. En este sentido, desde nuestras coordenadas, hablaremos de “género posterior” a las especies para referirnos a aquel género que se constituye en virtud del desarrollo y aparición de las nuevas especies. Si el género anterior nos remitía a las totalidades distributivas y a las clases porfirianas, ahora, el género posterior nos remite a las totalidades atributivas y a las clases combinatorias, así como al concepto de esencia genérica frente a la esencia de prosapia porfiriana, “una concepción ontológica o un uso práctico de la Idea de esencia como especie porfiriana (una concepción que está relacionada con el fijismo de la ontología megárica) ha de considerarse aquí como notoriamente inadecuada” (Gustavo Bueno).

Marcelino Javier Suárez Ardura

Isagoge  ❦  Predicables


1503

1503 Beato Agustino Triunfo de Ancona (1240-1328), Destructio sive Eradicatio totius Arboris Porphirii. Magni philosophi ac sacræ Theologiæ Doctoris eximii Augustini Anchonitani ordinis Fratrum Heremitarum Sancti Augustini: Cū quadā Decretali eiusdē.
Juan Antonio de Benedicto, Bolonia 1503 (10 de julio), 20 hojas sin numerar (imagen de la portada). Al final (hoja 20 vuelto): “Explicit destructio in arborem porphirianam… Augustini de Anchona: ordinis Fratrum heremitarum sancti Augustini. Diligenter emendata per Venerabiles sacre Theo. Lectores fratrem Augustinum de Placentia: Venerabili Cursore sacre Theologie, Fratre Augustino de Carmagnolia coadinnante. Revisaque per Eximium Doctorem Magistrum Alexandrum Achillinum Bononiensem. Impressa Bononiae per Joannem Antonium de Benedictis cinem Bononiensem. 1503, die 10 Julii.”

 
1584

1584 «Ἀριστοτελους ὀργανον. Aristotelis Stagiritæ peripateticorum principis Organum, Hoc est libri omnes ad logicam pertinentes Græcè & Latiné. Iul. Pacius recensuit: è Græca in Latinam linguam conuertit…», Guillelmus Laimarus, Morges 1584, página 9: “Isagoge. Genus generalissimum”.

 

1688 «Árbol de Porfirio llaman mis Lógicos al que no está derecho sino vuelto al revés; y creo que en los que se cubren a la sombra de ese frondoso Árbol de la Compañía, hay muchos Árboles de Porfirio: mas si el Filósofo dijo que los hombres eran árboles al revés, qué mucho es que se precien de ser árboles al revés los hombres?» (José de Vega, Confusión de confusiones. Diálogos curiosos entre un Filósofo agudo, un Mercader discreto, y un Accionista erudito, Amsterdam 1688, diálogo cuarto, pág. 385.)
[ → Carmen Baños, “Confusión de confusiones” (EFO) + “Confusión de confusiones” (El Basilisco.) ]

1786 «Árbol, en la Lógica se dice del orden, y serie natural de los géneros, especies, e individuos; y se llama árbol, porque lo colocan todo en una figura que se le semeja: llámase tambien árbol de Porfirio, porque le inventó.» (Esteban de Terreros y Pando, Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes, Madrid 1786, tomo primero, pág. 139.)

1787 «IV. El ente se divide en ente que subsiste por sí mismo; el cual constituye la substancia, y en ente que está en otro, que suele llamarse accidente y el accidente en esta acepción, como puede ser atributo, aún esencial al sujeto, se extiende a más que el accidente común, o predicable. Porfirio en la introducción a las Categorías divide casi de este modo las substancias: O es la substancia corpórea, y constituye al cuerpo, o es incorpórea, y repugna al cuerpo, y se llama espíritu: además de esto el cuerpo, o es animado, y constituye al viviente, o inanimado, y repugna al viviente: el viviente se divide en sensitivo, que es animal, y en insensitivo, que repugna al animal: el animal o es racional, y constituye al hombre, o irracional, y constituye al bruto: el hombre finalmente contiene en sí los individuos Sócrates, Platón, &c. En esta división, o como la llaman árbol de Porfirio hay tres ramas, o líneas; la primera es la del medio, que se llama recta, en la cual se contienen los géneros, especies, e individuos, es a saber, el género supremo ente y los géneros y especies subalternas, substancia, cuerpo, viviente, animal, y en el último lugar la especie ínfima hombre, bajo de la cual se ponen inmediatamente los individuos Sócrates, Platón &c. las otras dos líneas puestas a los lados, se llaman colaterales, en las cuales se colocan las diferencias superiores, y las inferiores; o las genéricas, que constituyen los géneros, y las específicas, que constituyen las especies v. g. subsistente por sí, y existente en otro, que son las diferencias del ente; corpórea, e incorpórea, que son las diferencias de la substancia; animado, e inanimado, que son las diferencias del cuerpo, y así de las demás.» (Francisco Jacquier [1711-1788], Instituciones filosóficas… traducidas al castellano por don Santos Díez González [1743-1804], Madrid 1787, tomo primero: Primera parte, De la Lógica. De la percepción; Capítulo segundo, De la percepción; Artículo III, De los universales, y de la distinción de los grados metafísicos, § IV, pág. 53.)

1885 «28. Los predicables.– Su número.– Subordinación de las especies y géneros.– Árbol de Porfirio.– Las categorías.– Cuántas y cuáles son según Aristóteles.– Comparación crítica de las categorías conocidas con el nombre de aristotélicas con las de Kant.» (“Cuestionario oficial para los exámenes del grado de Bachiller. […] Sección cuarta. Psicología, Lógica y Ética. […] Lógica […] Madrid 30 de Septiembre de 1885.= Aprobado por S. M.= Pidal.”, Colección legislativa de España, segundo semestre de 1885, Madrid 1886, pág. 1390.)


1958 “Árbol de Porfirio (Arbor porphyriana)” en el Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora (1912-1991) (cuarta edición: Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1958, págs. 97-98.) [no figura en las tres ediciones anteriores de 1941, 1944 y 1951.]


Árbol de Porfirio (Arbor porphyriana). Se da este nombre al cuadro en el cual se presenta la relación de subordinación (sólo lógica, según unos; lógica y ontológica, según otros) de la substancia considerada corno género (→) supremo a los géneros y especies inferiores hasta llegar al individuo. Porfirio trata este asunto en el capítulo de la Isagoge sobre la especie (→). Dice en él que “en cada categoría hay ciertos términos que son los géneros más generales; otros que son las especies más especiales; y otros que son los intermediarios entre los géneros más generales y las especies especialísimas” (ínfimas). El término más general es definido como aquel por encima del cual no puede haber otro género más elevado; el más especial, aquel debajo del cual no puede haber otra especie subordinada; los términos intermediarios, los que están situados entre ambos y son a la vez géneros y especies. Tomando como ejemplo una sola categoría –la substancia– Porfirio procede a mostrar cuáles son los géneros y especies intermediarios y, al final, los individuos –o ejemplos de individuos. Encuentra entonces una serie que da origen al siguiente esquema, en lo esencial empleado por Boecio, y popular desde la exposición de Julius Pacius, en su Aristotelis Organum (1584):

La substancia, dice Porfirio, es sólo género; el hombre es la especie especialísima o ínfima y es sólo especie; el cuerpo es especie de la substancia y género del cuerpo animado; el cuerpo animado es especie del cuerpo y género del animal; el animal es especie del cuerpo animado y género del animal racional; el animal racional es especie del animal y género del hombre; el hombre es especie del animal racional, pero no género de los individuos, pues –como se dijo– es sólo especie. Los términos intermediarios tienen así dos caras o aspectos; los términos extremos sólo tienen un aspecto o cara. Y la especie especialísima o ínfima tiene también sólo un aspecto o cara. Es especie de los individuos, por contenerlos, y especie de los términos anteriores –superiores– por estar contenido por ellos. Se concluye, pues, diciendo que el género más general es el que, siendo género, no es especie; la especie especialísima, lo que, siendo especie, no puede ser dividido en especies; el individuo, lo que no puede ser subdividido en otros términos.»

grabado del Árbol de Porfirio

Términos intermediarios: géneros y especies subordinados: subalternosSubstancia (género supremo o generalísimo)
Cuerpo
Cuerpo animado
Animal
Animal racional
Hombre (Especie ínfima especialísima)
Sócrates, Platón, &c. (Individuos)