Antropología
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De acuerdo con su etimología la antropología se define como “ciencia del hombre”, como “estudio de la estructura esencial o fundamental del hombre”. El término lo usó por primera vez Magnus Hundt (1449-1519), en 1501, en una obra en la que estudia el cuerpo humano desde las perspectivas anatómica, fisiológica, filosófica y teológica. Años más tarde, en 1596, el humanista protestante Otto Casman (1562-1607) publicó otro libro con este título.
Aunque, en principio, la definición etimológica parece clara, enseguida surgen las dudas: ese estudio del hombre ¿se hace en cuanto cuerpo? ¿en cuanto alma o espíritu? ¿en cuanto compuesto de ambos?; esa ciencia del hombre, ¿tiene que ver más con ciencias humanas como la psicología o la sociología?, ¿o podemos considerarla como una historia natural? Parece que definir la antropología como “ciencia del hombre” remueve una serie de problemas que nos indican que cuando nos referimos a la antropología no estamos sólo en un campo de estudio científico, sino también filosófico.
Desde el punto de vista filosófico, el uso que se hace de “antropología” pretende ser el de una Antropología general bajo la denominación de Antropología filosófica como disciplina sistemática que trata de la idea de Hombre. Ahora bien, la idea de Hombre está entretejida con otras ideas como Verdad, Conocimiento, Libertad, Moral, Derecho… que dependen de concepciones filosóficas generales. Por ejemplo, en la Antigüedad la idea de Hombre se vinculaba a ideas y disciplinas prácticas que tenían que ver con la Medicina, con la Ética y con la Política, de manera que los problemas en torno al Hombre quedaban planteados desde coordenadas filosóficas que no son propiamente antropológicas, sino que más bien son un tipo de reflexiones que se conforman como filosofías del hombre.
La Antropología filosófica, en cambio, atiende en especial a la idea de Hombre, como idea ontológica fundamental. Y como los tratamientos de la idea de Hombre son muy distintos según los diferentes planteamientos (idealistas, espiritualistas, materialistas…), debemos advertir que “Antropología filosófica” no es más que el rótulo que encubre diferentes antropologías filosóficas enfrentadas entre sí.
En 1928, Max Scheler (1874-1928) publicó El puesto del hombre en el cosmos, y a partir de entonces se van configurando antropologías filosóficas como la de Arnold Gehlen (1904-1976), la de Helmut Plessner (1892-1985) o la de Ernst Cassirer (1874-1945), en las que el procedimiento común es ir predicando conceptos distributivos al sujeto “hombre”: por ejemplo, el hombre como “animal simbólico” (Cassirer), el hombre como “ser práxico” (Gehlen) o “el hombre es libertad” (Sartre).
A este tipo de antropologías filosóficas las llamaremos “Antropología de predicados”.
Desde el punto de vista científico, cuando hoy nos referimos a la antropología, ésta suele asociarse con un determinado tipo de estudios sobre rasgos de las sociedades urbanas actuales; sin embargo, las disciplinas antropológicas científicas tienen una larga tradición histórica en la que cabe distinguir una Antropología médica, una Antropología biológica o física y una Antropología cultural.
La Antropología médica es la más antigua; se remonta al primer tratado que se conserva sobre la naturaleza del hombre, un escrito atribuido a Polibio de Cos, discípulo de Hipócrates. La Antropología médica articula los rasgos fisiológicos del individuo humano (órganos, huesos, músculos…) en torno al par salud / enfermedad.
La Antropología biológica, también llamada física, es la Antropología de la Historia Natural de Buffon y la del Systema naturae de Linneo. Su campo de estudio son los individuos enclasados en razas y variedades, y ligados a diferentes climas y lugares. Supuesto que el hombre se entiende como una especie, la Antropología física se organizará como Antropología de razas.
La Antropología cultural toma como términos de su campo a grupos de individuos (bandas, clanes, tribus…), en tanto estos grupos constituyen unidades o círculos culturales distribuidos territorialmente en culturas concretas que están geográficamente delimitadas: los nuer de Sudán del Sur, los dogón del centro de Mali, los trobriandeses de Papúa (Nueva Guinea)… Se trata de sociedades ágrafas y relativamente aisladas, que se rigen por normas sujetas a los mitos, la magia y la religión primitiva.
Entre estas tres antropologías científicas surgen inmediatamente problemas de demarcación: cuando la antropología médica recomienda, según criterio hipocrático, ciertas “aguas, aires y lugares” se dirige a individuos que viven en un medio fabricado por la propia cultura humana y, en este sentido, la perspectiva de la antropología médica queda confundida por la de la antropología cultural. Aparecen aquí conexiones con ideas filosóficas como la de Naturaleza / Cultura. Otro tanto ocurre con la antropología biológica y la cultural, cuyos conflictos remiten a las ideas de Cultura / Espíritu. Es decir, las categorías antropológicas nos remiten a ideas filosóficas que son materia misma de una antropología filosófica que desde el sistema materialista de Gustavo Bueno (1924-2016) se interpreta de un modo no predicativo (diferente a esa antropología de predicados de la que antes hablábamos).
Desde el materialismo filosófico, la antropología filosófica no predicativa no parte del Hombre, sino de unos materiales antropológicos: La clase de las personas, la clase de las cosas culturales y la clase de las acciones y operaciones. Los diferentes rasgos del Hombre y las diferentes relaciones que mantiene con el resto de la realidad se pueden presentar ahora en un contexto envolvente o espacio antropológico que queda articulado en torno a tres grandes órdenes:
• Relaciones circulares: las que caracterizan a los individuos o grupos humanos considerados como sujetos que operan vinculados, bien sea de manera individual o cooperativamente.
• Relaciones radiales: caracterizan a los vínculos que los individuos o grupos humanos mantienen con cosas no humanas, ni personales, es decir con cosas naturales o culturales.
• Relaciones angulares: caracterizan a las relaciones de los humanos respecto a entidades numinosas que históricamente se irán transformando en los dioses presentes en todas las religiones.
Carmen Baños
→ Antropología (Diccionario filosófico)
→ Elena Ronzón, Antropología y antropologías (Pentalfa, Oviedo 1991, 515 págs.)
→ Gustavo Bueno, Espacio antropológico (2002, 55 minutos)
→ Gustavo Bueno, Espacio antropológico (2009, Tesela n° 5)
→ Carmen Baños, La antropología social de E. E. Evans-Pritchard desde un prisma filosófico (Pentalfa, Oviedo 2014, 361 págs.)
1875 “Antropología” en el Diccionario Universal escrito bajo la dirección de don Nicolás María Serrano (Astort Hermanos, Madrid 1875, tomo 1, pág. 770.)
Antropología: s. f. Fil. Ciencia del hombre, considerado física y moralmente en su organizacion personal y en sus relaciones con los seres que le rodean.– Hist. nat. Tratado de historia natural del hombre, y según algunos autores, ciencia de la estructura y funciones del cuerpo humano.– Rel. Figura de que se hace uso en la Sagrada Escritura, atribuyendo a Dios ojos, manos, &c., como si fuera hombre.– Met. Llámase así cualquiera expresión, cualquier discurso que supone en Dios órganos y sensacion de dolor o placer.
1887 “Antropología” en el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano (Montaner y Simón, Barcelona 1887, tomo 2, págs. 351-352.) Artículo escrito sin duda por el médico José de Letamendi (1828-1897), redactor de Principios de Medicina en esta obra y catedrático desde 1857.
Antropología (del gr. ἄνθρωπος, hombre, y λόγο, tratado): f. Princ. de Med. Ciencia del hombre. A pesar de la claridad del vocablo, quizá por efecto de su amplia comprensión (puesto que el concepto de hombre, expresado sin reserva ni especificación alguna, abarca en el individuo todos sus elementos físicos y morales, y en la especie todos los étnicos, sociales e históricos que integran la humanidad), ha sido muy varia la interpretación que se le ha dado. Esta discordancia de pareceres no ha nacido ciertamente de una diferencia de opinión en cuanto al objeto (hombre), sino acerca de la cantidad del hombre, por decirlo así, que debía formar el contenido de la ciencia; y desde luego salta a la vista que un tal desacuerdo, ante tan precisa y terminante palabra y tan complejo asunto, sólo puede ser engendrado por las naturales aficiones y los preferentes estudios de cada cual; y en efecto, por cada Aristóteles hay en el mundo miles de inteligencias especializadas en su aptitud que no acertando a ver todo lo que tiene de magna, ardua y complicada nuestra propia individualidad, han creído que aquel elemento humano de su peculiar estudio, constituía la totalidad de la Antropología. Sirva esta reflexión para excusarnos de hacer interminable el presente artículo, incluyendo en él un enojoso y prolijo inventario de las obras antiguas y modernas de regular importancia, que bajo el titulo común de “Antropología” presentan variedad en su contenido. Baste decir que, desde la de Aristóteles hasta la de Kant, y de ésta a la Antropología contemporánea, todas las variantes, que son muchas, pueden reducirse a estas cinco principales, a saben: 1.ª Antropología que llamaré integral (como la citada de Aristóteles), que abarca la Enciclopedia del asunto; 2.ª Antropología psíquica, que sólo trata de las facultades del espíritu; 3.ª Antropología física, que se concreta a lo anatómico-fisiológico; 4.ª Antropología étnica, que estudia las razas actuales, y 5.ª Antropología histórica y prehistórica, que investiga los orígenes de la humanidad.
No hay para qué decir cuál ha sido la tendencia general de los médicos en punto a Antropología: para ellos, hoy como en otros tiempos, se resuelve toda en la Anatomía y la Fisiología. Llamábanla los antiguos άνθρωποσοφία, Anthroposophia hoc est: Scientia naturam hominis, et ejus structuram internam et externam exponens, atque ita æquipollens Physiologiæ hominis anatomicæ.– Un solo médico, que yo sepa, ha dado muestras de haber concebido claramente la magna comprensión de esta ciencia, y es Hipólito Cloquet (1823) que la define en estos términos: “Histoire naturelle de l'homme, soit qu'on le considère comme un individu, dans sa structure, dans sa composition et dans ses phénomènes physiologiques et intellectueles, soit qu’on l’ètudie comme une espèce ou un genre présentant plusieurs races vivant en société, et se perfectionant par la civilisation.” Dict. de Med. de Littré y Robin.
Tan cabal resulta esta definición, tan clara y precisa, que no vacilo en admitirla y recomendarla.
En el estado actual de la ciencia, y merced a lo general y armónico de su progreso, ya no es lícito empeñarse en reducir el concepto de la Antropología, y todos los esfuerzos aislados del anatomismo fisiológico y del psicologismo exclusivo o con visos cartesianos para reivindicar, como propiedad suya respectiva, esta ciencia, que por sí sola abarca el objeto de uno de los tres capitales problemas de la Filosofía, se estrellarán ante las legítimas reclamaciones del progreso mismo; y a fin de que el lector pueda convencerse de esta verdad, sin necesidad de recurrir a prolijas disquisiciones, voy a presentar a continuación el conjunto de los temas particulares, objeto de las especiales ramas que hoy integran la verdadera Antropología.
Contenido de la antropología moderna.– Definición y relaciones generales del hombre.– Anatomía clásica o descriptiva, general o histológica, topográfica y embriogénica.– Fisiología experimental, doctrinal o teórica, genética y evolutiva.– Psicología propiamente dicha o estudio subjetivo de los elementos de la conciencia.– Análisis de los hechos de sensibilidad, de la memoria, de las facultades del entendimiento, de la reflexión, de la imaginación, de la razón, del sentimiento y de la voluntad.– Orígenes psíquicos de la Ciencia, el Arte, el Derecho, la Moral, la Religión, &c.– Psico-fisiología o investigación del mecanismo de las relaciones entre lo físico y lo moral.– Clasificación natural del hombre.– Su relación con mamíferos anatómicamente inmediatos a él.– Problema de la naturaleza y el origen del hombre.– Materialismo y espiritualismo.– Creación y evolución espontánea universal.– Etnología o ciencia de las razas.– Permanencia hereditaria de las variedades étnicas.– Color de la piel, estructura y distribución del pelo, estatura y proporciones, forma del cráneo, rasgos fisionómicos, constitución física y carácter moral.– Clasificación de las razas.– Mezcla de éstas.– Variaciones del tipo humano.– Origen o mecanismo natural de la formación de las primeras razas.– Prehistoria.– Época de fijación de las razas.– Data de su iniciación.– Arqueología prehistórica.– Períodos iniciales de la arquitectura.– Diversas especies de alojamiento natural o artificial.– Antigüedad del hombre cuaternario.– Profundidad de los depósitos arqueológicos prehistóricos.– Habitaciones lacustres.– Cabañas, &c.– Antigüedades históricas.– Lagología, que comprende la Linguística, la Filología, la Glótica, y la Grafeología o Tratado de la escritura.– Data de los rudimentos del lenguaje, como expresión de cultura privada.– Data de los primeros intentos de escritura como expresión de progreso en la vida pública.– Poder inquisitivo y demostrativo de la Filología en la ciencia histórica.– Familias y variedades de idiomas.– Familias y variedades de escrituras.– Origen psico-físico de estas dos formas de expresión definida del pensamiento.– Estructura diferencial de vocabularios y de giros gramaticales.– Raza lengua, escritura y civilización comparadas.– Primeras etapas de la civilización.– Transmisión hereditaria de la cultura.– Su transfusión entre pueblos coetáneos.– Historia general de la humanidad hasta nuestros días.
Del anterior registro se deducen tres importantes verdades, a saber: 1.ª que, al fin, el contenido de la Antropología corresponde a toda la amplitud de su enunciado; 2.ª que al compás que esta ciencia unifica su inmenso contenido, acrece la necesidad de especializar por la división del trabajo el cultivo empírico, o de investigación, de sus diferentes ramas, dejando las grandes soluciones teóricas o sintéticas al cuidado de las supremas inteligencias, únicas capaces de abarcar de una mirada la significación del conjunto y, en última apelación al tiempo, como presidente perpetuo de ese jurado inapelable a quien llamamos “opinión pública”, y 3.ª que ya es hora de pensar, aunque nadie lo haya intentado, en la creación de Escuelas superiores de Antropología, verdaderas universidades de Autosofía o conocimiento de sí mismo, en donde, desde la Anatomía teórico-práctica hasta la historia del lenguaje y de la escritura, fuese cumplidamente enseñado todo cuanto integra el concepto natural y social de “Hombre”. ¿Queréis dar importancia y asegurar la concurrencia a esas superiores escuelas? Pues, muy sencillo: suprimid las actuales asignaturas del doctorado y disponed que la prueba de los estudios de Antropología superior sea condición indispensable para doctorarse en todas las carreras mayores manteniendo este grado supremo de doctor como condición legal para el acceso a los cargos profesionales del Estado. Yo bien sé que todavía hoy, predicar esto, –que hace ya 30 años que en cátedra y en toda ocasión recomiendo,– es predicar en desierto; pero, en la época del teléfono y del micrófono, predicar en desierto no es de necesidad tiempo perdido... también las arenas oyen.
1941 “Antropología” en el Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora (1912-1991) (Atlante, México 1941, págs. 27-28. = Atlante, México 1944, 2ª edición, págs. 40-41: añade dos referencias bibliográficas.)
Antropología. Desde el punto de vista científico, la Antropología es la ciencia del hombre en cuanto ser psicofísico o simplemente en cuanto entidad biológica dentro de los demás seres animados y, en última instancia, dentro de la naturaleza. La Antropología científica es así, por una parte, un capítulo de la Biología o, por lo menos, un capítulo de la ciencia natural, y, por otra, una ciencia que requiere el concurso de múltiples disciplinas, que no solamente se sirve de la Biología, sino también de la Psicología, de la Sociología, de cuanto contribuye al esclarecimiento de la naturaleza del hombre. En cambio, la Antropología filosófica, pese a la identidad formal de su pregunta –¿Qué es el hombre y cuál es su puesto en el cosmos?– con respecto a la pregunta científica, sobrepasa a ésta por considerar al hombre no sólo en su ser natural, sino también en su ser esencial, no sólo en su puesto dentro de la naturaleza, sino también dentro del espíritu. La Antropología científica y la filosófica son, consiguientemente, dos disciplinas cuya coincidencia en la preocupación acerca del hombre no implica su radical diferencia en el sentido de la pregunta que les da origen. Tampoco cabe confundir la Antropología filosófica con el llamado “conocimiento del hombre”. Este último tiene en cuenta, ciertamente, el conjunto de saberes, entre ellos los psicológicos, que permitan aproximarnos a un conocimiento del ser humano que no sea únicamente un conocimiento de su ser natural o de su constitución psíquica, sino un saber integral, anterior muchas veces al saber organizado. El conocimiento del hombre recurre a la Psicología, pero sólo en tanto que ésta puede ofrecerle un saber de lo que el hombre es en uno de sus aspectos fundamentales; más allá o más acá de la Psicología, el conocimiento del hombre recurre a las experiencias de la vida cotidiana y es aquel saber de que, según Rickert, se vale el historiador para comprender los actos humanos aun sin tener ninguna noción de la Psicología científica, aquello que le permite establecer el perfil biográfico y no simplemente biológico y psicobiológico de cada ser humano. En cambio, la Antropología filosófica limita y a la vez extiende su problema a la cuestión de la esencia del hombre, de su puesto en el cosmos y de su destino, y constituye, por tanto, según Scheler, el puente que une las ciencias positivas con la Metafísica. Aunque esta Antropología es de creación reciente se hallan ya atisbos de ella en el pasado filosófico: la meditación de Pascal, por ejemplo, es de índole claramente filosófico-antropológica, y el propio Kant ha entendido con el nombre de Antropología no solamente ese conocimiento científico del hombre como ser psicofísico, sino también el conocimiento en general del hombre y de sus facultades (Antropología teórica), del hombre y de sus habilidades (Antropología pragmática), del hombre y de su conducta en la vida (Antropología moral). Mas la Antropología filosófica no puede ser tampoco un saber último y definitivo del hombre: requiere, por una parte, el concurso de los demás saberes (Antropología científica, Psicología, Sociología, Conocimiento del hombre, Filosofía de la Historia, &c.) y, por otra, depende en la respuesta a su pregunta fundamental del sentido metafísico que se otorgue a la existencia humana. Por eso la adscripción de Scheler a la Antropología filosófica en un puesto intermedio entre el saber positivo y el metafísico es la expresión más certera del mismo sentido de la Antropología filosófica dentro de la totalidad de los saberes. Pues “la misión de una antropología filosófica, dice, es mostrar exactamente cómo la estructura fundamental del ser humano, entendida en la forma en que la hemos descrito brevemente (Véase Espíritu y Hombre), explica todos los monopolios, todas las funciones y obras específicas del hombre: el lenguaje, la conciencia moral, las herramientas, las armas, las ideas de justicia y de injusticia, el Estado, la administración, las funciones representativas de las artes, el mito, la religión y la ciencia, la historicidad y la sociabilidad”.
Max Scheler, El puesto del hombre en el cosmos (trad. esp., 1929; reed., 1938).– Id. id., Philosophische Weltanschauung, 1929.– H. Plessner, Die Stufen des Organischen und der Mensch, 1928.– B. Groethhuysen, Philosophische Anthropologie, 1931.– P. L. Landsberg, Einleitung in die philosophische Anthropologie, 1934.– W. Sombart, Vom Menschen. Versuch einer geisteswissenschaftlichen Anthropologie, 1938.
[añadido en 1944:] Samuel Ramos, Hacia un nuevo humanismo. Programa de una antropología filosófica, 1940.– Oswaldo Robles, Esquema de Antropología filosófica. Ensayo acerca de las relaciones entre el espíritu y el cuerpo, 1942.
1946 “Antropología” en el Vocabulario filosófico de Martín T. Ruiz Moreno (1903-1979) (segunda edición: Kraft, Buenos Aires 1946, pág. 26.)
Antropología: Voz compuesta del griego que significa literalmente “ciencia del hombre”. El término estuvo muy en boga durante el siglo pasado con el auge de las ciencias naturales, y designaba, especialmente entre los científicos anglosajones, la ciencia que tenía por objeto el estudio del hombre, en particular en sus orígenes biológicos, históricos y sus manifestaciones sociales en los órdenes más diversos. Se comprende que así entendida, semejante ciencia podía tener una amplitud desmesurada, pero luego con el desarrollo de las especialidades se fueron concretando sus dominios al estudio del hombre en las diferentes razas, tanto en los orígenes de ellas como en sus manifestaciones y caracteres presentes. Designa también el estudio del hombre en sí mismo, en su propia constitución, como ser su anatomía, sus formaciones craneanas, centros nerviosos, &c. Hoy el vocablo ha perdido gran parte de su uso, y fuera de los autores anglosajones es raro encontrarlo en la literatura científica.
1953 “Antropología” en el Vocabulario técnico y crítico de la filosofía de André Lalande (1867-1963) (Edición en español sobre la quinta edición francesa de 1947: Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1953, págs. 63-64. = Edición en español sobre la novena edición francesa de 1962: Librería Editorial El Ateneo, Buenos Aires 1967, tomo 1, págs. 82-84.)
Antropología. (del G. Ἄνθρωπος [hombre], λόγος [ciencia]), D. Anthropologie; F. Anthropology; F. Anthropologie; I. Antropologia.
A. Sentido teológico: acción de hablar humanamente de las cosas divinas. “La antropología verdadera y real de las verdades que no habrían podido comprender de otra manera...”. (Malebranche, Nature et Grâce, I, 2). En desuso.– Cf. Leibniz, Disc. de Métaph., cap. XXXVI.
B. En la neo-escolástica, estudio del compuesto humano, considerado en su unidad (por oposición a la distinción radical de lo que pertenece al alma y de lo que pertenece al cuerpo, en el cartesianismo). Véase, por ejemplo, en la obra de Mons. Mercier, Les Origines de la Psychologie contemporaine, el cap. IV: “Psicología y antropología”.
C. Ciencia del hombre, en general.– Kant concibe el objeto de la antropología de tres modos: como antropología teórica o psicología empírica, es el conocimiento del hombre en general y de sus facultades; como antropología pragmática, es el conocimiento del hombre, dirigido hacia lo que puede asegurar y acrecentar la habilidad humana; como antropología moral, es el conocimiento del hombre dirigido hacia lo que debe producir la sabiduría en la vida, de conformidad con los principios de la metafísica de las costumbres. Anthropologie in pragmatischer Hinsicht, 1798.
Cf. Tugendlehre, Einleitung, § 14, en la que opone la antropología a la antroponomía, es decir, a la ley moral que resulta de la razón.
D. (Desde 1870 aproximadamente) una de las grandes ramas de las ciencias naturales, la que constituye, por así decirlo, la zoología de la especie humana. Ha sido definida por Broca: “el estudio del grupo humano, considerado en su conjunto, en sus pormenores y en sus relaciones con el resto de la naturaleza”. (En el Dictionnaire de Richet, sub V°). Comprende en este sentido la anatomía humana, la prehistoria, la arqueología, la etnografía y la etnología en su más amplio sentido, la sociología, el folklore y la lingüística. Véase el Nouveau Traité de Psychologie, publicado bajo la dirección de G. Dumas, t. I, cap. II: “Los datos de la antropología”, por P. Rivet, págs. 56-57.
E. En sentido restringido (más reciente), sólo aquéllas de las ciencias precedentes que estudian la clasificación, la paleontología y la biogeografía de las variedades de la especie humana. (Ibíd.).
Antropología criminal [F. Anthropologie criminelle] (expresión difícil de justificar, pero muy usual): estudio de los caracteres físicos y mentales particulares de los autores de crímenes y delitos.
Crítica
La antropología, en el sentido D, no es una ciencia única, sino un agrupamiento de las partes de las ciencias o de las aplicaciones de las ciencias que tienen un objeto común, el hombre, por una parte, en su naturaleza física y mental, y por otra parte en su desarrollo histórico y prehistórico. Por lo tanto, comprendería también en este sentido toda la psicología humana, la moral, la historia, la ciencia del arte y la de las religiones. Pero el grupo de estudios que abarcaba se caracterizaba sobre todo por cierto espíritu naturalista, es decir, por el postulado de que las formas superiores de la vida mental y social encuentran su explicación suficiente en las condiciones materiales y climatéricas de la vida fisiológica. La palabra designa, pues, a la vez un conjunto de ciencias y un espíritu científico particulares que conviene distinguir en el lenguaje.
Rad. int.: Antropologi.
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Sobre Antropología. – Artículo revisado y completado en la sesión del 3 de mayo de 1923, especialmente con las indicaciones de P. Fauconnet (§ C) y de Gilson (§ D); ulteriormente, de acuerdo con las indicaciones de M. Marsal sobre los cambios que han creado el sentido E, por restricción del sentido D.
– P. Rivet, en el capítulo antes citado, propone, y lo lleva él mismo a la práctica, que se designe el sentido D con “Antropología” (con una mayúscula) y el sentido E con “Antropología S. S.” (es decir, stricto sensu). Hay que observar que en el sentido amplio, se dice por lo general en Alemania Ethnologie, en Inglaterra Ethnology.
1955 “Antropología” en el Vocabulario filosófico de Juan Zaragüeta (1883-1974) (Espasa-Calpe, Madrid 1955, pág. 42.)
Antropología. (A. Anthropologie; F. Anthropologie; I. Anthropology; It. Antropologia.)
a) Etimológicamente, la palabra “antropología” significa la “Ciencia del hombre”, no sólo en su aspecto corporal (Anatomía y Fisiología) y mental (Psicología, Sociología), sino en su totalidad integrada de aquellos dos aspectos. Este sentido no ha dejado de estar vigente.
b) Pero de hecho, este sentido ha venido a restringirse al designarse con tal vocablo la ciencia de las razas humanas, con sus variantes o diferencias sujetas a la medida (“antropometría”).
1957 “Antropología” en el Diccionario de filosofía [1957] de Walter Brugger, S. I. (1904-1990) (Herder, Barcelona 1967, 5ª ed. en español, págs. 59-61.)
Antropología. Etimológicamente deriva del griego y significa: doctrina del hombre. Este término fue usado en un principio para designar la antropología científico-natural que, con métodos de las ciencias naturales (distintos de los propios de las del espíritu), estudia al hombre en su peculiaridad somática, especialmente racial y genética. No obstante, en los últimos decenios ha prevalecido definitivamente la antropología filosófica, cuyo iniciador puede decirse que ha sido Scheler.
Para valorar este cambio en la historia del pensamiento bastarán unas pocas indicaciones. La cuestión acerca del hombre es ciertamente en algún modo “el” tema de la filosofía; sin embargo, en tiempos pasados no constituyó el punto dominante. La antigüedad giraba en tomo al “cosmos” o la naturaleza que descansaba sobre sí misma, considerando al hombre en conexión con ella. Para la Edad Media el hombre fue un miembro del “orden” salido de Dios. La Edad Moderna desató al hombre de tales cimientos sustentadores colocándole sobre sí mismo, predominantemente como “sujeto” o razón, con lo cual ésta, como sujeto trascendental o panteística razón universal absoluta, acabó por oprimirle y volatilizarle, haciendo de él un momento fugaz del curso evolutivo del Absoluto. El hombre cayó, al fin, en la cuenta de la inanidad de tales construcciones, advirtiendo que lo había perdido todo, incluso su propia personalidad, que había sacrificado la vida al concepto abstracto ilusorio y que se encontraba ahora ante la nada. El renacimiento empezó al verse arrojado sobre sí mismo y (en oposición al idealismo) precisamente sobre la personal e histórica concretez de su vida, que se adelantaba y desbordaba todo concepto. Así deviene el hombre mismo tema único del filosofar: se trata de estudiarlo y considerar en él todo lo demás. Por eso la filosofía se hace más o menos antropología, por más que, a veces, se pierde también en ella. Las primeras manifestaciones se dan en el Schelling del postrer período y en Kierkegaard. Después, esta corriente va desenvolviéndose, pasando por Nietzsche, por la filosofía de la vida (↗ Vida [Filosofía de la] y por la ↗ fenomenología, hasta llegar a Scheler, que formula de un modo explícito el tema antropológico como tal. Finalmente, la filosofía existencial (↗ Existencial [Filosofía]) representa la última profundización y como un epílogo. – ↗ [195-198].
Las diversas direcciones de la antropología muestran al mismo tiempo los peligros que dentro de sí oculta. Si la vida pasa a primer término, considerándola predominantemente desde el punto de vista del cuerpo, la naturaleza propia del hombre se desvanece; esto es lo que se percibe en Nietzsche, se advierte reiteradamente en la filosofía de la vida y aparece sobre todo en el Scheler de los últimos años y en Klages. Las más de las veces se llega a volatilizar en la vida los demás contenidos por las vías del biologismo, relativismo y psicologismo. Otros destacan el carácter privativo del hombre que, como existencia (Existenz), lleva por su autorrealización ventaja a todo mero existente (Vorhanden); así, Kierkegaard y la filosofía existencial en general. Sin embargo, aun en éstos se nota siempre la inclinación a reducirlo todo a puros modos de existir del hombre; esta actitud cambia la antropología en antropologismo. La raíz más importante de los peligros señalados se halla sobre todo en el irracionalismo (↗ Irracional) que no quiere trascender la autoexperiencia inmediata de la vida o del hombre, permitiendo sólo la interpretación o hermenéutica (Dilthey), o bien el análisis fenomenológico (desde Husserl) de la misma.
A modo de crítica de la antropología cabe decir que jamás la filosofía entera podrá reducirse a ella (¡antropologismo!). Considerada metafísicamente, es más bien aquella parte de la filosofía que investiga la estructura esencial del hombre. No obstante, éste se encuentra en el centro del filosofar en cuanto que infiere todo lo demás a partir de sí mismo y hace accesibles las realidades trascendentes a él en los modos de su existir relacionados con las mismas. Por eso el camino hacia los dominios peculiares de la ontología ábrese únicamente a través de una interpretación ontológico-fundamental del hombre. En este sentido una previa antropología es la puerta de la filosofía, la cual queda, por lo tanto determinada antropológicamente (no antropomórficamente) en la forma de su expresión. – Johannes B. Lotz.
Antropología científico-natural: R. Martin, Lehrbuch der Anthropologie, ²1928; K. Saller, Leitfaden der Anthropologie, 1930; H. Muckermann, Die neue Anthropologie im Zeitalter der Technik, en “Stimmen der Zeit», 144 (1948-49) pp. 250-259; A. Gehlen, Der Mensch und seine Stellung in der Welt, ²1950; [J. Pérez Barradas, Manual de Antropología, 1946; E. Frizzi, Antropología, 1951.] Antropología sociológica: L. von Wiese, Homo sum, 1940. Antropología filosófica: a) Santo Tomás de Aquino, Summa theologica, I q. 75-76; b) P. Wust, Der Mensch und die Philosophie, 1946; J. Guardini, Welt und Person, 1939; B. von Brandenstein, Der Mensch und seine Stellung im All, 1947; Das Bild des Menschen und die Idee des Humanismus, 1948; A. Dempf, Theoretische Anthropologie, 1950; [J. Iturrioz, El hombre y su metafísica, 1943; O. Robles, Esquema de antropología filosófica, 1942; J. Roig Gironella, Ensayo de antropología metafísica, en “Pensamiento», 5 (1949) pp. 275-315; 6 (1950); E. Frutos Cortés, Los problemas de la antropología filosófica en el pensamiento actual, en “Revista de Filosofía», 12 (1953) pp. 330, 207-257;] c) M. Scheler, Zur Idee des Menschen (Umsturz der Werte I, ³1927; Die Stellung des Menschen im Kosmos, 1928 [trad. esp.: El puesto del hombre en el cosmos, Buenos Aires 1938]; M. Buber, Das Problem des Menschen, 1948; A. Vetter, Natur und Person, 1949; d) E. Dinkler, Die Anthropologie Augustins, 1934; J. Lotz, Das christliche Menschenbild im Ringen der Zeit, 1947; e) Lotz-de Vries, Die Welt des Menschen, ²1951 [trad. esp.: El mundo de! hombre, 1955].
1961 “Antropología” en el Diccionario de filosofía [1961] de Nicola Abbagnano (1901-1990) (FCE, México 1974, 2ª ed. en español, págs. 82-83.)
Antropología (ingl. anthropology; franc. anthropologie; alem. Anthropologie). La exposición sistemática de los conocimientos que se tienen acerca del hombre. En este sentido general, la Antropología es y ha sido una parte de toda la filosofía; pero como disciplina específica y relativamente autónoma no nació hasta los tiempos modernos. Kant distinguió una Antropología fisiológica, que considera lo que la naturaleza hace del hombre, y una Antropología pragmática, que considera, en cambio, lo que el hombre hace como ser libre, o bien lo que puede y debe hacer de sí mismo (Antr., Pref.). Esta distinción se ha mantenido y hoy se habla de una Antropología física, que considera al hombre desde el punto de vista biológico y, por lo tanto, en su estructura somática, en sus relaciones con el ambiente, en sus clasificaciones raciales, &c., y una Antropología cultural, que considera al hombre según las características que resultan de sus relaciones sociales. La Antropología física se suele dividir, a su vez, en paleontología humana y somatología; la Antropología cultural en arqueología, etnología y lingüística. La paleontología humana trata del origen y de la evolución de la especie humana, y parte principalmente de lo que nos revelan los fósiles. La somatología trata todos los aspectos físicos del hombre. La arqueología y la etnología corresponden, en el campo cultural, a las dos ciencias precedentes; y la lingüística tiene su propio objeto no sólo en el análisis y en la clasificación de las lenguas, sino en la comprensión, a través de las lenguas, de la psicología individual y de grupo (cf. The Science of Man in the World Crisis, 1945, 1952; editada por R. Linton; cf. también R. Linton, The Study of Man, trad. esp.: Estudio del hombre, México, 1961, F. C. E.).
Los filósofos han subrayado a menudo la importancia de la Antropología como ciencia filosófica, o sea como determinación de lo que el hombre debe ser en relación con lo que es. Humboldt, por ejemplo, quería que la Antropología, que se encaminaba aun a determinar las condiciones naturales del hombre (temperamento, raza, nacionalidad, &c.) tendiese a descubrir, a través de ellas, el ideal mismo de la humanidad, la forma incondicionada, a la que ningún individuo se ajusta perfectamente nunca, pero que sigue siendo la finalidad a la que todos los individuos tienden a acercarse (Schriften [“Escritos”], I, pp. 388 ss.). En tal sentido ha sido entendida la Antropología por Scheler (Die Stellung des Menschen in Kosmos, 1928; trad. esp.: El puesto del hombre en el cosmos, Madrid, 1929) que, por lo tanto, la coloca en un puesto intermedio entre la ciencia positiva y la metafísica. Más específicamente, el deber de la Antropología filosófica debería ser el de considerar al hombre no ya simplemente como naturaleza, como vida, como voluntad, como espíritu, &c., sino precisamente como hombre y, por lo tanto, referir el conjunto de las condiciones o de los elementos que lo constituyen a su modo específico de existencia. Tal es la exigencia planteada por Biswangcr, por ejemplo (Ausgewählte Vortrüge told Aussätze, I, p. 176). Y en tal sentido la obra An Essay on Man (1945; trad. esp.: Antropología filosófica, México, 1963, F. C. E.) de Cassirer, es una investigación de Antropología filosófica que se centra en el concepto del hombre como animal symbolicum, o sea como animal que vive en un universo simbólico, en el cual la lengua, el mito y la religión ocupan una buena parte.
1963 “Antropología” en el Vocabulario filosófico de Martín T. Ruiz Moreno (1903-1979) (tercera edición: Kraft, Buenos Aires 1963, pág. 24.)
Antropología: Voz compuesta del griego que significa literalmente “ciencia del hombre”. El término estuvo muy en boga durante el siglo pasado con el auge de las ciencias naturales, y designaba, especialmente entre los científicos anglosajones, la ciencia que tenía por objeto el estudio del hombre, en particular en sus orígenes biológicos, históricos y sus manifestaciones sociales en los órdenes más diversos. Se comprende que, así entendida, semejante ciencia podía tener una amplitud desmesurada, pero luego con el desarrollo de las especialidades se fueron concretando sus dominios al estudio del hombre en las diferentes razas, tanto en los orígenes de ellas como en sus manifestaciones y caracteres presentes. Designa también el estudio del hombre en sí mismo, en su propia constitución, como ser su anatomía, sus formaciones craneanas, centros nerviosos, &c.; y existe una antropología filosófica.