Señalada ya la influencia de las líneas de pensamiento filosóficas y religiosas anteriormente apuntadas, vamos ahora a presentar unas notas características de cada una de ellas.
El
estoicismo al que aquí nos referimos es al estoicismo nuevo o
estoicismo de la época imperial. Se trata del estoicismo grecorromano, cuyas principales
figuras son Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. En la nueva dirección
emprendida por esta escuela hay una mayor influencia de los aspectos referentes
a la conducta humana y a la religión. Por ello, admiten aspectos de otras
doctrinas, como la platónica o la cínica, que les llevarán al
rigorismo ético y a una mayor valoración de la razón humana (logos) que emparenta
al hombre con la divinidad, llegando en algunos casos a interpretar al hombre
en forma dualista, al estilo platónico.
Este logos, en cuanto razón divina presente en el hombre, es el daimon propio, la representación de Dios en cada hombre, y por ello debe ser adorado en la interioridad. De aquí que vaya una inclinación a considerar que toda felicidad se ha de encontrar en el interior del hombre por medio del daimon. Se ve así la impronta religiosa que ha cobrado este pensamiento que lleva, en el caso de Epicteto (50-125 d. de C.) a presentar al filósofo como un emisario del dios. Al mismo tiempo, aparece unido a esta visión del estoicismo un interés catequético, es decir, de enseñanza y explicación de su doctrina, pues la filosofía no es sólo una doctrina de pensamiento, sino un modo de vida.
El
gnosticismo es un complejo fenómeno religioso, cultural y filosófico que
se desarrolla desde el siglo I a. de C. hasta el siglo III d. de C, en el que
pierde gran parte de su influencia. Su base está en la creencia de que el
conocimiento tiene efectos salvíficos, al dar respuesta a los interrogantes
de la vida humana. Este conocimiento así concebido (gnosis) no se basa
tanto en la razón, cuanto en una revelación o en una intuición de tipo místico.
Dentro
de la gnosis se suelen distinguir dos corrientes fundamentales:
1) La gnosis
vulgar, que se extiende por Siria y Asia Menor principalmente, en la que
juegan un papel primordial las prácticas mágicas y las elucubraciones mitológicas y
astrológicas irano-babilónicas, como modo de acceso al conocimiento
salvador.
2) la gnosis culta o docta, que hace más hincapié en los aspectos
especulativos muy influidos en la época helenística por la filosofía
religiosa de Egipto, y cuyo centro es Alejandría. En ésta tienen gran importancia las
influencias del hermetismo, así como aspectos provenientes del Antiguo
Testamento, a través del judaismo de Filón.
Como
características de las doctrinas de la Gnosis, cabe destacar, entre otras:
a) Un fuerte dualismo que condena la materia.
b) La creencia en un dios supremo extraño al
mundo físico e incognoscible.
c) Unas entidades intermedias (eones) que hacen
de puente entre el dios y el mundo.
d) El ascenso del alma hacia lo superior por
medio de la purificación, y
e) La función
redentora de un salvador.
Estas características se encuentran también en la llamada gnosis cristiana del siglo II de nuestra era, cuyos representantes fueron Marción, Basilides y Valentín, condenada como herética por transformar a Cristo en uno de los eones intermediarios de Dios.
El
movimiento neoplatónico tiene su centro en Alejandría y viene a ser una continuación del
platonismo medio y del neopitagorismo. El platonismo medio fue un movimiento
que intentó explicar las doctrinas platónicas y establecer una exégesis, es
decir, una interpretación de las obras de Platón, sobre
todo de «El Timeo», así como desarrollar sistemáticamente esas doctrinas.
La
influencia sobre este movimiento del neopitagorismo lleva a la identificación del UNO
pitagórico con el BIEN platónico, o a la subordinación de éste a aquél, a la
doctrina de las reencarnaciones, a la purificación ascética. A estos cambios en los
planteamientos del platonismo clásico se añaden, además, las
perspectivas judeo-helénicas de Filón de Alejandría,
llegando así a constituir el sistema del neoplatonismo.
El
neoplatonismo hace derivar el mundo sensible del UNO, situado en una esfera
suprasensible, a través de etapas intermedias, llamadas hipóstasis,
que suponen una degradación progresiva hasta llegar a lo negativo que
es la materia. A partir de ésta se debe dar un retorno hacia el UNO, en
el que interviene la purificación ascética y el conocimiento que se
alcanza con independencia de los sentidos que culmina en un éxtasis místico,
que lleva a la identificación con el UNO.
El
neoplatonismo fue el movimiento que más se opuso al cristianismo y
mantuvo esta posición hasta su desaparición, con el cierre de la escuela filosófica de
Atenas en e 529.
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