Jacques Derrida: Ontología y lingüísticaMaría Esther Zarzo Durá [*] |
Resumen: En
el presente artículo
profundizamos en la diseminación
de Jacques Derrida. Ese “modo de estar” en
Derrida
no contempla un afuera neutro al sistema de
Explicitamos
los tambaleos de
Comenzaré
por la ontológica,
donde estudiaré cómo desde el cuestionamiento de la polarización
presencia
originaria versus ausencia abre
espacio a la huella-
différance out
of joint.
Seguiré
por la lingüística y la
des-sedimentación del signo fonocéntrico,
alumbrando el sistema de huellas
de
Pasaré entonces a la
epistemología, analizando la solicitación
del pensamiento del origen y el
espaciamiento al pensamiento de la
diferencia como desplazamiento, y de la repetición
como alteridad.
Aquí trataré
los zarandeos de
la noción de libro, abriendo hueco al texto;
la de archivo, aflorando el archi-archivo
de lo por-venir; y la de conocimiento, asediando el testimonio
teórico-práctico del sistema de
huellas y la herencia.
Por último, explicitaré cómo la dislocación de la noción sujeto-identidad sacude la dimensión ética, habitando la lógica de la visitación del sistema de huellas mismo-otro, y la relación de deuda infinita y amancia.
En la década de los 70, surge en
Francia un interés aparentemente general por las nociones de novedad, acontecimiento, ruptura,
discontinuidad, alteridad, repetición, etc. dándose
relecturas de autores
como F. Nietzsche, S. Freud y M. Heidegger, quienes si percibían tales
nociones, pero no
podían explicarlas con sus sistemas.
¿Por qué no las podían explicar?
¿Qué no contemplaban? ¿Cómo se podía pensar lo que se les escapaba?
Varios autores intentarán, desde
distintos puntos, atender a lo que escapa al sistema
de la representación por su propio funcionamiento, a lo
“más allá” de lo decible, de lo experimentable, o de lo recibible por
él.
Describirán lo que consideran el discurso
representativo tradicional para después ver qué
queda “más allá”.
Michel Foucault (1926 Francia-
1984) en Las
palabras y las cosas: una arqueología de las Ciencias Humanas
(1966), analiza el Pensamiento clásico
y el moderno, considerando ese “más
allá” del sistema con una arqueología de
las discontinuidades en las sujeciones base de la autoproclamada
“continua”
Historia de la ratio occidental.
Gilles Deleuze (1925 Paris-
1995) en Mil Mesetas
(1980), describe la imagen del Pensamiento
dogmático como el espacio
estriado o métrico de un ámbito doble indivisible del espacio liso u ocupación-sin-contar,
inter-mantenidos en una Metafísica de flujos
o fuerzas plurales
en tensión, que producen efectos de
identidades o sentidos excluyentes, permitiendo concebir la
inter-contaminación del adentro y
el afuera.
Emmanuel Lévinas, (1906
Lituania- 1995), expone lo que considera el sistema
de la totalidad en Totalidad
e infinito. Ensayo sobre la
exterioridad (1961),
y
propone ir “más allá” de él, no con una operación del Pensamiento
totalizante, sino como vacío respecto a tal: una Heterología pura en la que partiendo de
la revelación del otro concreto infinito, se da la relación
ética como otro modo
que ser.
En cambio, Jacques Derrida (1930
Argelia- 2004), tras explicitar lo que llama
Lo que hará es, sin salir del
sistema, estudiar las oposiciones base, supuestamente neutrales; cómo
se
articulan las fuerzas que las mantienen y en base a qué se
estratifican. Irá
detectando que tales polaridades no son naturales, sino resultado de
realizar
identificaciones excluyentes y jerarquizarlas arbitrariamente.
En el momento en que las
oposiciones base se desvelan no simétricas a
Si se concibiera la identidad
como fruto de diferir de si misma, señalando que lo catalogado por el
sistema
como radicalmente otro está dentro,
se podría pensar diferencialmente la diferencia
como desplazamiento y la repetición,
no como repetitividad tempo-lineal de una identidad, sino como
repetición-acontecimiento singular
irrepetible.
Estos autores no dicen lo mismo,
ni hay linealidad entre ellos, pero todos intentan no partir del sistema de la identidad
tempo-linealmente originaria, que limita toda comprensión a la
representación
de presencias.
Derrida relata su experiencia
como indecidible francés de origen
judío argelino nacido en El-Biar, (Argelia, 1930), en El monolingüismo del otro (o
del huésped) o la
prótesis de origen (1996).
Como colonizado, tiene la
identidad y la lengua del colonizador (=hegemonía de lo homogéneo
auto-proclamada
“No
tengo más que una lengua y no
es la mía.” [i].
Se encuentra en la supuesta
dicotomía de aceptar la limitación al concepto impuesto y vivir
protegido
gregariamente con los demás excluidos, o intentar socializarse,
sufriendo la
inclasificabilidad y exclusión por ambas partes.
En 1952 comienza sus estudios de
Filosofía en París, Francia, donde se perfilan dos matices indivisibles
de su
obra.
Por una parte, comienza su
especialización en Edmund Husserl (1859 Alemania- 1938), y la
fenomenología,
publicando en 1962 Introducción a El origen de la
geometría de Edmund
Husserl, cuyos desbordamientos veremos más abajo.
Por la otra, cuando llega a
Francia, la metrópoli origen del sentido que había dominado Argelia a
distancia, descubre que el origen justificador de su identidad no es
presente
en ningún punto, sino que en el lugar de la “supuesta pureza” hay
identidades
plurales no homogeneizables. Donde debería estar la
tesis auto-mantenida, hay prótesis,
es decir, el sentido originario se erige auto-justificador ocultando
que no es
presencia pura.
Esta experiencia le da la
distancia necesaria para tener identidad y lengua francesas, sin estar
absolutamente identificado con ellas o limitado por ellas.
Consciente de que sólo puede
hablar desde dentro de esa lengua, pues no hay afuera
neutro al que salir para empezar de cero, ya que siempre se
está hablando en alguna lengua y excluyendo su otro; pero también de
que por su
propio funcionamiento dice lo decible por ella, y se deja lo indecible
por
ella, hace siempre el doble gesto- double bind de “decir” y “no
identificarse con lo dicho”, respetando la asimetría
entre lo decible por las categorías de su lengua y lo indecible por
ellas, que
también se da. Tambalea, no elimina, lo dicho, manteniendo un
espaciamiento en
el sistema de lo dicho, que
permita
la in-venida de lo otro
a lo decible por ese sistema en su
forma propia.
Por eso mantiene que la
posibilidad de hablar una lengua es la imposibilidad de hablarla de
forma pura,
pues siempre está contaminada por su indecible
que la habita como lo excluido que permite la vigencia del sentido del mismo.
“Nunca se habla una sola lengua,
o más bien no hay idioma puro.” [ii]
En ese doble gesto,
según Jacques, se es realmente “fiel” a la lengua, no
hablando sólo lo presente, sino dando espacio a lo que la asedia,
siendo
“infiel” o negligente con la negligencia.
“Si se quiere afectar a la
lengua de algún modo es necesario hacerlo de manera refinada,
respetando en la
irrespetuosidad su ley secreta. Es eso, la fidelidad infiel: cuando
violento la
lengua francesa, lo hago en el refinado respeto de lo que considero una
inyunción de esa lengua, en su vida, en su evolución.” [iii]
Abre espacio al acontecimiento
singular irrepetible de
ser con lo otro que in-venga.
Nótese que, si ya el idioma
“original”, al decir, se deja lo indecible; en la traducción,
que es sólo de lo dicho, se traducirían las categorías
lingüísticas dichas, no el acontecimiento
de tratar con lo indecible. Sería
la
segunda reducción de lo indecible.
Es
por lo que la traducción no es un
tema entre varios para Derrida, sino la preocupación de mantener el
espacio a
lo otro a lo decible.