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1 Febrero de 1996

numeros 1 y 2 de cuadernos de materiales

  La Unión Europea como generadora de entropia.

  (Luis González Reyes)

  Sanz del Río y el Krausismo español.

  (Alberto Sánchez)

  Teoría, opinión y respeto.

  (Isidro Jiménez Gómez)

 

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mero 2 .Febrero de 1997

numeros 1 y 2 de cuaderno de materiales

  Habermas y el conflicto de clases

  (Salvador Méndez).

  Documento político del Foro del Hambre. Roma,   Noviembre de 1996. (Foro alternativo paralelo a la Cumbre de  la FAO-Organización para la Alimentación y la Agricultura)

  La política del tiempo ecológico

  (Javier López)

  Un cuento velado

  (Carlos Mata)

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TEXTOS

 

 

 

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LA UE COMO GENERADOR DE ENTROPÍA. Luis Gonzalez Reyes

 

    Los serer vivos son estados de la materia de bajo contenido entrópico, es decir altamente ordenados, creados a partir de compuestos de alta entropía y generando «residuos» también desordenados. El resultado es necesariamente (según el segundo principio de la termodinámica) un creciminto neto de la entropía, es decir, del desorden. Este problema lo ha solucionado el planeta evolucionando hacia ciclos cerrados gracias a la captación de energía solar, dando como resultado ecosistemas estables y con baja entropía, lo único compatible con la vida.

La actividad económica humana transforma recursos naturales con alta entropía en productos con un bajo contenido entrópico y generando unos residuos altamente desordenados. El problema surge cuando nosotros no cerramos los ciclos sino que los linealizamos de manera que partiendo del petróleo llegamos a un montón de plásticos en un vertedero. Pero eso no es todo, nuestra actividad se caracteriza por seguir un crecimiento continuo, que en amplios periodos es exponencial, así todo aumento del PIB anual superior al 2’5% implica una curva exponencial; esto supone crear entropía a toda pastilla.

La solución que el «pensamiento único», el neoliberal actualmente imperante, nos da a este problema es la creación, en el ámbito europeo, de un mercado mayor en el que la economía va a ser capaz de crecer más rápido y con mayor estabilidad. Esta es la principal razón y no ninguna de las otras esgrimidas (mayor capacidad de defesa, fraternidad entre los pueblos de europa,construcción de una sociedad más justa...) la que ha creado la Unión Europea y nos está obligando a converger hacia la moneda única de Maastricht. Pero las élites gobernantes, conscientes del aumento en la opinión pública de ideas ecologistas, que buscan una producción más acorde con las leyes naturales de cerrar ciclos, está disfrazando su gran proyecto con leyes que protejan el medio ambiente, pero que a la hora de la verdad no se cumplen si no interesa (por ejemplo la construcción del pantano de Itoiz es ilegal según la UE y se sigue levantando) y que no inciden en los verdaderos problemas, así la UE no sólo no quiere reducir las emisiones de CO2 (el principal causante del efecto inverndero) sino que las aumenta con una política de construcción de grandes carreteras y aeropuertos, potenciando el despilfarro energético al no tratar de disminuir el consumo sino de incentivar la producción, con una política de embases deboradora de energía además de altamente generadora de basura... De este modo podemos resumir la «solución» que se nos ofrece en seguir con ciclos lineales, al producir residuos, en su gran mayoría, no reutilizables y en un aumento exponencial de estos, es decir, más producción de desorden incompatible con la vida.

Pero el crecimiento de la entropía no se está dando unicamente en el plano económico, así en la social podemos ver como la implantación de una economía en la que, cada vez más, la única ley es la del más fuerte, conlleva, en un primer lugar, la progresiva desaparición de los procesos redistributivos que tenían los estados como las pensiones, la seguridad social o el subsidio de desempleo; fase en el que nos encontramos actualmente inmersos so pretexto de la convergencia europea y la competitividad internacional de nuestro pais. Esto produce posteriormente desequilibrios sociales al hacer que la clase de «rechazados por el sistema» aumente cada día más (en EE.UU. el ¡20%! de la población vive bajo el umbral de la pobreza). Estos se caracterizan por un aumento de la criminalidad y estallidos violentos generadores de entropía, como podemos observar en el aumento impresionante que se está registrando en el número de presos en nuestro pais o en las revueltas de Los Angeles o Florida ocurridas recientemente. Al final llegamos a sociedades progresivamente más desestructuradas y caóticas.

No tengo espacio para profundizar más en este mundo cado vez más entropizado (si existe el término); simplemente decir que este camino no es necesario, que existen y pueden inventarse otros, pero que las cosas no cambian solas ni nadie va a hacerlo en tu lugar.

 

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TEORÍA, OPINIÓN Y RESPETO. Isidro Jimenez Gómez

 

   Desde la modernidad, el conocimiento supondrá una apropiación de lo externo a la conciencia que implica una forma de organización y transformación con importantes connotaciones en lo referente al sujeto. De alguna manera, la tradición adecuacionista, que considera el conocimiento como una operación psíquica de captación del material sensible ofrecido por la realidad externa, permanece ahora en la idea de un sujeto activo, distinto, pues, del mero receptor pasivo que suponía la verdad legitimada más allá de la subjetividad. Entonces, el conocimiento será un conjunto de operaciones con un supuesto material caótico (como lo sensible en Kant) al que hay que darle forma (función de las formas a priori de la Sensibilidad).

Una idea tal de captación del conocimiento por el sujeto moderno se concibe en el cogito cartesiano, poniendo en evidencia la nada extraña conexión entre pensar algo y apropiárselo, como pone de manifiesto ya San Agustín en sus Confesiones (X.xi.18). Pero es Kant, mediante las síntesis cognoscitivas que articulan la Razón, el que hace del sujeto, no ya un elemento activo, sino la condición misma (a priori) del conocimiento por transformación. Ahora, el conocimiento obtendrá toda la carga representacionalista que el denominado giro copernicano provoca, y entonces hablaremos del concepto como construcción de la conciencia.

La modernidad, por lo tanto, hace del conocimiento una transformación de lo que le rodea al hombre en los mismos términos que la manipulación y adecuación de la materia prima extraída de la Naturaleza. Diremos, pues, que la conciencia activa se apropia de lo externo, lo envuelve y, en el caso de Hegel, explícitamente como un proceso de alienación que implica también el ámbito jurídico. Así, aquello que es transformado por el hombre de alguna manera (incluso a través de procesos psíquicos) pasa a ser suyo, pues la actividad humana (el trabajo, suele decirse en el área de la propiedad económica) añadiría un valor a la cosa y unos derechos reconocidos por los demás. La idea Baconiana de conocer las leyes de la Naturaleza para entonces someterla ha de ser reformulada, por lo tanto, con la propia trayectoria de la ciencia: la transformación de la Naturaleza es aquello en lo que consiste su propio conocimiento.

Ya en este siglo, el existencialismo, la fenomenología, el psicoanálisis u otras corrientes cuyo punto de partida es especialmente el sujeto y la conciencia, extenderán la idea de un ámbito psíquico productor de conocimientos, a veces incluso, independiente de todo elemento social. Sin embargo, a ello también contribuyen otros procesos tan diversos como la consolidación de la perspectiva del derecho subjetivo entre los juristas o la irrupción de técnicas de reproducción muy efectivas, que permiten incluso el plagio (razón que justificaría la legislación sobre propiedad intelectual). Todo esto favorece la idea de una propiedad individual también sobre el conocimiento, justamente cuando la propiedad privada se asocia, cada vez con más frecuencia, a la persona. Así, el individuo aparecerá desde la idea de Sociedad Civil como persona, es decir, como particular frente al cual se construye la idea de propiedad pública administrada por el Estado (sin desde luego menospreciar otras muchas connotaciones de la noción). Pero en todo caso, este proceso no es sino uno más de los cursos que sigue la progresiva exclusivización de los derechos sobre la idea de individuo particular como persona jurídica (por mucho que la persona jurídica pueda ser en definitiva cualquier grupo o asociación reconocida e independiente del ámbito público).

Pues bien, parece que la actividad cognoscitiva participa tanto de la conciencia particular que recoge los materiales, como de las operaciones científicas y experimentales a través de las cuales se construye el saber científico. Sin embargo, se entenderá en principio que la actividad científica consistía en el desvelamiento de las leyes de la Naturaleza, rígidas reglas de verdad y objetividad. Aún hoy sigue manteniéndose como creencia generalizada que la ciencia ha de destapar esta logicidad de la realidad, por lo que su conocimiento activo queda en un segundo plano respecto de la verdad inmóbil y estática (localizada en el estrato profundo de la realidad).

La crítica postmoderna se centra especialmente en esta estaticidad de lo real, recogiendo por lo tanto, el vitalismo que propagaban los estudios de Nietzsche o el existencialismo. Por ello, los que se consideran herederos de estas corrientes entienden la razón y el concepto como asesinos lógicos de una realidad dinámica, sutíl y movediza, que subsiste a lo uno e idéntico proyectado por la racionalidad en un plano superficial.

Pues bien, nos interesa aquí destacar que estas dos formas de conocimiento, la científica y la mundana, implican a su vez dos ideas de apropiación, cuyas variaciones son fundamentales para entender la actividad cognoscitiva. Es sabido que los griegos distinguían la doxa, conocimiento superficial y engañoso, de la epistéme, saber profundo, de las causas últimas, cuyas características principales (necesariedad, objetividad y sistematicidad) serán posteriormente asimiladas al saber científico. Así, aunque la doxa u opinión haya pasado por ser el sentido común (aquello que todo el mundo tiene de forma básica), se la entenderá, frente al conocimiento científico, como la forma de conocimiento esencialmente individual, construcción psíquica de la persona. Por ello, se asume que cada uno es propietario de sus opiniones, pero no de las categorías, conceptos, teoremas o teorías a través de las que también piensa.

La teoría, pues, será ese conocimiento «deshumanizado» que, como las matemáticas, no pertenece a nadie; o mejor, a todo el que se prepare para acceder a él. Pero, no sólo no se hace referencia a sujeto alguno cuando se dice que «dos más dos son cuatro», sino que las corrientes críticas con el pensamiento moderno afirman, incluso, que los conceptos con los que pensamos se apropian antes de nosotros que nosotros de ellos. Entonces, cada hombre es dueño de sus opiniones pero no de aquello que lo transciende, como el concepto que, en cuanto regla de asociación del conocimiento, se impone desde algún lugar «externo» al sujeto. El concepto se entenderá desde estas corrientes, unas veces como una imposición de una forma de pensar, otras, como el pensar mismo.

Pues bien, el postmodernismo, ya no tanto como corriente filosófica, sino como ideología propagada en las sociedades occidentales, terminará reduciendo la verdad (puesta ya en constante cuestionamiento) a la doxa u opinión, aquel conocimiento que aparece principalmente como propiedad personal. Así, lo personal, intransferible e incuetionable, no será ya el sentimiento de cada uno, el placer estético o la sensación de frío, sino también las opiniones éticas, políticas, económicas, religiosas o filosóficas, a las que se podrá reivindicar un estatuto de valor al menos igual que las del resto.

En la actualidad, el irracionalismo imperante lleva esta postura al extremo, cuando el enfrentamiento entre opiniones directamente se evita. Se acepta generalmente que no hay verdad, que ésta es relativa y «todo depende del punto de vista que adoptes», lo cual haría igualmente ciertas la explicación científica de un tumor cancerígeno que la mágica (el tumor es un mal de ojo). Ante el iluminado de turno que asegura curar cualquier enfermedad se puede estar en desacuerdo, pero exactamente de la misma forma en la que él está en desacuerdo con la explicación científica de las enfermedades. De hecho, en cualquier debate televisivo, los entendidos que van a hablar (supuestamente, por lo tanto, se señala cierta igualdad de condiciones) son periodistas, artistas, curanderos, magos y científicos; todos sentados frente a frente. Entonces, las propias condiciones del programa hacen imposible una explicación científica, que además requiere cierto conocimiento previo, pero no la opinión de todo tipo, basáda además en algo tan «real» como los testimonios de los allí presentes.

Hay, pues, que insistir en la distancia que separa la opinión de la teoría y, sin embargo, considerar la opinión, no como una propiedad individual que ha de ser en sí misma respetada, sino antes bien, como otro conocimiento (y por ello racional) en el que es posible distinguir grados de verdad. Nadie dudará, entonces, cuando alguien argumente que siente dolor en el estómago. Sin embargo, es perfectamente discutible que ese dolor sea debido a un mal de ojo. Muchos razonamientos lo harán improbable, al menos.

 

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SANZ DEL RÍO Y EL KRAUSISMO ESPAÑOL. Alberto Sánchez

 

    El Krausismo, una derivación del idealismo alemán, tuvo una inesperada trascendencia en el pensamiento español. Karl Christian Fiedrich Krause, discípulo de Fichte y Schelling en Jena, representa una línea contrastable, tanto por sus ideas como por su forma de entender la vida, respecto a sus maestros. De forma global, Krause tenía un sentido de la importancia y el valor del destino individual de la persona, que faltaba por completo en aquellos dos autores, además de no compartir ideas con ellos como la de estado -y otros «universales concretos»-, que oprime y aniquila cualquier destino individual.

La idea que toda la obra de Krause refleja es la famosa sociedad de seres (Vereinwesen) en acción recíproca, cuya unidad está garantizada por la existencia de una instancia superior, que es el yo en cada uno, y Dios para el conjunto de seres. Pues bien, lo que atrae especialmente a sus seguidores es precisamente la línea que le desvía un tanto de sus maestros: Krause renuncia a la concepción individualista fichteana de la sociedad y al estatalismo hegeliano. Para él, el derecho se define como el conjunto de condiciones que hacen posible el logro de los objetivos de una colectividad, así, apenas distingue el derecho de la moral.

Ahora bien, aunque la penetración en el siglo XIX en nuestro país del idealismo alemán fue profunda, la acogida del Krausismo podría verse como algo inexplicable, ya que la importancia de Krause dentro del pensamiento hegeliano del que se nutre no parece excesiva, si no fuera porque el importador de tal línea del pensamiento fue Julián Sanz del Río.

La extraordinaria acogida que el Krausismo tuvo en España se debe de manera fundamental al pensador que la extendió. ¿Qué originalidad tiene la obra de Sanz del Río frente al Krausismo? ¿Es únicamente su obra una traducción de la de Krause? Estas son las preguntas fundamentales que nos vemos obligados a responder para delimitar en lo posible la figura de Julián Sanz del Río.

En 1860 aparecen las dos obras fundamentales de Sanz del Río: la Analítica, primera parte del Sistema de la filosofía, y el Ideal de la Humanidad para la vida, traducción y adaptación de dos obras de Krause con semejantes títulos. Esta última alcanzó un enorme éxito por lo que se nos aparece hoy como la fuente de la que bebieron casi todos los filósofos pertenecientes al movimiento Krausista. Aunque a primera vista pudiera parecer que Sanz del Río se limita a efectuar una traducción de Krause, la comparación de ambos textos nos demuestra lo contrario:

Entre estas dos obras se encuentran fundamentales diferencias, pues Sanz del Río no se limita a la función del traductor, sino que, como es frecuente en el, comenta, añade o suprime lo que le parece más oportuno. Sin embargo, el sólo se atreve a aparecer como traductor del libro, aún menos, como anotador, según se deduce de la portada del libro. Así, en una carta a Francisco de Paula Canalejas, le dice: «Sobre el origen y originalidad de este escrito no puedo excusar decir dos palabras para evitar confusión. Tal como hoy está el libro pertenece a Krause el espíritu; la exposición es mía, y no hay original alemán ni no alemán de donde se haya traducido». De esto son conscientes sus propios discípulos, como se expone en la Advertencia que los decomisarios de Sanz del Río ponen a la 2ª ed. del Ideal: «Aunque Sanz del Río atribuye modestamente su Ideal a Krause, dando a entender es mera traducción de éste,... hay entre su libro y el del filósofo alemán esenciales diferencias (a más que la señalan sus notas y comentarios), tanto en el plan, como en partes enteramente nuevas, que faltan en el segundo. Basta comparar los índices de ambos para convencerse de ello. El de Sanz del Río, si bien inspirado en la bella obra de Krause, es una exposición completamente libre de su sentido, acomodada al espíritu de nuestro pueblo y a las más apremiantes necesidades de su cultura». (Ideal, 2 ed., 1871, p. V, nota 1.)

En la carta que Sanz del Río escribe a Don José de Revilla desde Heidelberg el 30 de Mayo de 1844, el mismo dice sus propósitos respecto al libro que no sólo había traducido sino también adaptado: «..mi resolución invariable es consagrar todas mis fuerzas durante mi vida al estudio, explicación y propagación de esta doctrina, según sea conveniente y útil en nuestro país» (Cartas inéditas de Julián Sanz del Río, publicadas por Manuel de la Revilla).

Efectivamente, a Sanz del Río, lo que le interesaba de la filosofía de Krause era la forma en que habría de adaptarla o manipularla para la misión que se había propuesto: intentar solapar un profundo vacío cultural que se había formado tras largos siglos en España.

En el Ideal de la Humanidad para la vida encontramos un libro de filosofía practica en cuya expresión se resume todo el intento renovador del Krausismo. Y ello es así en cuanto la filosofía no tiene sentido ni valor si se reduce su dimensión pragmática. Además, esta obra puede ser considerada como un libro de antropología, de sociología, de filosofía de la historia y de política; sobre todo, de filosofía de la historia, ciencia a la que tanto Krause como Sanz del Río creían llamada para ejercer la regeneración de la humanidad. En este sentido puede decirse que esta obra es un libro de moral porque en el se nos marcan las pautas de comportamiento para entrar definitivamente en la tercera edad armónica de la historia.

Este carácter mesianico de la obra propicia una interpretación utópica de la misma; pero utópica no entendida en el sentido peyorativo y estrecho del termino, como algo carente de realidad; en definitiva, como una ilusión incoherente ,sino más bien utópica en el sentido de proyecto realizable, posible y deseable en un futuro al que irremisiblemente e irremediablemente marchamos pero que no veremos ni disfrutaremos porque nos está vedado en el momento presente.

Sanz del Río quiere transformar las estructuras sociales de la vida española y par a ello da un giro en la orientación ideológica. Frente al eclecticismo francés de cuño cousiano, que había servido de base a la actuación política de los moderados, él impondrá la filosofía idealista alemana como apoyatura ideológica de la burguesía progresista y, en principio, revolucionaria. Porque no hay que olvidar que el pensamiento utópico, que tantas veces ha sido confundido con el pensamiento político, según afirma Jean Servier, no es sino el reflejo de las aspiraciones sociales de la clase burguesa.

Incluido el Krausismo dentro de esta línea interpretativa adquiere todo su valor e importancia. Por lo tanto, desde las primeras páginas del Ideal se nos presenta esta obra como un libro de filosofía política porque es «Como un ensayo de filosofía practica, individual y social». (Ideal, ed. de 1860, p. XI)

También los modernos historiadores de la filosofía Krausista destacan como fundamental el carácter eminentemente practico de la obra de Sanz del Río, del que nos estamos haciendo eco en este trabajo. Es este un motivo importante para explicar su difusión, como ya hemos apuntado, y así, la historiadora Gomez Molleda dice en su trabajo Los reformadores de la España contemporanea (p. 30, C.S.I.C., Madrid 1966): «No creemos necesario insistir en el carácter reformador y practico de la filosofía de Krause. Los mismos krausistas y los historiadores del krausismo han puesto de relieve insistentemente que la doctrina de Krause, sobre todo en su modalidad española, fue una tendencia a la reforma practica de la vida, de la cultura y del modo de ser español».

Este carácter práctico, una vez introducidos en el Ideal, aparece de forma evidente en la definición de los conceptos fundamentales que intervienen en la expresión «ideal de la humanidad»: «Cuando decimos Ideal de la Humanidad, tomamos la palabra idea en un sentido preciso, a saber: concepto puro e inmediato del espíritu y concepto total, que no depende de experiencia sensible (aunque concierta anticipadamente con esta), sino que es original y primero, y como tal antecede y regula toda idea particular» (Ideal, ed de 1860, pp. 26-27). Pero esta definición de la «idea» encierra dentro de sí una tendencia pragmática a realizarse históricamente por la cual la idea, en un segundo estado, pasa a convertirse en Ideal, es decir, direcciones y formas ejemplares determinadas conforme a la idea primera.

Ahora bien, los conceptos de «idea» e «Ideal» se conjugan con uno más, el de «humanidad», que sería «aquel ser uno en sí, todo y propio, en el que se intiman con unión esencial el espíritu y la naturaleza como el tercer compuesto de ambos opuestos en el mundo, bajo la unidad absoluta de Dios como Ser Supremo» (ibid, p.30):

La idea de la Humanidad, imbuida de un carácter armónico que pretende superar todas las contradicciones, conduce inevitablemente al Ideal de la humanidad. Ahora bien, si el Ideal es propiamente la realización de una idea primera, el Ideal de la Humanidad es la realización de la idea de la Humanidad, esto es, hacer un mundo humano cada vez más uno, armónico y total. En palabras del propio filósofo: «Cuando decimos Ideal de la Humanidad, suponemos ya la idea de la Humanidad deducida en un principio real y capaz de dar plan para lo que debe ser aquella en la historia conforme a su naturaleza y ley propia. Cuando esta idea de la humanidad es clara para el espíritu ,y lo mueve interiormente a convertirla en hecho, entonces se determinan direcciones y planes prácticos de obrar, esto es, se forma un ideal..» (Ideal, ed 1860, p.28).

El armonismo que concilia la unidad divina con la variedad de las cosas es la opción tomada por los krausistas para intentar salvar las deficiencias tanto del deismo como del panteísmo. Este intento se llamara el panenteismo, doctrina orgánica que pretende unir las diferentes filosofías con sus principios contradictorios en un principio armónico superior, recogiendo lo que tienen estas de positivo y desechando lo que tienen de negativo.

Así, aparece la Humanidad ante este principio armónico como la Unión esencial de la Naturaleza con el Espíritu, fundada supremamente en la Naturalerza divina hasta el punto de que «la humanidad es en el mundo semejante a Dios» (Ideal, ed 1860, pp.34-35), tiene, por lo tanto, un carácter divino. Esta es la humanidad que tiene que encaminarse hacia la tercera etapa definitiva de felicidad suprema y absoluta. En el camino hacía un mundo mejor es donde Sanz del Río nos habla de las tres épocas del desarrollo de la humanidad en la historia; y aquí es también donde aparece la utopía que subyace a todo este planteamiento de la historia concebida como progreso evolutivo.

Para Sanz del Río la historia es el despliegue de la esencia divina en el tiempo. Es una nueva aportación a la ya clásica tripartición de la historia -véase las teorías sobre la historia de Hegel, Marx o Comte, entre otros-, donde la primera edad es la simple unidad o indeferenciación. Alude a un pasado mítico que desde el presente se recuerda siempre como una edad de oro cuya vuelta es pretendida. En la segunda se deja esta etapa de la inocencia por una de oposición sin unidad, donde nada nos satisface y tendemos a una plenitud armónica donde todo cobre sentido. Esta sería la nuestra.

Por último, tenemos las diversas caracterizaciones que hace Sanz del Río de la edad de plenitud armónica, definitiva realización de la ley humana en la tierra y cumplimiento del destino final en el tiempo histórico y en nuestra tierra, pero por la que, al fin y al cabo, ya se esta trabajando: «El tiempo del fruto está aún lejos; pero el tiempo de la flor ha llegado ya» (Ideal, ed 1860 p.40).

Esta forma de entender la Historia hace de la obra de Sanz del Río, sobre todo del Ideal de la Humanidad para la vida, un trabajo fundamental para una generación de hombres que creyó encontrar en el racionalismo armónico de filiación Krausista la opción más loable para la sociedad española de mediados del siglo XlX.

El movimiento seguidor de Krause en España vio a Sanz del Río como el pensador que, frente al idealismo estéril de la tradición escolástica y al burocratismo de la burguesía dirigente, adoptaba un compromiso ético serio con la Humanidad a la que pertenecía. Este compromiso, lejos de ser algo relegado a lo simplemente teórico, se mostraba como una alternativa práctica sobre rigurosos cimientos derivados del Idealismo Hegeliano.

 

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 HABERMAS Y EL CONFLICTO DE CLASES. Salvador Méndez

 

    Vemos como para Habermas el papel fundamental de la filosofía, no sólo no es huir de ella en busca de una superación de la mano del saber científico, sino que más bien es la lucha contra la conciencia tecnocrática objetivadora. Así, el filósofo alemán entiende que la filosofía debe, primero, dar a conocer el hecho de que la ciencia y la técnica hayan asumido el papel legitimador del orden político, y segundo, procurar soluciones verdaderamente legitimadoras en las sociedades capitalistas actuales.

La concepción marxiana del materialismo histórico concedía a las fuerzas productivas un papel eminente, entre otras razones, porque su desarrollo podía impulsar una época de revolución social, una vez mostrada la contradicción con las relaciones de producción. La «revolución social» que pretende Habermas viene de la mano de su teoría de la acción comunicativa, sobre la que dice estar trabajando en los años que escribió estos textos, y que terminará desarrollandose en obras posteriores. En todo caso, es evidente el caracter práctico de tal teoría, hasta el punto que tendremos que ver en que sentido la acción comunicativa puede entenderse como actuar político -si antes no definimos todo actuar como ya político-.

Pues bien, en el seno de las sociedades del capitalismo tardío sucede que las fuerzas productivas, y especialmente la ciencia y la técnica, no actuan ya en contra de las legitimaciones vigentes, sino que más bien al contrario, perpetúan las relaciones de producción y la conciencia tecnocrática. Hay, pues que reconocer el interés manipulador y dominador por el que se guían la ciencia y la técnica, pero en el sentido de interés necesariamente unido a éstas. Sin embargo, la teoría habermasiana de los intereses cognoscitivos expuesta en «Conocimiento e interés», deja una puerta abierta a la acción y a la utopía de la mano del interés práctico-moral. En este sentido, permanece en Habermas el sueño emancipador, aunque ahora sea emancipación de las propias fuerzas productivas.

Así, proclamar la autorreflexión radical contra el positivismo filosófico, el cientismo de las propias ciencias y la conciencia tecnocrática de un sistema político separado de la base, es presentado por Habermas como el papel primordial de la filosofía. Ahora bien, ¿Significa esto algo así como un intento por acabar con la ciencia o incluso con el uso estratégico-instrumental de la Razón?

Si bien Habermas no confluye con Marcuse en cuanto a redimir a la ciencia y hacerla no-unidimensional, justamente sus análisis sobre el desarrollo de la razón a lo largo de las etapas de la evolución social le obligan a adoptar una actitud crítica: Su propuesta, antes que reclamar algo así como el fin de la ciencia y la tecnología, o el recambio de éstas por otras, pretende la puesta en marcha de un marco en el que sea posible una base legitimable para toda relación intersubjetiva, y a partir del cual, la razón estrategico-instrumental cumpla únicamente el papel que debe en el necesario desarrollo técnico-científico.

Pues bien, la propuesta marxista fundamental, la evolución hacia una sociedad sin clases, confluye aquí con el programa habermasiano de la autorreflexión: La conciencia tecnocrática, «no solamente justifica el interes dominatorio de una clase particular, reprimiendo la necesidad parcial de emancipación de otra clase, sino que afecta al interés emancipatorio de la totalidad de la especie humana» (Technology and science as «ideology». en Toward a rational society, Bacon press, 1970. pág 111).

Parece evidente, de todos modos, que el advenimiento del socialismo depende de factores reales que obran al margen de las representaciones que Marx o Habermas puedan forjarse acerca de él. Tales factores se dan a una escala demasiado grande -quizás tres mil millones de hombres- para un hombre e incluso para un gran numero de hombres, y no dejaría de ser ridículo que la filosofía aconsejase la conveniencia del socialismo, como si el papel del filósofo fuese el de indicar por que dirección deben dirigirse los demás. Por contra, la filosofía cumple su papel «intercalada» en el propio curso real e histórico de nuestras sociedades, a través de la acción que el discurso y las teorías suponen, ejerciendo una autocrítica de la razon en cada momento de la historia.

 

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Documento político del Foro del Hambre. Roma, Noviembre de 1996.(Foro alternativo paralelo a la Cumbre de la FAO -Organización para la Alimentación y la Agricultura)

 

Introducción:

Nosotros, los participantes del Foro del Hambre, representantes de más de 200 organizaciones y movimientos juveniles, ecologistas, campesinos, indígenas, feministas, sociales y de derechos humanos de todos los continentes, exponemos nuestra profunda preocupación por el continuo crecimiento del hambre en el mundo y de la destrucción del medioambiente. Nos hemos reunido en Roma para analizar, desde una postura crítica, la Cumbre Mundial sobre Alimentación - a pesar de los numerosos intentos de la FAO y de los organizadores del Foro de las ONG´s por impedir que se escuche nuestra voz.

Rechazamos enérgicamente los resultados de la Cumbre Mundial (La Declaración de Roma y el Plan de Acción), por el apoyo que estos suponen a las élites y a las compañías transnacionales en su control de la producción de alimentos, a costa de los pequeños productores, de los consumidores y del medioambiente.

ANALISIS:

El hambre no es el simple hecho de que la gente no tiene comida para comer: Es el resultado directo de una distribución injusta y antidemocrática de los recursos (como tierras, renta o riquezas) y del poder a la hora de tomar decisiones. Es la mayor forma de pobreza creada por el dominio tecnológico y el paradigma económico actual, que concentran los recursos y el poder en manos de las élites y el capital transnacional.

Entendemos que esta Cumbre es la continuación del proceso global de empobrecimiento y destrucción que comienza en el colonialismo y desemboca en la creación de la Organización Mundial del Comercio. La Cumbre refuerza este proceso con un renovado apoyo al sistema neoliberal y a las tecnologías rechazadas por la mayoría de la población mundial que vive en armonía con el medioambiente.

Desde el periodo colonial, los sistemas de producción y distribución de alimentos entre diversas culturas han sido desbaratados. El resultado ha sido la transferencia de la riqueza y cultura de los pueblos a las naciones industrializadas, proceso hoy incentivado por la crisis de la deuda y los Programas de Ajuste Estructural.

Esta explotación es hoy más dura que entonces, reforzada por las compañías transnacionales en cooperación con la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y todas aquellas instituciones que promueven la liberalización de economías regionales (NAFTA, APEC, UE, Mercosur, etc). La FAO, con esta Cumbre Mundial, añade su nombre a esta lista de instituciones que promueven una política comercial genocida. Lo cual no quiere decir que la FAO no haya tenido anteriormente un impacto en el proceso de globalización: En los últimos 50 años ha sido el principal impulsor de la globalización tecnológica a través de la llamada "Revolución Verde". Pero la imposición de esta agricultura intensiva, beneficiosa únicamente para las compañías multinacionales y las élites, lejos de resolver el problema del hambre, ha causado estragos sociales y medioambientales. Es el resultado de la intervención en las comunidades locales (incrementando la desocupación de tierras y la urbanización de los indígenas y de los pequeños agricultores) y de la destrucción del medioambiente (desertificación, erosión del suelo, contaminación química de la tierra y el agua, incremento del transporte, etc). También está en la raíz de la importante pérdida de diversidad biológica y cultural, hecho que se demuestra ante el peligro inminente de desaparecer junto a nosotros, al menos, la mitad de la biodiversidad planetaria, y con el hecho de que nuestra generación va a ser la primera en perder más conocimientos de los que ha ganado. Finalmente, las Variedades de Alto Rendimiento (HYV) de la Revolución Verde han empeorado la calidad de los alimentos, contaminándolos con residuos químicos y reduciendo su aporte nutricional. En resumidas cuentas, la actuación de la FAO ha conseguido destruir biodiversidad y apropiarse de los métodos de producción de alimentos, remplazándolos por el monocultivo y por técnicas de agricultura no-sostenible.

Las mujeres son las primeras en sufrir las consecuencias de las políticas impuestas por la FAO y las instituciones internacionales financieras y de comercio. En la mayor parte del mundo, la mujer es la responsable de la seguridad alimentaria, la salud y la educación a un nivel familiar, además de la principal sustentadora de la biodiversidad agrícola. A través de la dominación económica y el paradigma tecnológico, ellos están determinando sus derechos, dejándolos en la misma e invariable situación de marginación.

La FAO ofrece como solución a los problemas que ella misma ha creado el libre comercio y la moderna biotecnología. la FAO, aún a pesar de haber señalado a las estructuras políticas y económicas como las causantes del hambre, ha sido expresamente elegida como soporte para las estrategias de la compañías transnacionales con el fin de promover la moderna biotecnología,

La ingeniería genética y otras formas de moderna biotecnología son totalmente inaceptables en términos sociales, medioambientales y éticos. Todo lo que ellas pueden ofrecer es un aluvión de problemas asociados con la Revolución Verde, de impredecibles efectos sobre el medioambiente. Además, asumen la creencia de que es éticamente correcto que el hombre controle la naturaleza hasta el punto de combinar diferentes especies y patentar la vida. Esta atrocidad requiere una oposición frontal.

El hecho de que la Cumbre defienda el libre comercio y la biotecnología no es accidental, sino que refleja las estructuras de poder que bajo las negociaciones están siendo, desde el principio, controladas por las compañías transnacionales. Esto también refleja el interés de la FAO por ganarse la simpatía de los Estados Unidos, de los que depende su financiación. Todo esto desemboca en la exclusión de los movimientos de base de la preparación de la Cumbre, y de la posterior participación. Esto es un hecho de desastrosas consecuencias: La Cumbre se convierte en un autoritario y circense ejercicio que busca imponer unas medidas desastrosas. Y el ridículo lavado de imagen, en cuanto a la participación se refiere, no evita su profundo carácter antidemocrático.

 

POR LO TANTO DENUNCIAMOS:

1. La Cumbre Mundial sobre Alimentación como una farsa.

2. Las compañias transnacionales como el principal actor, controlando los paradigmas económico y político, y anteponiendo sus intereses comerciales a las necesidades básicas humanas, los intereses corporativos y la soberanía popular. Es, en todo caso, indignante que no sean mencionados ni una sola vez en los documentos de la Cumbre, a pesar de su tremenda contribución a los desastres sociales y medioambientales.

3. A los agentes del genocidio económico, especialmente la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero también a aquellas instituciones que defienden la liberalización comercial.

4. La moderna biotecnología y las patentes de vida como ética, social y ecológicamente inaceptables.

5. A la FAO como un instrumento para imponer destructivas tecnologías que benefician a las grandes multinacionales y al libre comercio.

6. Al sobreconsumo y a la industria cárnica, por sus fundamentales papeles en la actual crisis económica y social. El hecho de que el 20% de la población esté consumiendo el 80% de los recursos mundiales habla por si mismo.

7. El bloqueo de alimentos como una forma de presión entre gobiernos y el comercio de armamento como otra importante causa de hambre y pobreza.

 

ALTERNATIVAS:

No esperamos de la FAO, ni de ninguna otra institución multilateral, la solución de problemas mundiales. Nuestras alternativas, pues, no son toma de decisiones provinientes de altos puestos. Creemos, más bien, que los marginados por el actual sistema conocen mucho mejor que los burócratas y tecnócratas cuales son sus problemas y como solventarlos.

De acuerdo con esto, las alternativas a las instituciones que rechazamos recaen en la acción de la gente de a pie, para que éstas puedan recobrar el control sobre sus vidas, a través del enfrentamiento a las compañías transnacionales y a las organizaciones multilaterales. Pero también recaen en el creciente nivel de coordinación entre los movimientos de base de todo el mundo. Fuera de esta red de trabajo, están empezando a emerger organizaciones multilaterales que desean y pueden trabajar hacia soluciones reales a la actual crisis social y medioambiental, en un camino opuesto al seguido por la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Alimentación y la Agricultura.

Los movimientos de base sostienen economías locales a pequeña escala, llevadas a cabo con el convencimiento de que la globalización es un inevitable efecto del sistema mundial de comercio, y procuran cambios fundamentales en la raíz o base de la pobreza, en cuanto se apuesta no ya por relaciones de poder y dominio, sino por una democracia de base y una distribución equitativa de los recursos. Finalmente, posibilitan el desarrollo de una diversidad de culturas humanas y una verdadera armonía en la relación de éstas con la Naturaleza, posible sólo gracias al control de los recursos por parte las comunidades locales y lejos de las avariciosas e irresponsables manos de las compañías.

Ninguno de estos cambios puede basarse en la acción de la FAO o en la de cualquier otra institución que sea reflejo de las estructuras de poder que están en la base de la pobreza. De hecho, un necesario primer paso hacia este sistema de comunidades de base es el desmantelamiento de las agencias multilaterales que el capital transnacional usa como instrumento político.

Nosotros, en el Foro del Hambre, nos comprometemos con esta alternativa visión del mundo. Muchos de nosotros ya están trabajando diariamente en su realización. Y de la misma manera que la Cumbre Mundial sobre Alimentación es aún otro paso más hacia la concentración de poder y riqueza, creemos que el Foro del Hambre será un paso más que refuerce la resistencia y la acción popular.

 

 

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LA POLITICA DEL TIEMPO ECOLÓGICO    Javier López

 

    Decía Platón en "La República" que la ciudad, la polis griega, se formaba por las necesidades del hombre. Su propósito era edificar con palabras, desde sus cimientos, una ciudad, para que éste se desenvolviera en ella socialmente, o incluso para que no dejara de ser social: sólo las bestias y los dioses no necesitan asociarse.

El Hombre, dicen los griegos, ya es un ser social (también político) y la forma en que se organiza transciende aquellas en las que lo hacen otros animales. Si dos animales se juntan para formar una familia es por mutuo interés, dice Aristóteles en su "Política", pero tanto en el caso del hombre como en el de los osos o las golondrinas. También ocurre con el conjunto de familias, incluso con la ciudad, si forzamos mucho las metáforas tan frecuentes que hacen los antropólogos y etólogos cuando, maravillados por el orden que impera en un hormiguero, creen ver en él paralelismos insalvables respecto nuestras sociedades modernas. Se habla entonces de si la "hormiga reina" muere a manos de sus "guardianes" una vez no es útil a la comunidad o por el contrario las "obreras" la dejan morir sin traerle alimentos.

Pero el Hombre que construía la ciudad a raíz de sus necesidades tenía que organizar aquello que las satisfacía, y la ciudad alargaba los brazos a su entorno para abastecerse: el Hombre que ordena políticamente el Medio ambiente a su tamaño y necesidad. Es otra vez la relación, pero ya efectivamente política, del Hombre y el medio entorno, la Naturaleza, o en fin, el Mundo.

No es impertinente o intempestiva la decisión de regresar, a la hora de desentrañar la relación política del hombre y el Medio ambiente, hasta las ideas mismas de Hombre y de Mundo. Claro que ahora Mundo podría ser muchas cosas -no son pocas las posibles sustituciones-, piénsese si no en la relación del Hombre con la Naturaleza cuando el filósofo racionalista Benito Spinosa presupone la identificación de esta última con el mismísimo Dios. No es cuestión ahora de si este Dios era el Judío, el de su religión marranesca, o era una idea lógico-racional del Dios más filosófico -el motor inmóvil aristotélico, por ejemplo; pero si constatar que también con este Deus sive Natura caben relaciones políticas, y no deja de ser significativo el título de una de sus obras fundamentales: "Tratado teológico-político".

    Significativo también es el cierto éxito que esta teoría ha tenido, incluso en nuestros días, o mejor, fundamentalmente en nuestros días, derivada a  muchas formas. Así, por ejemplo, la subordinación o reducción, en el límite, del Hombre al Mundo (que ahora desempeñaría las funciones de Dios) tiene el sentido de una sumisión del Hombre a la Naturaleza, tratada como si ésta tuviese algo de divino. Incluso en ocasiones, el Hombre llegará a considerarse como una entidad próxima al demonio: consideración del hombre como una plaga, desde el punto de vista de la ecobiología. «La especie humana en su relación con la Naturaleza tiene en muchos aspectos el comportamiento de una plaga: es un hecho frecuente que ciertas especies, en equilibrio hasta un determinado momento dentro de un ecosistema, se conviertan en plagas al desaparecer los controles o mecanismos feed-back que mantienen a la población dentro de unos límites definidos» (J. Terradas). «A pesar de que nos resulte molesto el admitirlo, la Naturaleza, antes de que se piense protegerla para el hombre, debe ser protegida contra el hombre... El derecho del medio ambiente sobre el hombre, no un derecho del hombre sobre el medio ambiente» (C. Levi-Strauss). «La Naturaleza tiene cáncer y el cáncer es el hombre» (A. Greggs). Pero también la opción contraria ha tenido éxito, seguramente bastante más, cuando se postula desde la modernidad la subordinación o reducción del Mundo, la Naturaleza o el Medio ambiente al Hombre. Desde aquí se enarbola como bandera el «principio antrópico», que en el plano político mantiene posiciones antropocéntricas hoy calificadas como "humanistas": Es la Humanidad, aquella dotada por Hegel con el Espíritu y la Historia, la que se convierte ahora en objetivo último de toda política. Así, el proyecto político a seguir gira entorno a la idea del desarrollo creciente e indefinido de una humanidad infinita, para lo cual no hay límites materiales -tampoco el espacio, incluso cuando se considera demográficamente tal desarrollo (la «colonización del Espacio»).

Quizás justamente como respuesta a esta postura política, recogiendo la tradición panteísta y apoyándose en una nueva ciencia del medio ambiente, los grupos y partidos políticos ecologistas salen a la plaza pública. Pero aún vallando ideológicamente todos los campos abiertos por este humanismo, y a pesar de que los límites de los recursos naturales ya se incluyen en las planificaciones políticas de cualquier nación, la oposición Hombre/Mundo, Hombre/Naturaleza, no deja de ser una concepción ya sesgada, imprecisa, de los problemas a que se enfrentan las sociedades actuales. Y esto es así porque tal relación no puede entenderse como la "guerra" del Hombre con el Mundo -la "victoria" del primero es también su derrota-, pero siquiera tampoco como la relación armónica de dos realidades independientes, porque tal armonismo se presupone contra la constatación positiva de los hechos y antes que explicar enturbia las cosas mismas.

 

Por lo tanto, queda entender la relación del Hombre con el Medio ambiente, en la dimensión política que aquí nos interesa pero acaso en cualquier otra posible, des-sustantivizándo cada uno de estos dos elementos, es decir, redefiniéndolos en unas coordenadas correctas: Las relaciones políticas del Hombre con su Medio ambiente, por ejemplo la planificación de los recursos pesqueros por parte primero de la Comunidad Autónoma correspondiente, están entretejidas a otras relaciones también políticas, incluso más genuinamente políticas, entre los mismos hombres, por ejemplo, cuando la comisión especialmente formada para planear los recursos pesqueros se reúne ante representantes del Ministerio de Agricultura y Pesca. Y aún éstas están entretejidas a otras, como las relaciones entre el Hombre y otros entes; dentro de los cuales habría que introducir incluso a una Virgen de la religión cristiana, cuando esta comisión específica decreta como día de no pesca la festividad de la Santa patrona del mar.

En todo caso, esto no significa, por quedar en un segundo plano la relación política del Hombre con las cosas, quitarle importancia a la destrucción del Entorno, la Naturaleza o el Medio ambiente. Por el contrario, es en esta red de conexiones políticas donde se puede caracterizar con cierto rigor el problema, pues la falta de recursos naturales o la emisión descontrolada de CO2 ponen en peligro el mismo ámbito de la política. Justamente lo político, aquello que no deja de ser ordenación y regulación de la actividad humana y de las cosas que le rodean, depende ahora del éxito futurible de tales funciones para perpetuarse. Pero ya estamos introduciendo otras nociones, y es que no hemos dicho nunca, sino más bien al contrario, que el ámbito político sea desligable del de otros campos: el concepto de Historia desde las ciencias humanas, el de Subsistencia desde la biología, el de Responsabilidad desde la Etica, entran a jugar un papel importante en la teoría política de las relaciones Hombre y Medio ambiente.

Con este campo "enriquecido" de lo político las funciones de los gobernantes, por ejemplo, dejan de ser solamente la administración inmediata -en el sentido en el que se realizan los Presupuestos Generales del Estado cada año- de los bienes y recursos -naturales, económicos, etc..-, porque la planificación política se realiza, en todo su sentido, sobre la Historia abierta. Hoy vemos la lenta, cuidadosa y delineada incorporación de los países europeos a una Comunidad Europea transnacional, ¿Pero en que Medio ambiente se supone el nacimiento y desarrollo de tal Comunidad? Proyectos como éste, aún principalmente dirigido por los intereses económicos de mercado de los grandes países europeos, no tienen más remedio que incluir entre los múltiples elementos con los que se baraja, el calentamiento del planeta, los escasos 50 años de reservas petrolíferas, los cada vez más numerosos cementerios nucleares, la rápida desaparición de especies animales y vegetales, las crecientes cantidades de basura urbana e industrial, la progresiva desertificación de amplias tierras del planeta o los problemas derivados de la manipulación genética de alimentos y especies animales, entre muchos otros.

Y sin embargo, las políticas medio ambientales que hoy en día se realizan o proyectan, sólo pretenden minimizar los incontrolables efectos de la acción humana globalmente considerada, que serán nuevos problemas políticos que requieran planificaciones y ordenaciones futuras. En realidad uno de los problemas fundamentales de las relaciones políticas entre el hombre y el medio ambiente recae en los parámetros temporales que se manejan en la elaboración de planes, programas, proyectos políticos. La minimización de los efectos desestabilizadores y destructivos hacia el Medio ambiente supone ya la ineludibilidad de tales efectos; pero es que además esta minimización se extiende temporalmente a la misma vez, paralelamente, a la realización o consecución del proyecto político que causa los daños a minimizar. Es decir, los proyectos políticos medioambientales, cuando no quedan sólo en buenas intenciones, están proyectados a la misma escala temporal que los demás proyectos, ya sean de tipo económico, urbanístico o de infraestructuras, por lo que "duran" lo mismo. Sin embargo, los efectos negativos para el Medio ambiente que algunos de estos proyectos políticos no medioambientales tienen trascienden esta escala temporal, se pueden perpetuar a lo largo de muchos mas años, decenios o siglos de los que dura la realización de tales proyectos.

La minimización de estos efectos dañinos, pues, no se extiende, por lo general, a las coordenadas temporales de la interrelación hombre/Medio, sino que queda reducida al tiempo efectivo de realización de la actividad humana directamente causante de los daños. Las políticas de almacenamiento de los residuos nucleares son todo un paradigma de esto, pues la solución inmediata -en un estrato histórico mínimo- queda reducida a su almacenamiento, pero no porque haya una solución no inmediata, sino porque no hay solución. Y sin embargo, tal politica de minimización se presenta publicamente como solución definitiva, en una verdadera escala histórica: "Los residuos nucleares no son un problema porque los tenemos controlados en un sitio adecuado, y no dejamos que contaminen el suelo o el mar".

Por ello, la planificación política respecto del Medio ambiente, si no introduce unos parámetros efectivamente acordes al plano temporal de éste, en la que se incluyan las relaciones Hombre/Mundo, Naturaleza, Medio ambiente, no como un mero agregado a una "Historia de las relaciones humanas", sino como parte fundamental de los elementos de la proyección política, queda reducida al sospechoso ejercicio de evitar la mayor cantidad posible de futuros problemas políticos o, aún peor, a golpes publicitarios, que por supuesto también son políticos en cuanto el gobierno de turno mantiene con ellos contento al electorado.

 

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UN CUENTO VELADO   Carlos Mata (Biológicas)

 

  Esto no es un cuento, sino una metáfora del conocimiento humano. Velar es ocultar y hacer de algo lo desconocido, así que desvelar no es sino dejar atras lo que impide verlo alumbrado.

Cuando por fin encontraron un piso de alquiler fueron todos a verlo. Un chico de unos doce corre escaleras arriba hata el tercero, rodea la corrala y ya empieza a jugar con las cosas. En una casa vieja hay mucho que reparar, pero eso no es para todos, porque unos se apañan mejor clavando clavos y otros contándolos, unos encerando y otros deslizando.

En eso consisten sus intensas tardes, ahora que allí van a vivir: deslizarse por todos los pasillos y descubrir los huecos escondidos. En una casa vieja, también dijo el vecino de enfrente, hay muchas cosas que arreglar. Aquí hay lo menos para un mes. Con el dedo el chico repasa ahora las lineas mugrientas donde estuvo un mueble, estampada su figura con los años en el rancio papel. Son muchos juegos los que quedan en un mes, pero sobre todo se desliza de uno a otro pasillo, y de vez en cuando ayuda.

Cada tarde terminaban los arreglos, y cada tarde había que encontrar un sitio en el que descansar de tantas carreras y juegos. Los pocos muebles cubiertos que había no ofrecían mucho, excepto un montículo, un bulto, un algo que no se dejaba ver por la blanca sábana. Y allí fué donde una y otra vez se sentó. Pero el tacto, incluso moviendo el culo, no era suficiente para indicar en que se descansaba cada tarde, antes bien parecía ser muchas cosas: Caja grande, taburete pequeño, a lo mejor la tele.

El día que decidió saber lo que era, no quiso tirar de la sábana, pero tampoco abrazarlo hasta delimitar sus más escondidos surcos. Quizás donde yo me siento, piensa, no es un sitio para sentarse y no me dejarán hacerlo nunca más, o lo que es peor, no me dejaré yo.

Otro día sigue sin haber muebles. Pero si no es para sentarse, ¿Entonces para que sirve? Lo que no quiere es verlo, o mejor, prefiere no tener que saberlo. Mama! ¿Para que sirve eso? Para nada hijo, anda recoje los clavos que se le han caído a tu padre. ¿Para nada? Si no sirve para nada a lo mejor es que no hay nada debajo, piensa. Sin embargo, todos ya creemos que hay algo, incluso ya lo hemos contado así. El se dice a sí mismo: Quizás antes no había nada, pero al cubrirlo quedo así.

Al siguiente descubrió que bajo otra sábana si había algo: una mesita, pero con una sola pata central. Fea, pero algo había. Allí, al fin y al cabo, nunca se sentó.

Por fín, un día el chico tocó por todos lados el eso de la sábana blanca y esta vez creyó adivinar qué era, pero enseguida lo dejó y pronto dudaba de nuevo. No quería sólo inventarselo, para eso, pensó, me hubiera sentado en el suelo. El problema surge porque hay muchas maneras de quitar un velo, y de hecho él se había propuesto seguir descubriendo aquello. Pero no hubo tiempo: volvió de merendar en la cocina y ya no estaba.

Ahora había muchas cosas, muebles y objetos esparcidos desordenadamente por la habitación, y ¿cúal era? No partía de cero y descartó muchas posibilidades, pero el resultado tampoco era como para lanzar boinas al cielo: Papá, estos grandes libros de la estanteria ¿Dónde estaban?

Desvelar es conocer lo velado, pero eso no es el conocimiento, porque éste no consiste en algo tan sencillo, sino en hacer de unos libros un buen asiento.

 

 

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