Quiero hacer llegar mi punto de vista sobre el fenómeno:
Crítica a los Planes de Estudio. Pero antes de emitir mi punto de vista quiero
enumerar, de manera elemental, algunos de los tópicos más recurrentes a los
que se acude para expresarse desde cierta voluntad crítica .
Algunas propuestas de profesores consisten en vender las
veleidades de un Plan de estudios antiguo con seis asignaturas anuales, hablan
de más tiempo y más tranquilidad para leer, los alumnos se imaginan leyendo
por los parques, se imaginan escribiendo y discutiendo con amigos en las casas
de los padres. Otros profesores defienden la conveniencia y el éxito relativo
de este actual Plan de estudios en un punto: permite al alumno escoger más,
seleccionar más, poder elaborarse su propio curriculum. Estos últimos,
con honestidad, ponen en evidencia que la facultad oferta asignaturas y
que los alumnos oficiales deben pagar un dinero por ellas. Pero aún dicen más:
es necesario mantener el régimen de optatividad...tal vez porque la Universidad
necesita dinero, más dinero, quizás porque la Universidad tiene que poder
generar puestos de trabajo, más trabajo, para las personas que ejercen su
actividad docente..., si hay más asignaturas hay más dinero, hay más trabajo
para el profesorado. Otros aspectos han confluido en la configuración de este
Plan de estudios por ejemplo: la primacia y el poder de ciertas tesis de
orientación psicológica y pedagógica consistentes en despreciar la enseñanza
fundada en las virtualidades de la memoria y en valorar más algo que han
convenido en llamar: evaluación continua.
Algunos alumnos se quejan del caos que reina en la Facultad
de filosofía, tal caos lo localizan en lo que sigue: existen alumnos que no han
recibido clases lectivas sobre el pensamiento de autores fundamentales como
Plantón, Aristóteles o Kant. Algunos profesores configuran y desarrollan
programas al margen del dictamen específico que cabría esperar que marcara el
título de la asignatura, esto genera problemas derivados del hecho de que
algunos alumnos compran la posibilidad de asistencia, aprendizaje y evaluación
en cursos que no se esperaban fuesen así (a veces incluso habiendo comprado y
consultado previamente los programas oficiales). Algunos alumnos no soportan las
"relatividades hermenéuticas", quieren recibir clases rigurosas de
filosofía, al parecer entienden por "rigor" la capacidad para acotar
conceptualmente la semántica de los problemas tratados, con el fin de evitar la
ambigüedad, la contingencia y la multivocidad. Algunos alumnos desean tener
más tiempo para tener la oportunidad de incorporarse al mercado laboral, sin
renunciar por ello a la posibilidad de continuar con sus estudios universitarios
y solicitan más facilidades y comprensión por parte de los evaluadores.
Algunos alumnos sueñan con un Plan de estudios distinto, porque creen que
existe la posibilidad de luchar por un Plan objetivamente más
beneficioso desde el punto de vista filosófico, pero cuando se les pregunta por
las características de tal perspectiva prefieren hablar de la necesidad de
tener más tiempo o más salidas profesionales o más tranquilidad para estudiar
o que la enseñanza sea más barata o que haya menos asignaturas o más clases
prácticas o aulas con mobiliario renovado o mayor multidisciplinariedad o
sencillamente más competencia o rigor o menos exigencia o más clases
magistrales o menos libertad de cátedra o más creatividad e innovación por
parte de los profesores o ausencia de examenes o más seminarios, etc...
Como alumna de esta facultad a la que me siento especialmente
ligada y debido al hecho de que estoy ya en el último curso de licenciatura y a
que he tenido una interesante experiencia como Representante de alumnos en Junta
de Facultad, creo que puedo aportar mi punto de vista sobre la situación de
crítica de los planes de estudio.
No creo que exista un Plan de estudios objetivamente válido
y más apropiado que otros para estudiar filosofía. No hay un Plan que se
adapte plenamente a las necesidades políticas, históricas, administrativas,
económicas, etc.. que exigiría el estudio de la filosofía. Y esto en razón
de que no hay una filosofía. El mayor inconveniente de este plan es que
deja poco tiempo para el estudio o para la formación universitaria completa que
no brinda nuestra facultad y no por falta de recursos, tales vacíos entre otros
son: conocimientos en lengua inglesa y en informática. (Esto último,
independientemente de si debemos o no proponernos corresponder a alguno de los
perfiles de trabajadores que se demanden en las bolsas de trabajo, esto, digo,
va a ser casi imprescindible dentro de unos años para poder sentirse
socialmente integrado y nuestra Facultad debería brindar posibilidades claras y
comprometidas: tenemos una Sala de informática que cada vez podemos disfrutar
menos, los alumnos de filosofía, por lo general, no tienen conocimientos
básicos en informática ni siquiera para hacer uso de esa Sala y el personal de
servicio de esa Sala tampoco). Pero quiero volver al punto anterior en donde
localicé el centro de mi argumentación y dejar para después las posibles
propuestas.
Los universitarios tenemos que trasladarnos a un Campus para
asistir a las clases, en realidad esta es una zona extraña en la ciudad,
retirada de ella, sin comercios y, comparativamente, apenas vigilida. Podría
llegar a tenerse la impresión de que es como una burbuja aislada de todo. Sin
embargo esta impresión es absolutamente infundada. La presencia de la política
económica y administrativa de éste y muchos otros gobiernos anteriores
conviven objetivamente y, consiguientemente, son decisivas para entender la
situación de la Universidad que de por sí tiene sus propios órganos de poder
y de gobierno. Nuestros planes de estudio no son así debido a una sola razón y
no han sido diseñados estructuralmente por especialistas en filosofía. Dejando
a un lado una indagación sobre las razones por las cuales es como es:
troncalidad, obligatoriedad, optatividad, libre elección, cuatrimestres,
ciclos, etc...pienso que no hay una directriz, ni un criterio objetivamente
válido y en ningún momento dogmático para diseñar los planes de estudio en
filosofía, debido al acontecer histórico de esta disciplina y a la situación
de constante e inevitable tensión y enfrentamiento teórico a que da lugar.
Este Plan de estudios no ha sido diseñado bajo un punto de vista filosófico
porque tal cosa es imposible. Muchos puntos de vista sobre las preguntas
estrictamente filosóficas clasificadas en materias y vinculadas a los distintos
Departamentos llevan luchando teórica y políticamente para mantener con todo
derecho su lugar en esta Facultad. Fruto de esas tensiones, desacuerdos,
críticas, protagonizadas por hombres y mujeres con itinerarios intelectuales
concretos e intereses diversos son algunos de los elementos a tener en cuenta
para comprender el actual Plan y me temo que para vaticinar que nadie podrá
jamás crear un Plan de estudios filosoficamente puro y exacto. En realidad,
desde cierto punto de vista, la imposibilidad de tal cosa es una conquista
realizada a través de las historias de la filosofía y tiene mucho que ver con
el hecho de que no exista una Historia de la filosofía (esto último no obsta,
aunque pudiera parecer una locura, que existan de hecho interpretaciones e
historias de la filosofía más acertadas que otras...pues no es lo mismo,
cuando se suma, y en relación a la verdad, confundirse por mil que por tres, ni
acierta lo mismo el que da casi en el centro de la diana que el que apenas sí
la alcanza, recordando a Aristóteles. Sin embargo lo que mantengo es: sobre
este punto nadie dará nunca completamente en la diana, ni hará la suma
perfecta).
Partiendo de esta situación me planteo lo siguiente: desde
un punto de vista pragmático no compensa plantearse una crítica a los actuales
planes de estudio (desde un punto de vista filosófico es imprescindible) salvo
en aspecos muy determinados, a la naturaleza de tales problemas tiene que irle
el ser susceptibles de ser considerados importantes por toda persona razonable y
ser susceptibles de claro perfeccionamiento. Cabría pensar si acaso esta
situación de crítica de los Planes de estudio no ocasiona que se corra una
cortina de humo para no llegar a enfrentarse con problemas evidentes (por eso me
tomo el interés en este escrito de posponer la pregunta imprescindible antes
mencionada, si bien soy consciente de que este es el problema radicalmente
importante) si así fuera los miembros de esta facultad seguramente estarían
dispuestos a divagar largamente...
Me gustaría precisar un poco más cuáles son los
presupuestos inherentes a mi punto de vista: como decía observo que el panorama
que presencio es el de una gran contienda inevitable, esta polémica radica en
un acontecimiento: en algunos aspectos el paradigma moderno se resquebraja y
muestra grietas tal vez insalvables y el paradigma hermenéutico y posmoderno
emerge en medio de la confusión que ocasiona el hecho de que aparezca con toda
evidencia en los tiempos del capitalismo y una socialdemocracia que se ha
adueñado muy ilustrada y muy frankfurtianamente del estilo que debe imperar en
los medios informativos expansivos y opresores, tal estilo en gran medida ha
sido el utilizado por los responsables de esta situación de evaluación:
encuestas anónimas, entrevistas con alumnos en situación de completa igualdad
de oportunidades... Ante los problemas que paso a describir y fundamentalmente
como estudiante de filosofía en esta Facultad, me apropio de un punto de vista
estoico, no sólo creo que es el más prudente en sentido pragmático, creo que
es el más filosóficamente austero, cínico y exigente: no existen condiciones
ideales de estudio. Estudia quien tiene voluntad de estudio y este plan no
impide absolutamente el estudio, si bien lo dificulta.
Deseo enumerar algunas propuestas para mejorar
nuestra Facultad:
1.Que cada profesor sea coherente con su propio itinerario
intelectual. Que el filósofo e historiador de la Ciencia ofrezca seminarios de
física, química, matemáticas o lo que considere oportuno para enseñar
filosofía e historia de la ciencia. Que muestre y explique mínimamente los
utensilios, los objetos (para decirlo con toda brevedad) utilizados por los
científicos llevándoles a otras Facultades o incluso solicitando la ayuda de
otros especialistas a través de una política adecuada con el resto de las
facultades de la Complutense. Que el historiador de la filosofía sepa utilizar
todos los medios para situar en la historia las obras de filosofía... que
utilice filmes, que muestre el espíritu de la época analizando y aludiendo a
sus manifestaciones artísticas, que se sirva de todos los elementos que
permitan al alumno reconstruir imaginariamente el mundo de la época. En
definitiva: coherencia y menos miedo a la creatividad y a la innovación en los
métodos de enseñanza. Que el profesor intente sacar lo mejor del hecho de que
sus alumnos pertenezcan a la sociedad del despliegue de los medios audivisuales.
-Clases de inglés y de informática. El Instituto de Idiomas
no es accesible para muchos, en esta Faculutad hay muchos licenciados en
filología que podrían ayudar con tan sólo ofrecerles créditos prácticos.
- Y por supuesto si así fuera estimado y decidido por todos
ellos: que los Represantes de alumnos en Junta de Facultad dispongan de su
propio local en la Facultad, un local propio, es decir, no uno compartido con
tres o cuatro asociaciones en menos de cinco metros cuadrados. Los
Representantes deberían disponer de ordenador e impresora y responder con
entera responsabilidad del uso del local que, como es natural, debería
mantenerse limpio y ordenado, tener horas de atención al alumnado, además de
cuidar del uso responsable del ordenador y la impresora destinados a: promover
el interés por una mayor integración estudiantil en los órganos
universitarios valiéndose, para este fin, de la presentación, para el alumnado
de esta facultad, de un pequeño informe que podría servir además de soporte
para la publicación de artículos.
-Renovar el inmobiliario. Las mesas fijas tienen un diseño
nefasto desde el punto de vista anatómico, además: no permiten una perfecta
limpieza del espacio público. Cada año podría destinarse una pequeña parte
del presupuesto para el cambio de estas mesas fijas.
-Más clases destinadas al estudio de una sola obra de
filosofía. Más clases monográficas.
Mucho antes de que asistiéramos a la actual
profesionalización de los especialistas en filosofía, mucho antes de que desde
ciertas tesis neopositivistas se reclamara una ausencia específica de objeto en
el saber filosófico más allá de la labor de análisis y reflexión crítica
sobre la metodología de las ciencias experimentales y la construcción de sus
objetos propios y sus campos, y aún mucho antes de que la Pedagogía y la
Psicología y la Sociología se apropiaran siquiera de algunas de las funciones
y competencias de la Filosofía en el conjunto del saber y en el interior de las
sociedades...mucho antes de todo esto, la filosofía era un forma de saber, una
forma de aprender a ser virtuosos, implicaba una forma de vida esencialmente
crítica, dedicada a la indagación y a la contemplación desinteresada.
La crisis a la que asistimos en el ámbito de la educación,
la ausencia de preocupación y aún de conciencia política sobre la dramática
situación a que dará lugar el hecho de que cada vez se estudie este saber en
menos cursos en la Enseñanza Secundaria, revelan que vivimos en un tiempo
crítico para el desarrollo histórico de esta disciplina que ha sido, y esto es
indudable, uno de los fundamentos de nuestra civilización occidental y de la
oriental. Pero esta es una situación de crisis que atraviesa trágicamente a la
filosofía no estando ello debido a la composición de planes de estudio
dictados desde instancias de poder cuya facticidad estuviera al margen del
discurrir de la vida de la cultura y del espíritu, pues eso quiere decir
al cabo nous. No asistimos a una crisis para la filosofía o los
filósofos y especialistas en filosofía, sino que asistimos a una de las crisis
de la filosofía. Que esta crisis sea o no sea filosófica depende de la
capacidad reflexiva de los filosófos que se dediquen a la expresión
filosófica de la crisis que atraviesa por completo a la filosofía como
partiéndola en mil pedazos. Esta labor tal vez requiera más tiempo y
perspectiva histórica de la que alcanzamos a tener ahora, sin que ello implique
desconfianza o falta de admiración hacia la labor de muchos investigadores y,
en fin, hasta que pueda pensarse nuestra crisis reflejada de manera alarmante
aunque, en realidad, no debiera ello escandalizar o sorprender a cualquier
estudiante que rastree un poco el discurrir de la historia de la filosofía en
el último siglo...hasta que pueda pensarse, digo, y pueda la reflexión a
través de sus cauces y formas particulares de acción y penetración en la
conciencia social y política de manera que llegue a ser otra la situación en
la enseñanza, hasta esto, digo, falta aún mucho y tal vez falta y faltará
siempre mucho debido a que las formas de difusión y penetración de la
filosofía en el plano político han cambiado notablemente y seguirán
haciéndolo; el futuro de la enseñanza institucionalizada de la filosofía y su
acción social dependen de cosas tan aparentemente futiles como las nuevas
formas electrónicas de comunicación. Así es como la enseñanza de la
filosofía se ve sensiblemente influida por un mundo radicalmente en cambio, sin
que la filosofía pueda aún ejercer una clara influencia en el mundo sobre el
que, sin embargo, continua pronunciándose desde el presente de la memoria y las
tradiciones y las nuevas producciones o formas de discurso que se elaboran
siempre en base a una cierta conciencia sobre la historicidad implícita en la
forma de manifestarse este saber. Pero, en defintiva, hemos de reconocer que si
la sociedad, en términos generales, no ofrece un lugar a los estudiantes de
filosofía, situación que al menos vemos reflejada en el hecho de que en el
mercado no existe prácticamente demanda de empleo para los licenciados en
filosofía, ello se debe a una crisis que podríamos expresar de manera sencilla
sin temor a error: parece como si la filosofía no supiera qué es ella misma y
parece como si ello, en nuestra actualidad, representara un problema crucial.
Muchas cosas han tenido que suceder en el interior de esta disciplina para que
esta situación representara, a mi juicio, un instante tan trágico en su
acontecer histórico como para que de su resolución penda una forma futura de
transmisión de las tradiciones filosóficas que acompañe indisociable y
constructivamente al pensamiento filosófico de altura. Por el momento la fragmentarización
es uno de los elementos que pueden tenerse por suficientemente descriptivo de la
situación de esta disciplina, tanto en lo tocante a las condiciones de la
creación o elaboración filosóficas como en lo relativo a sus formas de
enseñanza, esto es, a su pedagogía. Desearía poder pensar que todo ello se
debe a una crisis de valores, al hecho de que, en efecto, el desierto avanza,
desearía poder argumentar que este tan sólo es un aspecto de la situación a
que dieron origen los múltiples derroteros propiciados por la filosofía
nietzscheana o sostenerlo en base al cientificismo, el evolucionismo y el
biologicismo o al positivismo, el marxismo, la sociedad de consumo, la quiebra
del primado de la racionalidad práctica o la imposibilidad y desmesura de una
metafísica de la historia...Sin embargo, tiendo a pensar que el actual estado
de la filosofía se debe a un falta de compromiso intelectual firme con cada uno
de los derroteros por los que la filosofía siembra a sus anchas, muchas veces
sin que sus cultivadores aprecien el modo de estar metidos de lleno en una
tierra y una zona de cultivo común, mas "las historias" dan lugar
interesadamente a esta confusión en favor de la finitud del hombre que
investiga, el cual en cada caso se proclama frecuentemente del bando que cree
dominar mejor y que cree domina sobre el resto un saber fragmentado. ¿A qué
está debida esta falta de compromiso? Mis conocimientos históricos no me
permitirían decir que está debido a la Segunda Guerra Mundial, no podría
sostenerlo convincentemente, así como tampoco podría argumentar que estuviera
debido al primado de la racionalidad práctica malentendida como estrategia de
racionalidad y producción de racionalidad frente a las contingencias, azares,
particularidades y diferencias de la vida y de las vidas en los distintos
pueblos...Sin embargo sí puedo sostener que en el ámbito académico se refleja
un hecho claro como la luz del sol: se da una falta total de fe en
la posibilidad de alcanzar una orientación filosófica, la enseñanza de la
filosofía no se realiza desde la comprensión orientada filosóficamente. A
veces expresarnos en los términos propios de un orden de la administración
resulta más revelador de lo que solemos estar dispuestos a admitir: los
estudiantes de filosofía en esta facultad y en otras muchas no tienen un maestro
de filosofía, sino que estudian y se orientan como su buen entendimiento les da
a entender en el transcurso de su licenciatura, los estudiantes no estudian con
la ayuda de profesores orientados en el pensar, y si ello sucede es en
extraordinarias ocasiones y siempre debido a la misteriosa fuerza del azar...mas
de esta mano no debiera dejarse llevar la enseñanza de la filosfía desde el
momento mismo en que esta está institucionalizada conforme a derecho, pues
todos los alumnos debieran tener la oportunidad de que el azar llamara a sus
puertas si acaso ellos no son capaces de golpear con mano firme en una puerta
detrás de la cual encontraran lo que consideran su particular forma deseada de
azar según lo que su buen entendimiento les indica qué sea eso en filosofía.
Con demasiada frecuencia oimos decir que existe algo así como un
"don" para la filosofía, de manera que tampoco la Institución debe
hacerse cargo de la falta de casos auténticamente vocacionales y de la escasez
de intereses inquebrantables por el estudio de la filosofía; una disciplina
esta, se dice, que al fin y al cabo siempre ha reunido en torno suyo a gentes
intempestivas, extraordinarias, dotadas de un don, formadas en condiciones
históricas excepcionales y destinados a la virtud de una voluntad recia y una
inteligencia inimaginable. Francamente no creo que sea prudente ni un solo
guiño o juego con la estética romántica para pensar el problema de una
pedagogía o una didáctica filosófica de la filosofía. Creo firmemente
que el problema de la filosofía no está debido a que ésta tenga que definirse
a sí misma de manera absoluta aún cuando se lo exigiera una sociedad dictada
por el primado económico. El problema en la enseñanza de la filosofía a mi
juicio se debe, de forma determinante, a que no se comprende a sí misma como
hermenéutica y a que no asume uno de sus principios constituyentes: educar a
los individuos en la autoconciencia de sus tradiciones; uno de los
ideales de la institucionalización de la filosofía consiste en enseñar que
ningún hombre, ningún ciudadano es coetáneo de aquello a lo que está
profundamente debido y que el ser del hombre y la vida de la conciencia y el
espíritu de la cultura es tal porque está históricamente constituido. Dicha
memoria exige la comunidad científica que no existe en nuestras
Universidades y la exigencia moral de dedicación al pensar y la transmisión de
dichas tradiciones exige que las facultades de filosofía, independientemente de
la configuración también histórica y debida de sus departamentos y secciones,
admita comúnmente el ideal de una comunidad del pensamiento al servicio de sus
ciudadanos, los cuales deberían tener conciencia de que estudian las
tradiciones a las que están profundamente debidos y gracias a las cuales pueden
pensar. Porque el método filosófico más excelente es el dialógico. Y aquí
es donde debiera comenzar nuestro escrito y por ello es aquí donde no tenemos
más remedio que concluirlo porque: el diálogo que está en curso se sustrae a
cualquier fijación. Mal hermeneuta el que crea que puede o debe quedarse con la
última palabra.