Número 11. Febrero, 2000.
Monográfico

Cuaderno de Materiales

 

Monográfico número 11: Filosofía, educación y mercado

 

Crítica a la situación de crítica de los nuevos Planes de Estudio.
María González Navarro (Estudiante de 5º de Filosofía de la UCM)

Quiero hacer llegar mi punto de vista sobre el fenómeno: Crítica a los Planes de Estudio. Pero antes de emitir mi punto de vista quiero enumerar, de manera elemental, algunos de los tópicos más recurrentes a los que se acude para expresarse desde cierta voluntad crítica .

Algunas propuestas de profesores consisten en vender las veleidades de un Plan de estudios antiguo con seis asignaturas anuales, hablan de más tiempo y más tranquilidad para leer, los alumnos se imaginan leyendo por los parques, se imaginan escribiendo y discutiendo con amigos en las casas de los padres. Otros profesores defienden la conveniencia y el éxito relativo de este actual Plan de estudios en un punto: permite al alumno escoger más, seleccionar más, poder elaborarse su propio curriculum. Estos últimos, con honestidad, ponen en evidencia que la facultad oferta asignaturas y que los alumnos oficiales deben pagar un dinero por ellas. Pero aún dicen más: es necesario mantener el régimen de optatividad...tal vez porque la Universidad necesita dinero, más dinero, quizás porque la Universidad tiene que poder generar puestos de trabajo, más trabajo, para las personas que ejercen su actividad docente..., si hay más asignaturas hay más dinero, hay más trabajo para el profesorado. Otros aspectos han confluido en la configuración de este Plan de estudios por ejemplo: la primacia y el poder de ciertas tesis de orientación psicológica y pedagógica consistentes en despreciar la enseñanza fundada en las virtualidades de la memoria y en valorar más algo que han convenido en llamar: evaluación continua.

Algunos alumnos se quejan del caos que reina en la Facultad de filosofía, tal caos lo localizan en lo que sigue: existen alumnos que no han recibido clases lectivas sobre el pensamiento de autores fundamentales como Plantón, Aristóteles o Kant. Algunos profesores configuran y desarrollan programas al margen del dictamen específico que cabría esperar que marcara el título de la asignatura, esto genera problemas derivados del hecho de que algunos alumnos compran la posibilidad de asistencia, aprendizaje y evaluación en cursos que no se esperaban fuesen así (a veces incluso habiendo comprado y consultado previamente los programas oficiales). Algunos alumnos no soportan las "relatividades hermenéuticas", quieren recibir clases rigurosas de filosofía, al parecer entienden por "rigor" la capacidad para acotar conceptualmente la semántica de los problemas tratados, con el fin de evitar la ambigüedad, la contingencia y la multivocidad. Algunos alumnos desean tener más tiempo para tener la oportunidad de incorporarse al mercado laboral, sin renunciar por ello a la posibilidad de continuar con sus estudios universitarios y solicitan más facilidades y comprensión por parte de los evaluadores. Algunos alumnos sueñan con un Plan de estudios distinto, porque creen que existe la posibilidad de luchar por un Plan objetivamente más beneficioso desde el punto de vista filosófico, pero cuando se les pregunta por las características de tal perspectiva prefieren hablar de la necesidad de tener más tiempo o más salidas profesionales o más tranquilidad para estudiar o que la enseñanza sea más barata o que haya menos asignaturas o más clases prácticas o aulas con mobiliario renovado o mayor multidisciplinariedad o sencillamente más competencia o rigor o menos exigencia o más clases magistrales o menos libertad de cátedra o más creatividad e innovación por parte de los profesores o ausencia de examenes o más seminarios, etc...

Como alumna de esta facultad a la que me siento especialmente ligada y debido al hecho de que estoy ya en el último curso de licenciatura y a que he tenido una interesante experiencia como Representante de alumnos en Junta de Facultad, creo que puedo aportar mi punto de vista sobre la situación de crítica de los planes de estudio.

No creo que exista un Plan de estudios objetivamente válido y más apropiado que otros para estudiar filosofía. No hay un Plan que se adapte plenamente a las necesidades políticas, históricas, administrativas, económicas, etc.. que exigiría el estudio de la filosofía. Y esto en razón de que no hay una filosofía. El mayor inconveniente de este plan es que deja poco tiempo para el estudio o para la formación universitaria completa que no brinda nuestra facultad y no por falta de recursos, tales vacíos entre otros son: conocimientos en lengua inglesa y en informática. (Esto último, independientemente de si debemos o no proponernos corresponder a alguno de los perfiles de trabajadores que se demanden en las bolsas de trabajo, esto, digo, va a ser casi imprescindible dentro de unos años para poder sentirse socialmente integrado y nuestra Facultad debería brindar posibilidades claras y comprometidas: tenemos una Sala de informática que cada vez podemos disfrutar menos, los alumnos de filosofía, por lo general, no tienen conocimientos básicos en informática ni siquiera para hacer uso de esa Sala y el personal de servicio de esa Sala tampoco). Pero quiero volver al punto anterior en donde localicé el centro de mi argumentación y dejar para después las posibles propuestas.

Los universitarios tenemos que trasladarnos a un Campus para asistir a las clases, en realidad esta es una zona extraña en la ciudad, retirada de ella, sin comercios y, comparativamente, apenas vigilida. Podría llegar a tenerse la impresión de que es como una burbuja aislada de todo. Sin embargo esta impresión es absolutamente infundada. La presencia de la política económica y administrativa de éste y muchos otros gobiernos anteriores conviven objetivamente y, consiguientemente, son decisivas para entender la situación de la Universidad que de por sí tiene sus propios órganos de poder y de gobierno. Nuestros planes de estudio no son así debido a una sola razón y no han sido diseñados estructuralmente por especialistas en filosofía. Dejando a un lado una indagación sobre las razones por las cuales es como es: troncalidad, obligatoriedad, optatividad, libre elección, cuatrimestres, ciclos, etc...pienso que no hay una directriz, ni un criterio objetivamente válido y en ningún momento dogmático para diseñar los planes de estudio en filosofía, debido al acontecer histórico de esta disciplina y a la situación de constante e inevitable tensión y enfrentamiento teórico a que da lugar. Este Plan de estudios no ha sido diseñado bajo un punto de vista filosófico porque tal cosa es imposible. Muchos puntos de vista sobre las preguntas estrictamente filosóficas clasificadas en materias y vinculadas a los distintos Departamentos llevan luchando teórica y políticamente para mantener con todo derecho su lugar en esta Facultad. Fruto de esas tensiones, desacuerdos, críticas, protagonizadas por hombres y mujeres con itinerarios intelectuales concretos e intereses diversos son algunos de los elementos a tener en cuenta para comprender el actual Plan y me temo que para vaticinar que nadie podrá jamás crear un Plan de estudios filosoficamente puro y exacto. En realidad, desde cierto punto de vista, la imposibilidad de tal cosa es una conquista realizada a través de las historias de la filosofía y tiene mucho que ver con el hecho de que no exista una Historia de la filosofía (esto último no obsta, aunque pudiera parecer una locura, que existan de hecho interpretaciones e historias de la filosofía más acertadas que otras...pues no es lo mismo, cuando se suma, y en relación a la verdad, confundirse por mil que por tres, ni acierta lo mismo el que da casi en el centro de la diana que el que apenas sí la alcanza, recordando a Aristóteles. Sin embargo lo que mantengo es: sobre este punto nadie dará nunca completamente en la diana, ni hará la suma perfecta).

Partiendo de esta situación me planteo lo siguiente: desde un punto de vista pragmático no compensa plantearse una crítica a los actuales planes de estudio (desde un punto de vista filosófico es imprescindible) salvo en aspecos muy determinados, a la naturaleza de tales problemas tiene que irle el ser susceptibles de ser considerados importantes por toda persona razonable y ser susceptibles de claro perfeccionamiento. Cabría pensar si acaso esta situación de crítica de los Planes de estudio no ocasiona que se corra una cortina de humo para no llegar a enfrentarse con problemas evidentes (por eso me tomo el interés en este escrito de posponer la pregunta imprescindible antes mencionada, si bien soy consciente de que este es el problema radicalmente importante) si así fuera los miembros de esta facultad seguramente estarían dispuestos a divagar largamente...

Me gustaría precisar un poco más cuáles son los presupuestos inherentes a mi punto de vista: como decía observo que el panorama que presencio es el de una gran contienda inevitable, esta polémica radica en un acontecimiento: en algunos aspectos el paradigma moderno se resquebraja y muestra grietas tal vez insalvables y el paradigma hermenéutico y posmoderno emerge en medio de la confusión que ocasiona el hecho de que aparezca con toda evidencia en los tiempos del capitalismo y una socialdemocracia que se ha adueñado muy ilustrada y muy frankfurtianamente del estilo que debe imperar en los medios informativos expansivos y opresores, tal estilo en gran medida ha sido el utilizado por los responsables de esta situación de evaluación: encuestas anónimas, entrevistas con alumnos en situación de completa igualdad de oportunidades... Ante los problemas que paso a describir y fundamentalmente como estudiante de filosofía en esta Facultad, me apropio de un punto de vista estoico, no sólo creo que es el más prudente en sentido pragmático, creo que es el más filosóficamente austero, cínico y exigente: no existen condiciones ideales de estudio. Estudia quien tiene voluntad de estudio y este plan no impide absolutamente el estudio, si bien lo dificulta.

Deseo enumerar algunas propuestas para mejorar nuestra Facultad:

1.Que cada profesor sea coherente con su propio itinerario intelectual. Que el filósofo e historiador de la Ciencia ofrezca seminarios de física, química, matemáticas o lo que considere oportuno para enseñar filosofía e historia de la ciencia. Que muestre y explique mínimamente los utensilios, los objetos (para decirlo con toda brevedad) utilizados por los científicos llevándoles a otras Facultades o incluso solicitando la ayuda de otros especialistas a través de una política adecuada con el resto de las facultades de la Complutense. Que el historiador de la filosofía sepa utilizar todos los medios para situar en la historia las obras de filosofía... que utilice filmes, que muestre el espíritu de la época analizando y aludiendo a sus manifestaciones artísticas, que se sirva de todos los elementos que permitan al alumno reconstruir imaginariamente el mundo de la época. En definitiva: coherencia y menos miedo a la creatividad y a la innovación en los métodos de enseñanza. Que el profesor intente sacar lo mejor del hecho de que sus alumnos pertenezcan a la sociedad del despliegue de los medios audivisuales.

-Clases de inglés y de informática. El Instituto de Idiomas no es accesible para muchos, en esta Faculutad hay muchos licenciados en filología que podrían ayudar con tan sólo ofrecerles créditos prácticos.

- Y por supuesto si así fuera estimado y decidido por todos ellos: que los Represantes de alumnos en Junta de Facultad dispongan de su propio local en la Facultad, un local propio, es decir, no uno compartido con tres o cuatro asociaciones en menos de cinco metros cuadrados. Los Representantes deberían disponer de ordenador e impresora y responder con entera responsabilidad del uso del local que, como es natural, debería mantenerse limpio y ordenado, tener horas de atención al alumnado, además de cuidar del uso responsable del ordenador y la impresora destinados a: promover el interés por una mayor integración estudiantil en los órganos universitarios valiéndose, para este fin, de la presentación, para el alumnado de esta facultad, de un pequeño informe que podría servir además de soporte para la publicación de artículos.

-Renovar el inmobiliario. Las mesas fijas tienen un diseño nefasto desde el punto de vista anatómico, además: no permiten una perfecta limpieza del espacio público. Cada año podría destinarse una pequeña parte del presupuesto para el cambio de estas mesas fijas.

-Más clases destinadas al estudio de una sola obra de filosofía. Más clases monográficas.

 

Mucho antes de que asistiéramos a la actual profesionalización de los especialistas en filosofía, mucho antes de que desde ciertas tesis neopositivistas se reclamara una ausencia específica de objeto en el saber filosófico más allá de la labor de análisis y reflexión crítica sobre la metodología de las ciencias experimentales y la construcción de sus objetos propios y sus campos, y aún mucho antes de que la Pedagogía y la Psicología y la Sociología se apropiaran siquiera de algunas de las funciones y competencias de la Filosofía en el conjunto del saber y en el interior de las sociedades...mucho antes de todo esto, la filosofía era un forma de saber, una forma de aprender a ser virtuosos, implicaba una forma de vida esencialmente crítica, dedicada a la indagación y a la contemplación desinteresada.

La crisis a la que asistimos en el ámbito de la educación, la ausencia de preocupación y aún de conciencia política sobre la dramática situación a que dará lugar el hecho de que cada vez se estudie este saber en menos cursos en la Enseñanza Secundaria, revelan que vivimos en un tiempo crítico para el desarrollo histórico de esta disciplina que ha sido, y esto es indudable, uno de los fundamentos de nuestra civilización occidental y de la oriental. Pero esta es una situación de crisis que atraviesa trágicamente a la filosofía no estando ello debido a la composición de planes de estudio dictados desde instancias de poder cuya facticidad estuviera al margen del discurrir de la vida de la cultura y del espíritu, pues eso quiere decir al cabo nous. No asistimos a una crisis para la filosofía o los filósofos y especialistas en filosofía, sino que asistimos a una de las crisis de la filosofía. Que esta crisis sea o no sea filosófica depende de la capacidad reflexiva de los filosófos que se dediquen a la expresión filosófica de la crisis que atraviesa por completo a la filosofía como partiéndola en mil pedazos. Esta labor tal vez requiera más tiempo y perspectiva histórica de la que alcanzamos a tener ahora, sin que ello implique desconfianza o falta de admiración hacia la labor de muchos investigadores y, en fin, hasta que pueda pensarse nuestra crisis reflejada de manera alarmante aunque, en realidad, no debiera ello escandalizar o sorprender a cualquier estudiante que rastree un poco el discurrir de la historia de la filosofía en el último siglo...hasta que pueda pensarse, digo, y pueda la reflexión a través de sus cauces y formas particulares de acción y penetración en la conciencia social y política de manera que llegue a ser otra la situación en la enseñanza, hasta esto, digo, falta aún mucho y tal vez falta y faltará siempre mucho debido a que las formas de difusión y penetración de la filosofía en el plano político han cambiado notablemente y seguirán haciéndolo; el futuro de la enseñanza institucionalizada de la filosofía y su acción social dependen de cosas tan aparentemente futiles como las nuevas formas electrónicas de comunicación. Así es como la enseñanza de la filosofía se ve sensiblemente influida por un mundo radicalmente en cambio, sin que la filosofía pueda aún ejercer una clara influencia en el mundo sobre el que, sin embargo, continua pronunciándose desde el presente de la memoria y las tradiciones y las nuevas producciones o formas de discurso que se elaboran siempre en base a una cierta conciencia sobre la historicidad implícita en la forma de manifestarse este saber. Pero, en defintiva, hemos de reconocer que si la sociedad, en términos generales, no ofrece un lugar a los estudiantes de filosofía, situación que al menos vemos reflejada en el hecho de que en el mercado no existe prácticamente demanda de empleo para los licenciados en filosofía, ello se debe a una crisis que podríamos expresar de manera sencilla sin temor a error: parece como si la filosofía no supiera qué es ella misma y parece como si ello, en nuestra actualidad, representara un problema crucial. Muchas cosas han tenido que suceder en el interior de esta disciplina para que esta situación representara, a mi juicio, un instante tan trágico en su acontecer histórico como para que de su resolución penda una forma futura de transmisión de las tradiciones filosóficas que acompañe indisociable y constructivamente al pensamiento filosófico de altura. Por el momento la fragmentarización es uno de los elementos que pueden tenerse por suficientemente descriptivo de la situación de esta disciplina, tanto en lo tocante a las condiciones de la creación o elaboración filosóficas como en lo relativo a sus formas de enseñanza, esto es, a su pedagogía. Desearía poder pensar que todo ello se debe a una crisis de valores, al hecho de que, en efecto, el desierto avanza, desearía poder argumentar que este tan sólo es un aspecto de la situación a que dieron origen los múltiples derroteros propiciados por la filosofía nietzscheana o sostenerlo en base al cientificismo, el evolucionismo y el biologicismo o al positivismo, el marxismo, la sociedad de consumo, la quiebra del primado de la racionalidad práctica o la imposibilidad y desmesura de una metafísica de la historia...Sin embargo, tiendo a pensar que el actual estado de la filosofía se debe a un falta de compromiso intelectual firme con cada uno de los derroteros por los que la filosofía siembra a sus anchas, muchas veces sin que sus cultivadores aprecien el modo de estar metidos de lleno en una tierra y una zona de cultivo común, mas "las historias" dan lugar interesadamente a esta confusión en favor de la finitud del hombre que investiga, el cual en cada caso se proclama frecuentemente del bando que cree dominar mejor y que cree domina sobre el resto un saber fragmentado. ¿A qué está debida esta falta de compromiso? Mis conocimientos históricos no me permitirían decir que está debido a la Segunda Guerra Mundial, no podría sostenerlo convincentemente, así como tampoco podría argumentar que estuviera debido al primado de la racionalidad práctica malentendida como estrategia de racionalidad y producción de racionalidad frente a las contingencias, azares, particularidades y diferencias de la vida y de las vidas en los distintos pueblos...Sin embargo sí puedo sostener que en el ámbito académico se refleja un hecho claro como la luz del sol: se da una falta total de fe en la posibilidad de alcanzar una orientación filosófica, la enseñanza de la filosofía no se realiza desde la comprensión orientada filosóficamente. A veces expresarnos en los términos propios de un orden de la administración resulta más revelador de lo que solemos estar dispuestos a admitir: los estudiantes de filosofía en esta facultad y en otras muchas no tienen un maestro de filosofía, sino que estudian y se orientan como su buen entendimiento les da a entender en el transcurso de su licenciatura, los estudiantes no estudian con la ayuda de profesores orientados en el pensar, y si ello sucede es en extraordinarias ocasiones y siempre debido a la misteriosa fuerza del azar...mas de esta mano no debiera dejarse llevar la enseñanza de la filosfía desde el momento mismo en que esta está institucionalizada conforme a derecho, pues todos los alumnos debieran tener la oportunidad de que el azar llamara a sus puertas si acaso ellos no son capaces de golpear con mano firme en una puerta detrás de la cual encontraran lo que consideran su particular forma deseada de azar según lo que su buen entendimiento les indica qué sea eso en filosofía. Con demasiada frecuencia oimos decir que existe algo así como un "don" para la filosofía, de manera que tampoco la Institución debe hacerse cargo de la falta de casos auténticamente vocacionales y de la escasez de intereses inquebrantables por el estudio de la filosofía; una disciplina esta, se dice, que al fin y al cabo siempre ha reunido en torno suyo a gentes intempestivas, extraordinarias, dotadas de un don, formadas en condiciones históricas excepcionales y destinados a la virtud de una voluntad recia y una inteligencia inimaginable. Francamente no creo que sea prudente ni un solo guiño o juego con la estética romántica para pensar el problema de una pedagogía o una didáctica filosófica de la filosofía. Creo firmemente que el problema de la filosofía no está debido a que ésta tenga que definirse a sí misma de manera absoluta aún cuando se lo exigiera una sociedad dictada por el primado económico. El problema en la enseñanza de la filosofía a mi juicio se debe, de forma determinante, a que no se comprende a sí misma como hermenéutica y a que no asume uno de sus principios constituyentes: educar a los individuos en la autoconciencia de sus tradiciones; uno de los ideales de la institucionalización de la filosofía consiste en enseñar que ningún hombre, ningún ciudadano es coetáneo de aquello a lo que está profundamente debido y que el ser del hombre y la vida de la conciencia y el espíritu de la cultura es tal porque está históricamente constituido. Dicha memoria exige la comunidad científica que no existe en nuestras Universidades y la exigencia moral de dedicación al pensar y la transmisión de dichas tradiciones exige que las facultades de filosofía, independientemente de la configuración también histórica y debida de sus departamentos y secciones, admita comúnmente el ideal de una comunidad del pensamiento al servicio de sus ciudadanos, los cuales deberían tener conciencia de que estudian las tradiciones a las que están profundamente debidos y gracias a las cuales pueden pensar. Porque el método filosófico más excelente es el dialógico. Y aquí es donde debiera comenzar nuestro escrito y por ello es aquí donde no tenemos más remedio que concluirlo porque: el diálogo que está en curso se sustrae a cualquier fijación. Mal hermeneuta el que crea que puede o debe quedarse con la última palabra.

 

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