Reflexión sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad. Elena Oliva Alfonso.
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Cuaderno de Materiales

 

 

Reflexión sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad.

Elena Oliva Alfonso.

 

       Os invito a reflexionar sobre el "culebrón" más visto y oído por los medios de comunicación: he aquí el Gran Hermano. Como se trata de un fenómeno social muy extendido y bastante "sobado", no vamos a especular sobre los acontecimientos ocurridos en la casa, sino más bien profundizaremos sobre temas más trascendentales y de vital importancia.
      Sin duda, ha sido catalogado como el gran experimento social, elaborado con el único propósito de probar conductas y alimentar el morbo social. Nos situamos, pues, en un círculo cerrado en el que se mueven unos individuos-actores y un espacio exterior abierto donde los mismos ojos de la sociedad representan el papel de espectadores. Si por un momento nos detenemos a observar este círculo, apreciaremos el desarrollo de todo un entramado de relaciones interpersonales e intrapersonales.
     En efecto, el hecho de haber expuesto a un determinado número de individuos en un espacio cerrado y un tiempo definido, provoca una serie de comportamientos y conductas racionales bastantes predecibles, motivados por valores y sentimientos propios de la naturaleza humana. Así, razón y emoción simpatizan en unas coordenadas espacio-temporales muy restringidas. Es obvio que, dado este supuesto, la misma esencia humana seguirá un proceso natural de emotividad, aunque las acciones resultantes siempre estarán condicionadas por unas reglas escogidas voluntariamente.       Dicho esto, podemos empezar a analizar este proceso natural de emociones, ocasionadas por motivaciones y sentimientos propiamente humanos.
      En un primer estadio, el ser humano tiende por naturaleza a comunicarse con sus semejantes y entablar una relación de amistad. Se produce pues un proceso de conocimiento del grupo, en donde los integrantes se aceptan. Ha surgido el primer valor: la Amistad, originada por conductas alegres. Surgen las primeras emociones de simpatía, de interés, de afecto. Matizando este aspecto, he decir que, en un primer momento, no se trata tanto del concepto de Amistad en mayúsculas, puesto que éste es un concepto mucho más amplio, sino más bien sería una relación de amistad, en el sentido del "buen rollo, un "caer bien".
     En un segundo estadio, la convivencia provoca críticas, discusiones y disputas, generando enemistad entre algunos de ellos. Así, por un lado el concepto opuesto al de amistad, provoca nuevas emociones, ya que los integrantes del grupo lloran, se enfadan y discuten. Por otro lado, el valor de la amistad se intensifica haciendo brotar sentimientos de cariño, de ternura, de apego y llegando incluso a originar el Amor.
      En un tercer estadio, el devenir continuo de disputa interpersonal, por diversos intereses, junto con el vivir cotidiano del día a día, provoca la pugna entre el vicio de la hipocresía y la virtud de la sinceridad. Cada individuo practica una de las dos habilidades, dependiendo de la personalidad. Habrá quien simule opiniones y habrá quien esté dispuesto ha reconocer la verdad y a manifestar aquello que realmente piensa o siente.
     Otro rasgo peculiar humano, que correspondería a una cuarta fase, hace referencia al proceso de ensimismamiento, en el que los individuos reflexionan sobre sus actos y conductas morales. Éstos toman conciencia de sus acciones y seguidamente su intelecto las cataloga de buenas o malas. Si el individuo se da cuenta de que ha actuado mal, la misma conciencia le muestra el remordimiento, fruto de una conducta vergonzosa. Y del remordimiento nace el arrepentimiento. En efecto, el individuo se arrepiente, se siente mal consigo mismo, y la manera de paliar este sentimiento es expresarlo en el confesionario, en donde se obtiene la satisfacción personal. El alma se cura y el cuerpo expresa ese bienestar moral, a través del lenguaje del corazón.
     Y para dar por finalizado el estudio del proceso emotivo natural, hemos de hacer hincapié en el sentimiento de solidaridad y la virtud moral de la Justicia. Los individuos se sienten solidarios entre ellos y pactan estar unidos, dejando en manos de la sociedad la decisión de separarlos. Aquí entra el tema de la justicia, ¿ será justa o no tal separación?. Cabe señalar, que este tema de Justicia es muy amplio y este debate moral ya no es propio de este artículo.
      Examinados estos cinco momentos propios de la particularidad humana, cabe concluir este punto insistiendo que el resultado del experimento social (Gran Hermano), no es más del que se esperaba: hacer resurgir sentimientos y valores, en donde la misma sociedad se siente reflejada, sin más. De hecho, la masa social siente empatía por las conductas que se dan dentro de la casa y a la vez sienten una complacencia personal. Y este deleite es debido al rasgo propio de la misma esencia humana, que es la curiosidad. Así, el ser humano es curioso y por tanto se interesa por cosas que no le tendrían que importar. Dicho de otro modo, el ser humano tiene como característica común contemplar la vida, admirarse por las cosas, y si en algún momento se le despierta el interés, entonces se vuelve curioso. Esta cualidad humana si se sufre en exceso puede resultar un tanto peligrosa, ya que en el caso concreto del Gran Hermano, la curiosidad de la misma sociedad incita a violar uno de los derechos humanos más importantes, que es el de la intimidad. No obstante, recordemos que este acto ha sido libremente escogido por los individuos, es decir, han aceptado compartir públicamente su vida privada con único fin material y de lucro.
      Dicha curiosidad humana, ha sido inducida por los medios de comunicación. Pero detengámonos, por un momento, a analizar este punto que es de suma importancia: la cantidad de publicidad transmitida -a través de la TV, la radio, la prensa...-, del fenómeno Gran Hermano ha sido tan considerable, que actualmente la gran mayoría de la sociedad siguen el programa o han oído hablar de él. Este hecho es debido al enorme poder de persuasión y al alto nivel de veracidad que poseen los medios de comunicación, cosa que obliga a la mayoría de personas a estar "enganchados" al programa. Con la simple visualización diaria de mensajes referidos al Gran Hermano supone, al individuo, ser objeto de su tremenda influencia, que llevados a un extremo se puede llegar incluso a la manipulación social. Y es esta última cuestión la que plantea una amenaza para la especie humana, a saber: si se ha llegado al límite de tener bajo control el comportamiento humano, ¿qué es lo que sucederá con la esencia humana, es decir, con aquello que nos hace propiamente humanos?. Dicho con otras palabras, si nos convertimos en simples marionetas cuyas acciones no son fruto de nuestra voluntad sino más bien de una fuerza manipuladora y persuasiva que atrae a la masa social, ¿dónde quedará la integridad de la persona?. La respuesta a esta cuestión está en nuestras manos, depende de nosotros. Si presuponemos que la totalidad humana se quebranta, por un sistema persuasivo creado por el propio hombre en el que todas nuestras decisiones y acciones son ajenas a nuestra voluntad, el resultado hipotético sería la aparición de una sociedad enajenada sin emociones, en donde no tendría cabida ni deseos, ni apetencias, ni anhelos, ni ambiciones, ni afanes. Dicho con otras palabras, una sociedad privada de acción y acomodada a las decisiones de una fuerza inhumana indefinida. En definitiva, una sociedad pasiva, sin valores, cuya única praxis posible sería caminar hacia la necesidad.
      Esta visión fatalista del hado humano predispone a los individuos, no solamente a convertirse en simples objetos, sino que además pierden totalmente uno de los valores más significativos, que es la libertad. Ante esta perspectiva, el individuo ya no posee la oportunidad de elegir entre una acción u otra, ya que todo está determinado por esa "fuerza atrayente" que mueve a la masa a su antojo. Llegados a este punto, ¿qué es lo que queda del ser humano?. La respuesta queda en el aire, para que cada uno de nosotros reflexione sobre las consecuencias a las que podemos llegar si seguimos por el mismo camino. De hecho, vivimos en una sociedad consumista y mercantil, en donde reina la competencia, y el Gran Hermano no deja de ser más que un producto de compra-venta. Sin embargo, se está corriendo el riesgo de "vender" valores humanos, la cual cosa implica el deterioro cultural y social. Así que, en nuestras manos está la decisión de cuestionarse lo sugerido, porque quién sabe hasta donde puede alcanzar el poder de los medios de comunicación. Quizá no vaya más allá de ser simplemente vehículo de información cultural, pero puede ocurrir que transcienda demasiado llegando a controlar la propia racionalidad humana.

 

     

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