Os invito a reflexionar
sobre el "culebrón" más visto y oído
por los medios de comunicación: he aquí el Gran Hermano.
Como se trata de un fenómeno social muy extendido y bastante
"sobado", no vamos a especular sobre los acontecimientos
ocurridos en la casa, sino más bien profundizaremos sobre
temas más trascendentales y de vital importancia.
Sin duda, ha sido catalogado
como el gran experimento social, elaborado con el único
propósito de probar conductas y alimentar el morbo social.
Nos situamos, pues, en un círculo cerrado en el que se mueven
unos individuos-actores y un espacio exterior abierto donde los
mismos ojos de la sociedad representan el papel de espectadores.
Si por un momento nos detenemos a observar este círculo,
apreciaremos el desarrollo de todo un entramado de relaciones interpersonales
e intrapersonales.
En efecto, el hecho de haber expuesto
a un determinado número de individuos en un espacio cerrado
y un tiempo definido, provoca una serie de comportamientos y conductas
racionales bastantes predecibles, motivados por valores y sentimientos
propios de la naturaleza humana. Así, razón y emoción
simpatizan en unas coordenadas espacio-temporales muy restringidas.
Es obvio que, dado este supuesto, la misma esencia humana seguirá
un proceso natural de emotividad, aunque las acciones resultantes
siempre estarán condicionadas por unas reglas escogidas voluntariamente.
Dicho esto, podemos empezar
a analizar este proceso natural de emociones, ocasionadas por motivaciones
y sentimientos propiamente humanos.
En un primer estadio, el ser
humano tiende por naturaleza a comunicarse con sus semejantes y
entablar una relación de amistad. Se produce pues un proceso
de conocimiento del grupo, en donde los integrantes se aceptan.
Ha surgido el primer valor: la Amistad, originada por conductas
alegres. Surgen las primeras emociones de simpatía, de interés,
de afecto. Matizando este aspecto, he decir que, en un primer momento,
no se trata tanto del concepto de Amistad en mayúsculas,
puesto que éste es un concepto mucho más amplio, sino
más bien sería una relación de amistad, en
el sentido del "buen rollo, un "caer bien".
En un segundo estadio, la convivencia
provoca críticas, discusiones y disputas, generando enemistad
entre algunos de ellos. Así, por un lado el concepto opuesto
al de amistad, provoca nuevas emociones, ya que los integrantes
del grupo lloran, se enfadan y discuten. Por otro lado, el valor
de la amistad se intensifica haciendo brotar sentimientos de cariño,
de ternura, de apego y llegando incluso a originar el Amor.
En un tercer estadio, el devenir
continuo de disputa interpersonal, por diversos intereses, junto
con el vivir cotidiano del día a día, provoca la pugna
entre el vicio de la hipocresía y la virtud de la
sinceridad. Cada individuo practica una de las dos habilidades,
dependiendo de la personalidad. Habrá quien simule opiniones
y habrá quien esté dispuesto ha reconocer la verdad
y a manifestar aquello que realmente piensa o siente.
Otro rasgo peculiar humano, que correspondería
a una cuarta fase, hace referencia al proceso de ensimismamiento,
en el que los individuos reflexionan sobre sus actos y conductas
morales. Éstos toman conciencia de sus acciones y seguidamente
su intelecto las cataloga de buenas o malas. Si el individuo se
da cuenta de que ha actuado mal, la misma conciencia le muestra
el remordimiento, fruto de una conducta vergonzosa. Y del
remordimiento nace el arrepentimiento. En efecto, el individuo se
arrepiente, se siente mal consigo mismo, y la manera de paliar este
sentimiento es expresarlo en el confesionario, en donde se obtiene
la satisfacción personal. El alma se cura y el cuerpo expresa
ese bienestar moral, a través del lenguaje del corazón.
Y para dar por finalizado el estudio
del proceso emotivo natural, hemos de hacer hincapié en el
sentimiento de solidaridad y la virtud moral de la Justicia.
Los individuos se sienten solidarios entre ellos y pactan estar
unidos, dejando en manos de la sociedad la decisión de separarlos.
Aquí entra el tema de la justicia, ¿ será justa
o no tal separación?. Cabe señalar, que este tema
de Justicia es muy amplio y este debate moral ya no es propio de
este artículo.
Examinados estos cinco momentos
propios de la particularidad humana, cabe concluir este punto insistiendo
que el resultado del experimento social (Gran Hermano), no
es más del que se esperaba: hacer resurgir sentimientos y
valores, en donde la misma sociedad se siente reflejada, sin más.
De hecho, la masa social siente empatía por las conductas
que se dan dentro de la casa y a la vez sienten una complacencia
personal. Y este deleite es debido al rasgo propio de la misma esencia
humana, que es la curiosidad. Así, el ser humano es curioso
y por tanto se interesa por cosas que no le tendrían que
importar. Dicho de otro modo, el ser humano tiene como característica
común contemplar la vida, admirarse por las cosas, y si en
algún momento se le despierta el interés, entonces
se vuelve curioso. Esta cualidad humana si se sufre en exceso puede
resultar un tanto peligrosa, ya que en el caso concreto del Gran
Hermano, la curiosidad de la misma sociedad incita a violar uno
de los derechos humanos más importantes, que es el de la
intimidad. No obstante, recordemos que este acto ha sido
libremente escogido por los individuos, es decir, han aceptado compartir
públicamente su vida privada con único fin material
y de lucro.
Dicha curiosidad humana,
ha sido inducida por los medios de comunicación. Pero detengámonos,
por un momento, a analizar este punto que es de suma importancia:
la cantidad de publicidad transmitida -a través de la TV,
la radio, la prensa...-, del fenómeno Gran Hermano ha sido
tan considerable, que actualmente la gran mayoría de la sociedad
siguen el programa o han oído hablar de él. Este hecho
es debido al enorme poder de persuasión y al alto nivel de
veracidad que poseen los medios de comunicación, cosa que
obliga a la mayoría de personas a estar "enganchados"
al programa. Con la simple visualización diaria de mensajes
referidos al Gran Hermano supone, al individuo, ser objeto de su
tremenda influencia, que llevados a un extremo se puede llegar incluso
a la manipulación social. Y es esta última
cuestión la que plantea una amenaza para la especie humana,
a saber: si se ha llegado al límite de tener bajo control
el comportamiento humano, ¿qué es lo que sucederá
con la esencia humana, es decir, con aquello que nos hace propiamente
humanos?. Dicho con otras palabras, si nos convertimos en simples
marionetas cuyas acciones no son fruto de nuestra voluntad sino
más bien de una fuerza manipuladora y persuasiva que atrae
a la masa social, ¿dónde quedará la integridad
de la persona?. La respuesta a esta cuestión está
en nuestras manos, depende de nosotros. Si presuponemos que la totalidad
humana se quebranta, por un sistema persuasivo creado por el propio
hombre en el que todas nuestras decisiones y acciones son ajenas
a nuestra voluntad, el resultado hipotético sería
la aparición de una sociedad enajenada sin emociones,
en donde no tendría cabida ni deseos, ni apetencias, ni anhelos,
ni ambiciones, ni afanes. Dicho con otras palabras, una sociedad
privada de acción y acomodada a las decisiones de una fuerza
inhumana indefinida. En definitiva, una sociedad pasiva, sin valores,
cuya única praxis posible sería caminar hacia la necesidad.
Esta visión fatalista
del hado humano predispone a los individuos, no solamente a convertirse
en simples objetos, sino que además pierden totalmente uno
de los valores más significativos, que es la libertad.
Ante esta perspectiva, el individuo ya no posee la oportunidad de
elegir entre una acción u otra, ya que todo está determinado
por esa "fuerza atrayente" que mueve a la masa a su antojo.
Llegados a este punto, ¿qué es lo que queda del ser
humano?. La respuesta queda en el aire, para que cada uno de nosotros
reflexione sobre las consecuencias a las que podemos llegar si seguimos
por el mismo camino. De hecho, vivimos en una sociedad consumista
y mercantil, en donde reina la competencia, y el Gran Hermano no
deja de ser más que un producto de compra-venta. Sin embargo,
se está corriendo el riesgo de "vender" valores
humanos, la cual cosa implica el deterioro cultural y social. Así
que, en nuestras manos está la decisión de cuestionarse
lo sugerido, porque quién sabe hasta donde puede alcanzar
el poder de los medios de comunicación. Quizá no vaya
más allá de ser simplemente vehículo de información
cultural, pero puede ocurrir que transcienda demasiado llegando
a controlar la propia racionalidad humana.